martes, 17 de febrero de 2009

Coming back to Planet Earth

Martes 16 de Diciembre de 2008
La vuelta a casa. Primero se pensó en ir en taxi hasta el aeropuerto de Katowice. Sin embargo éramos muchos para dos taxis y demasiados pocos para tres. Así que los desafortunados erasmus de Zabrze nos tuvimos que conformar con ir en tren. Y tuvimos que ir unas cuantas horas antes del avión, ya que el penúltimo bus partía a las 21:30 al aeropuerto, y nuestra salida era ni más ni menos que a las 04:00. Todo un aprovechamiento del espacio-tiempo, sin duda. Einstein estaría orgulloso de nosotros.

Allí esperamos, en la estación de Katowice, conocida nacionalmente como una de las más peligrosas del país, e internacionalmente por su pésimo gusto arquitectónico. Nos metimos en una de las decadentes y soviéticas cafeterías. Sólo había un alcohólico jugando a las máquinas tragaperras, un matrimonio de aldeanos, un hombre con mochila a cuestas con toda la pinta de haberse perdido. Mientras estábamos sentados y hablando se sentó un chico cerca nuestra. Al poco rato de escucharnos nos preguntó si sabíamos español. Me encanta que me pregunten cosas así. Normalmente digo que no, pero a veces hago excepciones, y éste parecía un tipo simpático.

El chico en cuestión era Mateusz, un polaco que iba a visitar a su novia que está de erasmus en España. Necesitaba algo de ayuda, pues primero cogía un avión Katowice-Girona y después tenía que ir a Reus para coger otro a...¡Santiago de Compostela! no me digan que no existen las casualidades cósmicas en Polonia, porque si me dicen que no le puede caer casualmente un ladrillo silesiano en todo el cráneo ¡primero cogemos ambos el mismo vuelo y resulta que tenemos el mismo objetivo: la lluviosa y tropical Galicia! Mateusz no sabía castellano, y necesitaba que le apuntase en una libreta que tenía algo del estilo "¿cómo puedo ir de Girona a Reus en autobús o tren?¿qué es mejor?". trabé amistad con él y aparte de ayudarle en ese tema le escribí unas cuantas frases útiles, tanto en castellano como en gallego. Porque "ghastas pista, mosiña" es una frase que debería figurar más a menudos en obras clásicas. También alguna en catalán, pero me sentí miserable al no saber más que cosas como buenos días y muerte a los no-catalanes.

Cogimos el bus juntos y estuvimos de cháchara todo el trayecto, qué estudiaba, dónde. Mateusz es de Lódz, al igual que varias personas que ya conocí. le pregunté si sabía de ellas, y me dijo que no, que es una ciudad grande y todo eso. Tras explicarle una de las casualidades cósmicas (el caso de la chica de Lódz que había salido con el hermano de la única chica erasmus que conocí en España de esa ciudad) quedó convencido de que todo es posible, y eso que no tenía nada para amenazarlo en caso de disentimiento. Nos dio a probar una especie de rebanadas de plátano duras y algo dulces, que no estaban nada mal. A pesar de que se llama Aeropuerto de Katowice, hay toda una hora en bus (¡sin paradas!) hasta allí. A poco más y me fosilizo en ese soviético medio de transporte.

Una vez en el aeropuerto sólo nos quedaba esperar. Una hora más tarde o así llegaron los portugueses y las valencianas. Le presentamos a Mateusz y allí estuvimos esperando, sacando fotos y algunos tomándose la cerveza reglamentaria antes de subir al avión. Y no, no había ningún británico entre nosotros. Una vez arriba en el húngaro aeroplano de Wizzair, puse mi música e intenté dormir. Cerré los ojos y en lo que parecieron décimas de segundo, llegamos a Girona. Achaco esta distorsión espacio temporal a la distorsión-pérdida de tiempo en la estación de tren de Katowice. Mateusz estuvo un rato con nosotros, pero no tardó en irse a coger un autobús hacia Reus. le dije que total nos veríamos en Santiago ese mismo jueves por la noche, promesa que como podéis imaginar no cumplí. No por mí, el pobre hombre estaba visitando a su novia en un país extraño con extrañas costumbres de salir hasta tarde, y ellos a la medianoche ya estaba durmiendo. U otras cosas, pero juntos al fin de al cabo.

Miércoles 17 de diciembre de 2008
Estuvimos esperando muchas, muchas horas en el aeropuerto de Girona. Sentados en incómodos bancos cercanos a las puertas automáticas, nos estábamos muriendo por hipotermia. Sí, el aeropuerto de Katowice es mil veces más amigable. Yo llevaba una bolsa con chorizo en el bolsillo del anorak (siempre tuve miedo que en el control de rayos X alguien me exigiera explicaciones, a ver como lo explicaba en polaco...) y pan de molde que me había sobrado, y es lo que devoré con pasión a la hora de comer. Nota a destacar: ¿tan mala pinta teníamos? al señor Joao le dijeron que no podía recostarse en el banco. Y no se lo dijo un empleado, no, se lo dijo un policía nacional con las pelotas de acero. Quizás estaba resentido por una toalla demasiado raspadora, quién sabe.

Tras la interminable espera, cogimos el aeroplano de Ryanair rumbo a Oporto. Incluso éste vuelo se me hizo más largo que el anterior, algunos dirían por la falta de sueño, pero pienso que es más por esas cosas relativísticas. Allí me recogieron mis padres, que me llevaron en coche a mi hogar en la malsana ciudad del río Lérez. Gothamiña para los entendidos (este guiño va para el señor Iago, sino lees esta basura de blog, pues lo siento mucho). Esperaba conciliar algo de sueño en el trayecto, pero en vez de eso fui acosado por multitud de preguntas sobre mi estancia por unos preocupados padres ávidos de información: la pesadilla de la vuelta a casa había comenzado.

Cuando estás varios meses fuera notas diferencias en las cosas de tu anterior vida (leches, parezco que hablo desde la ultratumba) incluso aunque sean las diez y media de la noche. En Pontevedra vi unas cuantas tiendas nuevas y muchas más cerradas. Dirán que es por la crisis, pero yo creo que el olor corporal de la ciudad no ayuda.

Jueves 18 de diciembre de 2008
Tras dormir bien y por unas buenas horas, decidí que era buena idea hacer un sobrehumano esfuerzo y visitar Santiago la noche del jueves, y con ellos, a mis amigos. En este orden de importancia, sin duda. Cogí el tren a la capital galaica tras tantos meses sin pisarlo, y sinceramente, hasta casi se podría decir que lo echaba de menos. Claro que no tiene el mismo glamour que los trenes polacos, que no sólo comparten la línea de los trenes que iban a Auschwitz, sino que en muchas ocasiones siguen siendo exactamente esos mismos trenes. Encontrarme en España con un tren con luz durante los túneles me hizo maravillarme de tan avanzada tecnología que había creído olvidada tras varios meses sin disfrutar de ella.

Viernes 19 de diciembre de 2008
Estuve en la casa de unas amigas, y por mi boca salían atropelladamente frases inconexas, sin sentido, mal pronunciadas y sobre fantásticas hazañas difíciles de creer. Vamos, que mis conocidos me encontraron el el mismo estado en que me vieron la última vez, y hasta se alegraron de ello. Aunque creo que lo que tomaban no estaba en buen estado, pues hasta me dijeron que me veían más alto. Ver para creer, que dijo Stewie Wonder. Le mandé un sms a Mateusz, y eso que ya era tarde para salir, una lástima. Salimos a la zona vieja de Santiago, y como era el último jueves antes de Nochebuena como comprenderéis todo estaba bastante solicitado y la superpoblación estudiantil campaba a sus anchas, por lo que los garitos que visitamos tenían unos cuantos moles de personas y el aire escaseaba. Entonces sentí lo que sienten las sardinas dentro de una lata dentro de un bolsillo de un currante japonés dentro de un tranporte público en Tokio. Sentí que tenía que matar a la humanidad.

Sin embargo tales planes tenían que esperar, pues aparte de tener mucha competencia en ello, primero tenía que cenar algo. Fuimos a un 24 horas, y tras esperar casi 23, me dieron lo que pedía. Me despedí de los compañeros de clase que no había visto por meses, albergando la (falsa) esperanza de volver a verlo antes de irme de nuevo. Un saludo a Eva, Nuria y Eva desde aquí, si es que leen esto, que lo dudo :D

Lo peor de todo es que no podía quedarme a dormir ¿la razón? una buena: tenía que ir al dentista por la mañana a las ocho para que me quitaran (¡la última!) otra muela del juicio. Sí amigos, salgo un jueves por la noche y me voy al dentista a la mañana siguiente sin dormir. Esto si que es reenganchar y no los afterhours esos llenos de cocaína y ojos saltones. Por cierto, me hablaron de un garito afterhousr en Santiago que ni siquiera tiene música, se supone que todos los empastillados la llevan consigo en su cabeza (no, no es broma)

Así que sin más miramientos me despedí de mis camaradas, cogí el tren, llegué a casa y ya para el hospital. Sí, las quitan por la Seguridad Social, así que si tenéis algún problemilla con vuestro juicio o vuestras muelas, antes echarle un vistazo para cuando os dan cita y quizás os ahorréis 90 euros por muela. Al ser gratis el servicio y al ser yo español, me dije "¡hostia, que me quiten todas!" así hablé y así fue. Me quitaron tres antes de irme a Polonia y la última durante mi vuelta por navidades. A lo que iba. Llegué y me sacaron la muela en unos minutos, lo peor es la jeringuilla que te clavan en la encía y su asqueroso sabor. Una vez en casa tuve la osadía (ya la estupidez) de recostarme un poco pues estaba totalmente destrozado de la noche anterior y de no dormir, claro. Craso error. En una cirugía de estas proporciones hay que estar lo más vertical posible durante el mayor tiempo posible (esto te lo avisan ¿pero quiénes son esos intelectuales de dentistas para decirme nada?) así que me gané un negrón en la mejilla ¡cosa que en mi vida me había pasado! además más que hematoma oscuro era de este colorcillo amarillo moribundo. Sin duda todo un éxito.

A la noche, con hinchazón reglamentario en la mejilla izquierda me decidí a dejarme caer por el Mamasunción, pues mis amigos pontevedreses no son excesivamente imaginativos (lo digo con cariño, eh) y claro, allí me los encontré, dándoles una sorpresa, sobre todo al señor Álvaro. Pues los señores Jaime e Iago me vieron aproximarme, y les indiqué silencio con un dedo. Estaba el señor Jaime haciéndole algo en el pelo al señor Álvaro y yo me apunté a eso y a la conversación. Creo que el estado etílico ayudaba a sorprenderlos aún más de mi presencia en plan fantasmal. Otro éxito del día. Tras estar con ellos un rato por la zona vieja decidí retirarme. Demasiadas cosas desde que puse mi pie en el Planeta Tierra de nuevo.

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