sábado, 4 de octubre de 2008

una Alaska sin Sarah Palin

El hombre tan callado de la universidad que nos llevaba en coche nos trasnportó hasta las mismísimas puertas de la residencia, aunque creo que el hombre no es de Zabrze, pues no paraba de mirar el mapa algo confuso. De todas formas desde que entramos en la ¿ciudad? hasta que encontramos la residencia no pasaron más de 10 minutos, un éxito, dobra robota! (buen trabajo) que diría un polaco. A destacar la amabilidad de Agnieszka, la encargada de las relaciones internacionales de la universidad, pues en un principio en teoría tendríamos que coger un tren desde Cracovia hasta Zabrze (y sin casi idea de polaco pues...), y tras un par de mails conseguimos que alguien nos buscara a recoger ¡y gratis! o como diría un polaco, gratis! ya veis que tan original es este eslavo idioma. Ya en el coche nos percatamos a través de los carteles de las tiendas que saber de qué va el comercio del local no es tan difícil: Optyk, Delikatesy, Salon Kosmeticzny, etc. Claro que la lengua en si es otro cantar. Pero hasta que no comience las clases de polaco no dispongo de más aspectos que comentar.

La residencia tiene el nombre de Alaska, y es uno de esos pocos imaginativos bloques de fabricación soviética. Aunque pudiera parecer que sería la envidia del Tercer Mundo, en realidad dentro no está nada mal. Me sorprendió el buen estado de las habitaciones, muchas recién pintadas con muebles nuevos y una cocina pequeña pero funcional. Esto me hace remarcar el contraste que se puede apreciar por toda Polonia, las cosas son incomensurablemente viejas/chapuceras o están hechas antes de ayer. Obviamente nuestra residencia combina ambas. Ni que decir tiene que las mujeres de la recepción son totalmente soviéticas. Alguna ya sería vieja en la caída dl muro de Berlín y quizás no se haya dado cuenta. Al principio en el registro hubo un problema porque yo no tengo el carnet de estudiante de la Universidad de Santiago, ya me diréis para que lo quieren si ni siquiera saben inglés. En segundo lugar, ¿para qué la quiero yo? se vive igual sin ella. Y es un banco menos que sabe tus datos :)

Tras una siesta necesaria (recuento de horas dormidas los últimos días antes de llegar, Jueves 5 horas, Viernes 4 horas, Sábado, 4 horas, Domingo 3 horas=16 horas, joder)fui al centro comercial a comprar algunos suministros para seguir con vida en esta Europa Central. Destacar que aquí no hay un súper, no, hay que elegir entre docenas de ultramarinos o un gran centro comercial, cosas veredes Sancho. A destacar comprar agua embotellada, pues la del grifo no está recomendada para el consumo humano: maravillas del sovietismo. A la noche no hubía nada que hacer, por lo que simplemente escribí en el ordenador parte de este blog para que cuando tuviésemos internet postearlo inmediatamente.

Misión del día siguiente: Gliwice, búsqueda y destrucción

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