jueves, 2 de octubre de 2008

Gran Bretaña: cicatrices, tatuajes y niñas con tacón

En mi vida tan sólo había visto ingleses por televisión, en el calabozo, como guiris, o como simpáticos profesores de Manchester. Nunca los había visto en su hábitat natural sin ningún tipo de interferencia, por lo que me sentí como el típico biólogo que se enfunda un traje de rinoceronte y se acerca a sacarles fotos a los leones en plena sabana africana. Aunque no sé quien puede correr más riesgo. Porque jamás había visto semejante colección de tatuajes, en algunos momentos no sabía si había aterrizado en un Alcalá-Meco o algo semejante. Al tener que esperar 18 horas en el aeropuerto para el vuelo a Cracovia (sí, señores, desde el mediodía hasta las 6 de la mañana) tuve tiempo suficiente para observar a la fauna local. Vi tatuajes de todo tipo, tamaño y color, aunque generalmente eran del típico verdeazulado oscuro (chiste para biólogos: sin duda las cianobacterias tienen multitud de usos) que ocurre con el paso de los años. Pero, joder, algunos eran totalmente de presidiarios o de Michael Scofield directamente de Prison Break. Y no sólo el aspecto, sino el número, quizás allí los bollicao y las patatas fritas en lugar de pegatinas que imitan tatuajes realmente te dan un bono para hacerte tatuajes. Otro aspecto de agresión a la piel que vi en mayor proporción que en España son las cicatrices. Había leído que hay muchas agresiones por arma blanca en la pérfida Albión, y se puede ver que lo que algunos llevan en la cara no es producto de un mal afeitado. El tercer y apasionante aspecto de mi contacto en tercera fase con los Britons es sus niñas. Hay gente que se escandaliza en España ( y a veces me parece normal que lo hagan) cuando ven a una niña maquillada o con botas de tacón a la tierna edad de 12 años o así. Pues bien, por lo que he visto, con 12 años ya se es una vieja para eso. Aquí vi algunas (y no es que me estuvieran fijando en ellas a propósito, jodidos malpensados) con tacón, maquillaje y ¿escote? a una edad en la que si fueran católicas no se estarían preparando ni para la primera comunión. Ni estarían como putones verbeneros ¡Cuánto daño ha hecho el protestantismo, anglicanismo y demás bazofia a docenas de generaciones de muchachitas! Bromas aparte, presenciar eso no fue un espectáculo agradable y no sé porqué me vino a la mente todo lo de Madeleine y los McCann, uhm…

La estancia en el aeropuerto fue agónica a pesar de la lectura y de los juegos de cartas. A destacar el wrapped tuna (atún enrollado, o así) que servían en uno de los restaurantes del aeropuerto, que recordaba vagamente a un kebap de atún. Digo vagamente porque el segundo sabe a vómito y el primero es gloria crujiente. Aunque quizás era un truco mental fruto de mi desesperación y en realidad estaba comiendo algo asqueroso, vete tú a saber. Intentamos dormir algo en los bancos del aeropuerto, pero no fue cosa fácil y harta incómoda. Incluso creo que intentar conciliar en sueño allí cansaba más que reponía fuerzas. Mal de muchos, consuelo de Manu, había docenas de personas desperdigadas por el aeropuerto en un visible estado de coma (etílico en muchos casos). A las 4:00 o así nos fuimos a chequear, y otra vez el miedo de que me cobrara el portátil y pagar una millonada. Y siendo viejo como es quizás hasta valdría la pena dejarlo xD. El problema no fue el portátil, nope. Sino la maleta/bola que llevaba de mano. Cuando nos dirigíamos a los arcos de seguridad y todo eso, mis compañeras de viaje iban delante y no les dio ningún problema el señor que controlaba la gente. Incluso les dijo un “gracias” perfectamente pronunciado, fruto de muchas noches en Benicassim con alcohol y pastillas hasta las cejas, supongo. Pero fue verme a mí y a mi bolsa y suceder el siguiente diálogo:

Brit-With this bag, no.
Manu-Excuse me ser, I came here with that and I didn’t hav…
Brit-Do not argue with me!
Manu-But, look…
Brit-DON’T ARGUE WITH ME!!come BACK to check this bag.
Manu-But it fits in the upper part of the plane!
Brit- I don’t care about that, if I say this doesn’t pass, it doesn’t pass (o algo similar, y cogió mi billete y puso “bag size too big” lo que me condenada al check-in, pues en las otas puertas lo verían)
Manu-Thank you very much, sir…(mamón)

Si el hambre agudiza el ingenio, la falta de dinero o las ganas de no pagar ponen las pilas a todo trapo. Además mi vuelo salía en 40 minutos, y seguramente el check-in ya había chapado. Por lo que fui viendo las otras puertas de los arcos de seguridad una a una, esquivando a todo viejo inglés malhumorado que hubiera a cargo. Imposible, siempre ponen a la creme de la creme en ellos. Pero había una especie de asistente de aeropuerto o azafata jovencita: esa era mi oportunidad de rescatar mi libertad, o algo. Me acerqué a ella con (aún más) cara de desesperación contándole mi historia, que si que me había entrado la anterior vez, que si que entra en las cestas metálica que hay para medir si entran o no, que si estaba pelado de pasta. La chica, que no era muy habladora, se apiadó de mí y me acercó una de esas cestas, y doblando un poco los bordes cupo sin dificultad. Tras ello tuve la suerte (ojalá me acordase nombre de aquella chica, le pondría una vela todos los días, hasta que me olvidase, claro) de que retiró una de estas cintas típicas de poste a poste en el aeropuerto para hacer filas o no dejar pasar a la gente, de tal forma que no tuve que hacer cola como el resto de la gente y pasé directamente al arco de seguridad ni me pesaron la maleta de mano ¡menudo golpe de suerte el mío! Le agradecí con todas las frases que sé en inglés de agradecimiento, incluyendo un “you’ve saved my life” que espero que recuerde porque es totalmente verdad. Tras la máquina de rayos X y todo eso me puse a buscar a Sabela y su hermana, a las cuales había dejado colgadas antes al no poder pasar con mi bolsa. Me puse a buscaras y, ups, se me estaba acabado la batería del móvil. Las llamé y les dije una puerta de embarque al azar, la 39, pues yo pensaba que estaba cerca. Y pensé mal, había que coger un minimetro. De todas formas la nuestra era la 30, así que no era un problema. Total, que llegué antes que ellas y además tuvimos que esperar un buen rato para empezar a embarcar. Al fin podía escapar del maldito país que tantos disgustos ha causado a los españoles, desde la Armada Invencible hasta servidor. Aunque he de decir a favor de ellos que mi último profesor de inglés, Mr Melia, era de Manchester y era la hostia.

1 comentario:

Kate dijo...

cicatrices, gran bretaña... VISTE A JARRY POTTER??