lunes, 23 de febrero de 2009

Last days on Planet Earth

Viernes 9 de enero de 2008

Tenía que arreglar cierto papeleo en Santiago. Básicamente cómo conseguir más dinero a costa del Estado para financiar mis tropelías en el extranjero. Vamos, que me sentí como un pobre emprendedor de la pujante industria armamentística. Y como es habitual, decidí presentar los papeles el último día...pero esta vez no fue a mi voluntad, los simpáticos miembros de una de las oficinas administrativas de mi querida universidad decidieron que trabajar mucho es de idiotas, y aunque en un principio me dijeron que los documentos que necesitaba estarían listos en 5 días, ¡tachán, al final sólo fueron 12 días! y aún por encima supongo que tengo que agradecérselo. Conversación telefónica verídica:

Servidor: Necesito los documentos esta semana
Funcionario Bigotón: No te preocupes ¿es para lo de la beca?
S: Sí...
FB: Puedes rellenar la solicitud sin tener todos los documentos a tiempo. Luego sólo alguien de tu familia tendría que venir a entregarlos.
S: Vivo a 70 kilómetros
FB: ¿y?
S:...necesito los documentos esta semana

Así me sentía yo: perdido en un mar de árboles convertidos enfinas láminas empapados en tinta

Bien, finalmente tras tantos retrasos injustificados decidí presentarme yo mismo allí en la oficina, así no se podían escaquear. Así que la soleada mañana del viernes cogí un bus en Pontevedra para dirigirme a Santiago. El viaje se amenizó porque me quedé dormido. Recalcar que el primer año de mi carrera me la pasé haciendo ese trayecto todos los días de la semana, 130 kms al día durante todo el curso entre ir y volver es una experiencia tremendamente agradable que se la recomiendo a mis más odiados enemigos. Pues bien, desarrollé una gran habilidad, puedo despertarme automáticamente siempre a los 65 kms recorridos en cualquier medio de transporte, es como un reloj interno al estilo del sentido arácnido de Spiderman. Por lo tanto, me desperté en el autobús en el momento adecuado. Pero algo iba mal. El mundoe xterior que podía ver por la ventanilla había cambiado. El cielo estaba totalmente nublado y una neblina persistente llenaba el aire, además el paisaje estaba totalmente nevado...me asusté... ¡había cogido un autobús directamente a Polonia en vez de a Santiago!

Esto es más o menos lo que ví, sin duda el cambio climático acecha (foto robada de flickr, por supuesto)

Sin embargo me tranquilicé una vez vi palmeras cubiertas de nieve y vi que los nombres de las calles no correspondían a tales como Jagielloñska, Marie-Curie o Wolnosci (quienes hayan estado en Polonia sabrán a qué me refiero). Esto significaba una revelación cósmica: Santiago estaba nevado. Dejé la estación de autobuses para dirigirme a la UXA (unidad de gestión académica), un camino curioso pues a medida que iba descendiendo había menos nieve. Sin embargo al venir de un territorio siberiano-polar como es Polonia, no me causó gran sensación o pánico el entorno santiagués nevado. Simplemente era a lo que me había acostumbrado. Una lástima, el estudiante santiagués típico debió flipar en colores al volver de marcha y encontrarse copos de nieve cayendo sobre su sonrojada y alcohólica cara, un regalo caído -literalmente- del cielo para refrescar sus rasgos faciales. Estoy seguro que esa climatología salvó a Urgencias de Santiago de unos cuantos comas etílicos. En el UXA me marearon de nuevo pero al final me impuse yo y me dijeron que volviera en una hora. Donde tenía que entregar todo cerraba en una hora y cuarto, y estaba lejos. Perfecto. Me encanta cuando los planes tan sólo pueden salir mal. En ese tiempo sin sentido me dirigí a la facultad a leer periódicos y parecer un erudito. Allí me encontré con conocidos, compañeros de clase y más (Raquel Mila y Ana, un saludo a -8ºC). Les debí parecer como un fantasma tras tantos meses de ausencia, aunque bueno, hay gente que sólo se le ve el pelo en febrero y en junio, así que nadie me podía echar de menos. Sin embargo no disponía de mucho tiempo, así que tras contar las anécdotas más divertidas, violentas y sangrientas (vamos, las típicas de Polonia) me volví a la UXA donde al fin me dieron los documentos que precisaba ¡finalmente! me puse el mp3, alguna canción rápida y me puse a correr como un loco cuesta arriba hacia unas oficinas donde no sabía exactamente donde se situaban. Toda una obra de arte.

Pregunté en un edificio de la Xunta y afortunadamente era en el mismo pero por la parte trasera, una chica también acelerada preguntó por lo mismo y fuimos juntos. Se trataba cómo no de otra inconsciente Erasmus como servidor, presentando a última hora los papeles de la ayuda complementaria. La verdad es que no me acuerdo de su nombre, sólo que estaba en Nápoles. Joder, la ciudad más tercermundista que he visto sobre la faz de la tierra. La visité en una excursión del instituto allá por el año 2004, tan sólo decir unas detalles: edificios destrozados, marcas de bala en algunas fachadas y más ambulancias que taxis. Eso es Nápoles. Con algo de suerte el volcán sobre cuyas faldas se asienta la ciudad, entrará en erupción tarde o temprano llevándose por delante Nápoles y toda corrupción contenida en ella, en plan castigo bíblico. O no.

Tras entregar los papeles y todo eso, llamé al señor Álvaro con la poquísima batería que tenía en el móvil. Él me respondió con la poquísima voz que le quedaba tras una noche de juerga de proporciones históricas, que ya me llamaría después. Me llamó, quedamos delante de su facultad y también llamamos a la señorita Ara. Estábamos tan locos que fuimos a comer a un kebap, maldita sea nuestra suerte. Al menos no encontré pelos en el mío, como más tarde me pasaría en Polonia (estar atento a nuevas actualizaciones). Allí estuvimos casi dos horas hablando de aventuras y de la nieve de la noche anterior, la señorita Ara incluso se había levantado temprano para sacar fotos, luego me llaman a mí friki. La tarde la gastamos entre las viejas calles de Santiago, esquivando borrachos y hablando de nuestras cámaras de fotos (esto es mucho más divertido de lo que pueda parecer). Me despedí de ellos sobre las ocho y me fui a la estación de tren.

Santo cielo ¡hay figuras de acción de kebabs! y lo increíble es que hasta viene con su necesaria bomba y no se refiere a la salsa o a sus calorías precisamente...

Sinceramente no recuerdo más de ese día, pero me lo pasé bien. Muy bien. Gracias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.fuckforforest.com/members.html

Divagueame dijo...

Pues al final he caido...
Un beso negro...