lunes, 24 de noviembre de 2008

Budapest: Capital del Porno (eso nos prometieron) Episodio II

Sábado 9 Noviembre de 2008

Debido al desfase de la noche anterior obtuvimos fue un desfase horario. Nos levantamos tan tarde que nos quedamos sin desayuno, además, no nos daba tiempo a mañana de hacer nada de interés. Y por poco perdemos la tarde, nada menos. Así pues, lo primero que decidimos visitar fue la sinagoga del centro de Budapest. No fue la mejor idea, al ser sábado estaba cerrada para lo visitantes. Además, el espíritu judaico seguro que nos habría hecho pagar por entrar en el caso de que estuviera abierta. Tras la fallida visita, estuvimos en una cafetería en la calle de enfrente, toda una referencia al Primer Mundo, pues por Zabrze más bien escasean.

Tras ello nos pusimos en marcha al Museo Nacional de Budapest. Debido a nuestra inherente españolidad llegamos tan sólo a una hora y media del cierre, pero de todas formas decidimos arriesgar. Es una lástima que no dejasen sacar fotos, bueno, en realidad sí, tras previo pago claro. Es curioso ver que hay que pagar por más cosas en los países ex comunistas que en nuestro ibérico país. En el museo entramos directamente en las salas a partir de la Edad Media, un error por nuestra parte del que nos dimos cuenta una vez habíamos salido. Total. Como nadie sabe nada de Hungría, nadie sospechó nada hasta que fue demasiado tarde. Por que señores, ¿alguno de ustedes sabe algo de este país más allá de lo del Imperio Austrohúngaro y de comunismo variado? Aunque voy a ponerle una pega al museo: teniendo nacional en el nombre, me esperaba mucho más. Tenía cosas muy interesantes, gorros peludos y personajes históricos barbudos a patadas, amén de cosas comunistas, pero le faltaba un nosequé para poder quedar empachado de conocimiento húngaro. Tras visitar las salas, visitamos la sala de conciertos del museo, dónde un cuarteto de cuerda se dedicaba a asombrar a los presentes, Erasmus incluidos. El ambiente palaciego de película contribuía a la sensación de alguna película de espías de la guerra fría, en cualquier momento uno de los músicos iba a sacar un subfusil de su violín e iba a ametrallar a un agente doble de entre las filas del público. O no. Quizás no trabajaba ese día.

Después volvimos al hostal para cenar, y en un arranque de tercermundismo lo que me hice fue un bocata de jamón york ¡qué rico y barato que estaba, oiga! Tras descansar un poquito más, pues la noche anterior había sido bestial, y tras un poco de bebercio claro, nos dispusimos a salir. Pero aprendiendo de nuestros errores por supuesto, salimos por el centro de la ciudad sin necesidad de coger un tranvía que nos llevase a otra dimensión. Primero fuimos a un garito bastante interesante lleno de velas, bastante santiagués todo hay que decirlo, pero afortunadamente más grande. Era el típico lugar en el que uno fragua la revolución de 1968 con sus camaradas (aunque luego a los 50 años no se mueva del sofá mientras mira el fútbol). He aquí unas imágenes para el recuerdo:






Bueno, esta última foto es de una de esas épicas batallas de extorsión que están tanto de moda. Afortunadamente me suelo librar. Los contendientes son Pierre y Fer, no recuerdo quien quedó en silla de ruedas tras la lucha.

El señor Jacobo había oído rumores de un buen garito por las entrañas de Budapest y tras unos cinco minutos de búsqueda y tras encontrarnos con una réplica de Evo Morales, nos topamos en el edificio que albergaba la colmena de fiesta. Era como una especie de edificio okupa, aunque el que hubiese señoras de la limpieza en los baños y que éstos estuviesen medianamente limpios no nos condujo al engaño: aquello era de un ambiente premeditadamente okupa de Berlín o algún sitio así, como de falsete toda esa luz roja, esas paredes resquebrajadas y gente pestilente. He de aclarar que nunca he estado en Berlín, pero las películas ayudan mucho supongo, siempre que no sean de la Segunda Guerra Mundial, pues sino el ruido makinero desenfrenado y gente por los suelos cobra un significado totalmente distinto:


Allí estuvimos un rato en un sitio angosto hasta que el señor Samuel fue a mear y encontró un sitio que no era para mear. Y además esa sala era gratis, toda una llamada para gente roñosa como yo. Si hasta había un maldito columpio, qué demoños. He aquí algunas fotitos representativas del descubrimiento del señor Samuel, quizás el más significativo desde el avistamiento de nuevas tierras por parte del Almirante de la Mar Océana Cristóbal Colón:







Debido a la impresionante marcha de la noche anterior (en sus dos vertientes, discotequera y 5 kms de caminata) los pies me estaban acuchillando, sintiendo un dolor bien simpático sólo si eres sadomasoquista. Así que le pedí unas llaves del hostel a no me acuerdo quién y me volví a dormir. Allí le dije a uno de los portugueses si podía poner la alarma del móvil para el siguiente día por la mañana, para aprovechar la mañana y si cabe aún más importante, por una vez disfrutar del gratuito desayuno. Pero como debido a experiencias pasadas (bueno, tan sólo de un día anterior) conservo una desconfianza justificada hacia estos compañeros de península, también le había pedido lo mismo a otro portugués mientras estábamos en el garito okupa. Todo para mi regocijo y beneficio claro.

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