domingo, 5 de octubre de 2008

de Jindeburgo a Ausbich (parte 1)

Miércoles 1 de Octubre de 2008

Polonia tiene un millón de lugares turísticos de belleza incomensurable y...bla bla. Amigos, ya sabemos de que va todo esto. Quien se viene a este recóndidto país primero viene a ver lo que se tiene que ver: cosas nazis y cosas bélicas. No olvidemos que sobre estos lares se asienta uno de los mayores campos de deporte de la historia: invadir Polonia, que ha hecho las delicias de guerras contra Alemania y Rusia. Así pues, el miércoles (tras mandar más de una docena de mails) nos dispusimos a poner rumbo a Auschwitz, Oswiecim en idioma local, pues el primero está alemanizado. El nombre germánico de Zabrze es Hindenburgo. Al parecer los alemanes pasaban mucho tiempo por aquí, y no de vacaciones. Sabela, su prima y yo fuimos corriendo ya que íbamos tarde a la paupérrima estación de trenes de Zabrze, que por no tener no teía ni manecillas en el reloj. Además como es habitual, la mujer encargada de vendernos los billetes no sabía inglés (no la culpo, los extranjeros no abunda por aquí). Pero por increíblemente azarosos avatares del destino, le pregunté en inglés a una chica joven que estaba en la cola si podía ayudarnos. Y ella dijo algo como "mejor en español, por favor" . La mandíbula casi se me cae al suelo, vamos. Nos ayudó tanto que incluso compró ella los billetes, aunque obviamente le pagamos después. Además iba a la misma ciudad que nosotros, Katowice, pues allí debíamos hacer un transbordo a otro tren hacia Oswiecim. Resulta que la chica esta, Agniezska se llamaba, había estado un año entero en Chile y le fue suficiente para aprender castellano casi perfectamente. Y el tren nos salía en un par de minutos, así que más afortunados no podíamos sentirnos. Aunque como se verá más adelante donde el destino da, por otro lado te lo quita. O te apuñala sin compasión.

El tren tardó unos 40 minutos en llegar a Katowice, trayecto el cual fue aprovechado para conocer a nuestra polaca salvadora del día, quien estudiaba en Zabrze pero iba en tren a otra ciudad para ver cine menos comercial. Tan sólo espeo que por el bien de su salud no fuese una pelúcla española. Además nos dijo que en total le salía lo mismo billete de tren incluido, pues la entrada le salía más barata que en unos multicines. Le explicamos nuestra situación de perdidos en el mundo en la pequeña ciudad de Zabrze y también le demostré lo limitado de mi polaco. Que obviamente al principio, de un idioma se aprende en un 90% palabras malas, horribles, bastardas. En Katowice nos despedimos de ella, no sin antes de agradecérselo con todas nuestras fuerzas, pero caray, si hasta nos indicó en que andén debíamos estar para el tren a Oswiecim ¿habría tenido tanto apoyo un guiri en España? seguramente no, pero también es cierto que nosotros no llevábamos sandalias con calcetines. Y no sólo por el frío. Tenemos una imagen que mantener.

Sé que no tiene que ver con la temática del post¿pero es que acaso alguien lee este blog?

Así pues nos dispusimos a coger el siguiente tren, al cual no hubo que esperar porque ya estaba allí. A diferencia del anterior recorrido predominantemente urbano éste fue más rural, peligrosamente rural. Tanto que nos estábamos temiendo lo peor, pero a base de señas y de utilizar mi guía de conversación de polaco, pudimos entender que realmente era un tren para Oswiecim. Debido probablemente a una ingeniería marxista digna de admiración, casi ninguna estáción disfrutaba de cartel con nombre, y luego nos quejamos de Galicia, joder. Este trayecto se alargó durante unos 40 minutos que se hicieron algo largos pero en los cuales comimos unos suculentos sandwiches de chorizo. Me supo a gloria, pero creo que quizás incluso aunque me hubieran servido cartón lo habría catado con curso. Pero cartón ondulado, nada de esas mariconadas de cartón pluma, eh.

Estuvimos preguntándole a la misma señora media docena de veces si esa media docena de paradas eran Oswiecim. Afortunadamente la nuestra estaba señalizada. El día ya no estaba muy claro, y eso que eran sobre las 4 de la tarde, aquí a las 6 ya es de noche. Bienvenido al Tercer Mundo, donde ni siquiera tienen pasta para comprar más horas de luz. Oh, no, ahora me explico porqué tanto solarium...

Bajamos del tren y nos dispusimos a buscar el campo, aunque así de primeras sin tener idea de polaco la idea se antojaba algo difícil. Afortunadamente dos chicas n no consecutivaas nos enseñaron cual era el camino, aunque podiamos coger el bus que hay directo al museo. Como el tiempo es gratis, preferimos ahorrar y realizamos una caminata de diez minutos hasta el campo, del que por cierto no hay ni una sola señalización turística en ninguna calle. Unos lo llamarían negacionismo. Yo lo llamo dejadez.

En resumidas cuentas: vimos unos edificios de ladrillo donde se hacinaban cientos de miles de prisioneros, vimos algunos hornos y algunas chimeneas. En cada edificio enladrillado había alguna exposición de parte el Holocausto: experimentos, resistencia polaca, etc. Pero es que realmente no vimos el esteretípico campo de concentración. Visitamos Auschwitz 1, y la cosa se cocía (no es chiste malo) en Auschwitz-Birkenau, donde los barracones eran de madera y de un sólo piso, vamos, el campo de conectración de toda la vida de las pelis, esto en comparación parecía un hotel. Aunque supongo que en invierno con simpáticas temperaturas de 20 bajo cero no debe ser tan divertido. Salvo para aficionados de los Juegos Olímpicos de invierno, claro.

Aquí me veis posando/pasando frío debajo de Arbeit Macht Frei, la entrada del campo. Que significa en alemán "el trabajo libera". Manda cojones con los germanos. Aunque si por crueldad fuera, yo lo habría titulado "savoir faire"...¿humor negro? sí, pero sino a ver como se sobrelleva este lugar que escapa a la comprensión.

Más mañana, ahora....estoy cansau

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