miércoles, 1 de octubre de 2008

Día Cero

¿Preparados para una épica historia a través de los aeropuertos de Santiago, Stansted (Reino Unido) y Cracovia? Exactamente, yo tampoco.

Me levanté a las 6:10 de la mañana el domingo 28. Un gran esfuerzo si tenemos en cuanta que me fui a cama a las 2 de la madrugada, y de que el día anterior habíamos tenido "la Churrascada" en la casa playera de Iago en la que no dormimos mucho precisamente y bailamos como locos hasta caer muertos. Mención especial a mi amigo Álvaro, el cual aún teniendo un pie con un esguince lo dio todo por el reagge. Otra mención de especial importancia: si la frase “me encanta el olor del napalm por las mañanas” ha pasado a la historia, creo que “odio el olor del churrasco por la mañanas” debería tener un hueco entre las citas célebres, puagh, Entonces el domingo a esas tempranas horas mis padres me llevaron a Santiago, al cual llegamos sobre las 8:00 sin problema alguno, aunque había más coches de lo que me esperaba a esas horas un domingo por la autopista.

Después lo de siempre, chequear la maleta y rezar por que no me cobrasen el portátil como segundo equipaje de mano. Finalmente tuve suerte, ni pesaron mi equipaje de mano ni comprobaron sus dimensiones (las cuales estaban al límite) e hicieron caso omiso a mi portátil ¡un hurra por los mileuristas de Ryanair! A continuación no hubo mucho tiempo hasta el embarque, en el cual me despedí de mis padres y me fui con Sabela, mi compañera de clase, y su hermana, que se viene por una semana a Zabrze. Por lo visto no faltan candidatos para vivir en repúblicas ex soviéticas tercermundistas.


Ejemplares y alcohólicos súbditos de su majestad la Reina de Inglaterra

Dos horas por avión separan la ciudad de Santiago de la de Stansted, aunque los blancos acantilados ingleses se pueden ver a la mitad del viaje. Este trayecto me llevaba a pisar la pérfida Albión por primera vez, así que estaba expectante y no paraba de mirar por la ventana aunque más bien había que ver poco. De todas formas pienso que volamos sobre Londres o alguna ciudad gigante. Y el avión estaba llenito de ingleses supurando alcohol y suciedad por los poros, lo que le daba a todo un regustillo que necesito olvidar. Llegamos al mencionado aeropuerto al mediodía y me alegró de sobremanera ver policías con chaleco antibalas, pistola y subfusil. ¡Tomad eso, malditos terroristas! Pero es cierto que los debiluchos ingleses necesitan toda esa parafernalia en la guerra contra el terror. Mientras tanto que yo recuerde, la viril Guardia Civil (inevitable rima, oiga) en los aeropuertos ibéricos tan sólo disfruta de uniforme impecable y una porra ¡ni falta que hace más!

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