martes, 2 de diciembre de 2008

Budapest: Capital del porno (o eso nos prometieron), episodio final

Cuanto más tiempo me separa de aquellos días, más vagos son mis recuerdos y las sensaciones vividas se diluyen. Esto no lo digo para quedar bien, sino porque es una excusa perfecta para escribir menos de lo que los hechos acaecidos se merecen.

Lunes 10 de Noviembre de 2008

Yo estaba destrozado de la noche anterior, y si servidor lo estaba, no quería ni imaginar cómo los hígados de los demás atormentaban a sus dueños. Esto quedó constancia en nuestros cohabitadores de la península, los portugueses, como contaré a continuación. En teoría debíamos abandonar el hostal a las diez de la mañana como muy tarde, o sino tendríamos que pagar un día más. Y como buenos españoles, traicionamos nuestros juramentos, en este caso el de llegar a todos los sitios tarde, y nos levantamos lo suficientemente temprano como para desayunar y no estar con muchísima prisa debido a que estábamos en el límite de tiempo. No obstante, no puedo decir lo mismo de los portugueses. Estos cándidos muchachos todavía se encontraban durmiendo a pierna suelta y semidesnudos incluso a las 10:30 de la mañana, toda una proeza que hace las delicias de niños y ancianos, pues porque también son unos vagos de mentes simples. O es que tenían los cojones de acero, que también.

Nuestro plan del lunes era irnos a los afamados balnearios de Budapest. Afamados para los budapestenses, porque yo de la ciudad sólo había escuchado hablar de cosas semi pornográficas, y infortunadamente baratas. Una vez en la calle esperamos por los señores Fernando y Samuel, los cuales tardaron algo más porque estaban afanando almohadas. No sería la única cosa gratis que se llevarían de Budapest, no señor.

Oh claro, resulta que las columnas de la embajada ¡están hechas con carne de Kebap!
Nos dirigimos a través de la avenida de las embajadas hacia el parque donde se sitúan los balnearios, y fue una decepción que la embajada turca no tuviese un puesto de Kebap. En la entrada del parque nos encontramos unos monumentos a héroes húngaros:
El sueño de toda mujer: monumentos fálicos y marmóleos, y hombres bronceados (bueno, de bronce)

Y a cinco minutos andando estaban los balnearios, fáciles de encontrar, pero algo más complicada es la entrada correcta, pues la primera en la que entramos estaba atestada de ancianos y nos atendió un chico joven con demasiada pluma. Y cuando digo demasiada lo digo porque en comparación Paco Clavel parece un macho de Pressing Catch...mierda, ¡si no hay machos en esa farsa!¡jódete Shocker!

Al final entramos, pero idiotas de nosotros, los señores Samuel, Fernando y yo no habíamos traído bañadores junto a nosotros, y sé que no era una maldición por las almohadas robadas, pues yo no me agencié ninguna. Primero nos ofrecieron para alguilar unos descoloridos fardahuevos, seguro con mil historias de ladillas a sus espaldas (entrepiernas, mejor dicho), pero nos decantamos mejor por unas bermudas. Conseguimos darle pena suficiente ala señora para que nos rebajase el precio del alquiler de esas inmundas prendas, una especie de 3x1. Por avatares del destino mi bañador me quedaba grande y el de Fernando más bien pequeño. God bless Hungary.
Figura 1. God Bless Hungary

Sobre lo siguiente, pues qué decir. Nos cocinamos en aquella cazuela a fuego lento durante cuatro largas horas, así que nuestra piel envejeció algunos siglos. Pero lo disfrutamos. Por una vez nos sentimos que no éramos parte del proletariado y al fin tocamos y sentimos las deliciosas delicias de la sociedad burguesa. Hay muchas anécdotas, como que casi mato a un niño cuando me lancé sobre el señor Fernando, nuestros múltiples y fallidos intentos de hacer un tapón como si fuésemos colesterol en una especie de piscina anular, unos soviéticos y bigotudos viejetes (aunque sea redundante) jugando al ajedrez en la calurosa piscina, una sauna capaz que usaba como combustible a la misma gente que se adentraba en ella, piscinas de eutanasia donde docenas de abuelitas esperaban muerte por ahogamiento para acabar con sus penurias y un largo etcétera...¿chicas cachondas? sí, justo cuando teníamos que irnos. En fin, si visitais Budapest no dudéis en pasaros por aquí:


No apetece escribir nada más, estoy algo rallado y enfermo, así que tengo excusa. Además, mañana me acordaré menos de este día, así que tendré que escribir menos, ¿a que es un plan realmente interesante? y si te fijas, es un argumento que ya he dicho a la entradilla de este texto ¡si es que me había olvidado!

No hay comentarios: