martes, 3 de febrero de 2009

Last Weekend in Poland

Hola, queridos oyentes, admiradores, buscadores de porno que se han equivocado de página. sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que actualicé este blog. Pero no se preocupen, ha pasado más tiempo desde los hechos que voy a narrar en esta entrada. De hecho esta entrada trata del último fin de semana que pasé en Polonia, allá por el ya lejano diciembre de 2008.

Allá vamos en este viaje en el tiempo:

Preámbulo
El sábado 13 de diciembre salí en Gliwice con toda la muchachada Erasmus. Por dos motivos de menor a mayor importancia: era el cumpleaños de Miriam la madrileña, y necesitaba escapar del agujero en el que me encontraba, el cual algunos han bautizado arrogantemente como Zabrze. El ponerle un nombre ya denota un respeto que no se merece.

Bien, a lo que iba. Tras unas risas y algo de fiesta en su residencia, nos dirigimos al centro de la ciudad para poder disfrutar de las discotecas de esta negra tierra plagada de carbón. No tuvimos suerte el principio, el Spirala estaba cerrado para una fiesta privada de profesores, y no nos permitieron entrar. Seguramente si hubiéremos ido antes tan sólo nos hubiéramos encontrado con la fiesta privada de alumnos, más fáciles de sobornar y habríamos entrado en esto:

"Mateusz ¿porqué te metes la mano en el bolsillo? la gameboy sabes que la tengo yo"

Algunos no aguantaron semejante decepción y se fueron a sus respectivas (y vacías) camas. Así que fuimos a otra discoteca ¿algo soviética? ¡no!¡totalmente soviética! por sus paredes discurrían alegres imágenes de humoristas como Mao o Stalin. Si hasta me saqué una foto con una efigie de ni nada más ni menos que Lenin. Que su momia descanse en paz. También un gordo muy gordo cual barril me estaba empujando muchas veces en la pista de baile, pero tenía miedo de que si le devolvía la jugada volcara su contenido y el lugar se viese inundado por cientos de litros de vino. Además que yo no soy de esa madera. Creo que era roble.

Lenin y yo. Yo y Lenin. Pasión, traición y comunismo. Una historia de amor.

Ese día pensaba que era el último que iba a ver a mis camaradas Erasmus, pero estaba equivocado. El señor Samuel me propuso ir con él y algunos más a un parque natural situado en las cercanías de Cracovia. Si aceptaba significaba que sólo tendría 5 horas de sueño y que al día siguiente de ese viaje tendría que organizar todo para volver a España. Como es obvio, acepté semejante oferta. Así pues, me fui antes de la fiesta de lo que había planeado en un principio, pero daba igual porque el plan prometía. Saludé y felicité las fiestas a todos los que sabía que no iba a ver hasta el año próximo, tras ello me dirigí a coger el último tranvía de la noche.

Estaba tan tranquilo yo a unos cuantos pasos del cartel de los horarios de la parada cuando se me acercó un polaco alcoholizado. Obviamente no sabía de qué estaba hablando, es más, no lo sabría incluso aunque fuera español, pues su saturación en sangre debía estar por las nubes. Le dije que no hablaba polaco y me respondió con un inglés más o menos inteligible que me preguntaba por el horario de tranvías. Yo le respondí que estaba ahí al lado y su respuesta -literal- ¡es que estaba demasiado borracho como para leer! como veis, no estaba exagerando.

El hombre, a pesar de alcohólico y polaco no se mostró violento conmigo. De hecho hasta mantuvimos una conversación. Yo le dije que era de un sitio de España cerca del norte de Portugal. Bien, resulta que el muy cabrón era ingeniero y había trabajado en Oporto durante tres años. Coincidencias cósmicas. Ahora trabajaba en Gliwice, sitio que no le gustaba nada, pero ganaba unos 3000€ al cambio. No me extraña, esta ciudad tiene un plus de peligrosidad y fealdad bastante sabroso. También supo recitarme una buena docena de insultos y palabrotas en portugués, cosa que me hizo sentirme algo más cercano a mi terruño gallego. Y por una vez, no me sentí en peligro en el tranvía nocturno, pues aunque plagado de escoria humana, me encontraba al lado de un amigable y fuerte polaco blasfemando en un idioma reconocible para mí.

Los hechos: Domingo 14 de Diciembre de 2008
El plan comenzaba para mí antes que para los demás, pues tenía que levantarme temprano para preparar las cosas e irme a Gliwice. Me hice el correspondiente bocadillo de emergencia -quién sabe qué monstruos podrían habitar ese parque natural, seguramente no comestibles- y salí corriendo a la estación de tren. Ni me dio tiempo de comprar billete, aunque de todas formas no tenía miedo de revisores, era un domingo por la mañana y el trayecto era de 8 minutos. Lo malo es que iba demasiado abrigado y hubo un efecto invernadero dentro del tren y casi muero asfixiado. Me bajé en la estación y estuve esperando y esperando y esperando a por el coche Erasmus de expedición. No había apenas nadie por la calle. Imaginaos una cosa, en Polonia por la calle un día de semana cualquiera hay tanta gente como en España un domingo. Así que ese día era algo como (domingo)^2, por lo que el número de gente tenía el límite hacia menos infinito.

Cuando al fin llegó el coche, noté que faltaba alguien. La expedición estaba en un primer momento formada por los señores Omar, Samuel, Jacobo y Aycan (léase "Aillán", es un chico turco). Al parecer el señor Jacobo finalmente no se apuntó por estar destrozado de la noche anterior. Me monté el el vehículo fantástico y nos pusimos en ruta. Primero debíamos meternos en la autopista a Cracovia y al final pillar un desvió hacia el norte, dirección un pueblo llamado Ojców.


El señor Samuel demonstrando que comprarse un mapa a escala 1:1 no es la mejor de las ideas

Ni que decir tiene que nos pasamos de largo, como es natural en mentes jóvenes. Te ponen una raya de 5 cms y al final acabas en la cocina mentiéndote harina. O al menos es lo que me cuenta la gente que veranea por la Ría de Arousa.

Y mira que les dije que ése era el parque natural y no me creyeron

Sin embargo somos hombres de acción, y conseguimos encontrar la ruta correcta sin acabar a hostias. La zona era un sitio de colinas suaves y bosques dispersos, ligeramente Kanseño todo hay que decirlo, pero enclavado en el Tercer Mundo. Tras atravesar un espesísimo bosque, Omar aparcó el coche al lado de una capilla de madera, que al fin de al cabo era el único sitio con espacio -y que fuera gratis también-. Recordar este detalle para luego.

He aquí los integrantes de la odisea, de izquierda a derecha: Samuel, servidor, Omar y Aycan

Ahí se nos puede ver a las puertas de un castillo en ruinas. Lástima que estuviera cerrado. Sin embargo disfrutamos de largas caminatas a lo largo de senderos y más senderos codificados en unos colores sin sentido alguno, seguramente para despistar al enemigo. No se puede decir que ese día no caminamos (más tarde calcularía que hicimos sobre 14 kms). He aquí algunos documentos gráficos inéditos de ello:

Un avión de Oceanic Erasmus Lines se estrella en mitad de un bosque polaco, dejando sólo 4 supervivientes, 8 zapatos, 15 extremidades, 16 botones, 23 dientes intactos y 42 monedas....LOST IN POLAND

Portada de su último single

Omar se encontró con un profeta en la montaña considerablemente pequeño

¡Vamos, resguardaos de los francotiradores!

A medida que el día iba transcurriendo y el sol descendiendo, cada vez veíamos a menos gente. Y en uno de los senderos, cuando vimos que ya estaba algo oscuro decidimos volver. Podíamos volver por donde habíamos vuelto, una apuesta segura, o seguir por un camino totalmente inexplorado en un país en el que no conocemos el teléfono de emergencias. Como es obvio fui yo el que sugerí la última opción y la que triunfó. Tras un cuarto de hora llegamos a ver el pueblo que está a la entrada del parque, así que muy perdidos no estábamos. Sin embargo oscureció totalmente, en plan apocalíptico, y empezó a hacer un frío digno de Plutón. Decidí usar mi bocadillo de emergencia para tener energías suficientes, así que no tendría que comerme a ningún compañero como en la película "¡Viven!" aunque no estaba nevando, el nivel de congelación era tal que se comenzó a formar escarcha en mi cara. Notaba el frío y la muerte rondándonos, sin embargo, debido a que uno, teníamos muchas prisa y dos, tenía muchísimas ganas de mear, íbamos caminando a una velocidad considerable (velocidad puestazo para los amigos de la crew) por lo que creo que generamos suficientes julios de calor como para brillar.

La carretera en mitad del bosque estaba más que oscura, podías tocar su negrura. Esto era una señal de que Obama iba a ganar las elecciones. Bueno, la verdad es que aquel día ese señor ya estaba electo, pero a lo que iba: en la carretera a veces pasaban coches, más bien sus focos, porque no se veía absolutamente anda más, menos mal que no había desvíos. Vimos también un coche de policía. Menos mal que no nos paró porque sino a ver cómo explicábamos en polaco nuestra penosa situación. Además eso, reconocer nuestra humillación, por favor, tenemos una imagen que mantener. Finalmente llegamos a la capilla de madera, que era lo único que se podía ver desde cierta distancia debido a una gigantesca farola. Eran las 4:30 de la tarde (sí, en esos días anochecía a las 3:15) y sobre el parabrisas había un papel. Una multa. Puesta a las 4:20, seguramente por el coche de policía que nos había visto pasar, dios bendiga a Polonia. Tras descargar líquidos nos subimos al coche y pusimos rumbo a Gliwice. Me quedé absolutamente dormido durante el viaje, es decir, cerré los ojos en Cracovia y los abrí sólo a 5 kms de Zabrze, todo un éxito.

Epílogo
No ha sido necesario pagar la multa, ya que murió en una de las lavadoras de la residencia del señor Omar. Ahora crucemos los dedos para que la policía polaca no sepa español ni esté husmeando en este blog. Aunque por otra parte eso significaría más visitas...uhm, interesante.

PD: para los policías polacos: sé que hago muchas referencias al Tercer Mundo estando aquí. Es normal, no se ofendan. Todo surgió porque a raíz de que una vez le conté a un estadounidense que estaba de paso por España, que era un país del Cuarto Mundo ¡y se lo creyó! dios bendiga a América


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