miércoles, 29 de julio de 2009

Subiendo y Bajando en Dresde



Errar de es humanos: el estar de vuelta en mi ciudad natal me hace olvidar mi blog un poco. No me culpen a mí. Culpen a estas delicosas playas con su helada agua y sus tías buenas.

Lunes 6 de abril de 2009


Catalina y yo seguimos en Dresde. A pesar del fantástico viaje en bicicleta a la ciudad, aún nos quedaba por ver una cosa de suma importancia: subir al Rathaus/Ayuntamiento para poder disfrutar de las vistas de la ciudad. Así que tras un lento desayuno del que quedó esta foto para la posteridad, un mundo unido:


Uno de los compañeros de piso Jessica, Herr Kocielski, nos llevó en coche al centro de la ciudad en un desgraciadamente nublado día. Doble pérdida, la primera y más importante, la paisajística. La segunda, la atmósfera y nuestra contribución al cambio climático al tener que movernos en coche.

La ciudad presentaba otro cariz al estar en un día típicamente gallego. No por ello se me hizo más cercana, pues esa majestuosidad que vi allí no la tiene mi ciudad natal. Y mi ciudad tampoco tuvo años de comunismo, ahora que lo pienso. Pero tras la guerra la parte histórica se recontruyó de forma exacta (o al menos lo intentaron) como había sido antes de la total destrucción que sufrió Dresde. Lo vi más auténtico que Varsovia, sin ninguna duda. La capital de Polonia parece un decorado de televisión, todo tan limpio (nunca pensé que podría decir eso). Y que no se me olvide decir que parte de Varsovia fue remodelada siguiendo las simpáticas órdendes de Moscú.

Otro a las órdenes de Moscú ¡no0o0o0!¡corred insensatos!

Subimos a la torre del ayuntamiento, lo malo, como ya he comentado, era el mal tiempo, cuya acumulación de nubes no dejaba ver demasiado. Aún así las vistas eran muy buenas, en un día soleado hubieran sido inmejorables. ¡Unas fotos para constatar que Catalina, Jessica y yo estuvimos allí!
Mis rubias compañeras

Comparación con el doloroso pasado:


A la tarde aceptamos la invitación de Herr Kocielski de irnos a hacer algo de escalada. O como se llame. No es exactamente ese nombre, pero mi alemán dejaba mucho que desear (y bueno, mi Castellano también, para qué engarlo), así que no lo recuerdo exactamente. Junto a él, Jessica y un montón de cuerdas, Catalina y yo fuimos a un paraje cerca de la localidad de Pirna donde había unas paredes de roca bastante estimulantes.

Primero Herr Kocielski subio a pelo poniendo los pernos para que los simples mortales no tuvieramos que protagonizar Mar Adentro 2 (cruelded sin límites, el lema de este blog). Una vez dispuesto todo fui el segundo en subir tras él, pues como buen primate tenía que demostrar ante todos y especialmente mi novia que nadie es más macho que yo (aunque ahora que lo pienso, éramos dos hombres y dos chicas, así que fui el último chico en subir....maldición). Aunque no haya fotos de servidor subiendo por aquellas escarpadas paredes, créanme, estuve allí dándo ejemplo a toda una generación de jóvenes decarriados. Una vez estuve abajo pude dsifrutar sacando fotos de mis compañeros de expedición.

Catalina cruzando los dedos por lo que pudiera pasar.

Jessica antes del accidente...chiste sin gusto, lo sé.

¡Pudimos y vencimos!

Tras esta estimulante experiencia visitamos la universidad de Dresde. No recuerdo cúal, al menos es en la que estudia Jessica. Aunque su facultad era digna de un campo de refugiados, el campus disfutaba de muchos edificios de reciente construcción de línea muy moderna. De hecho la biblioteca parecía un búnker atómico de lujo que daría envidia a más d eun habitante de Kansas. La respuesta de tanta modernidad es que tras la unificación hubo mucha inversión de infraestructuras en las zonas deprimidas de Alemania del Este. Como gallego absorbedor de millones y millones de fondos europeos de cohesión territorial no pude nada más que sentir una profunda empatía.

Una vez volvimos al piso Jessica nos ayudó con el siguiente paso de nuestra misión. Nuestro plan inicial era ir a Praga en tren, pero mi germánica amiga, organizada como alemana que es, nos propuso otra vía: ir en coche. Pero no de la forma habitual, sino que hay una página de internet alemana (¿de qué país si no?) en el que la gente que viaja en coche pone a su disposición los asientos libres de su vehículo a un precio bastante reducido. Es decir, en nuestro caso buscábamos a alguien que viajase de Dresde a Praga y que tuviera dos asientos libres para Catalina y servidor. El conductor sale beneficiado porque la gente que viaja con ellos le paga la gasolina (o incluso peude ganar dinero, peo no son tan arastrados) y...no, conversación no. Nada de eso ¡por favor, son alemanes! siento no recordar el nombre de la página., pero quien sepa un poco alemán creo que podrá encontrarla fácilmente en google. Esto y el austoestopismo es algo que se esitla mucho por Europa Central. En España dada nuestra mentalidad ágil y abierta obviamente sospecharíamos de todo eso y nos preguntaríamos cuánta gente fue asaltada, robada y asesinada gracias a la ayuda de esa inestimable página.

Jessica tuvo éxito en su misión, pues tras un par de llamdas consiguió quedar a la mañana siguiente con un señor que hacía la ruta que queríamos ¡bravo por Jessica!¡nos costaría 15 euros por persona en vez de los 36 del tren! tras ello (¿o fue antes? mi blog está demasiado oxidado, pero mi mente está peor) cenamos con sus compañeros de piso, que a pesar de ser alemanes era bastante simpáticos, y eso que no había subtítulos. Se habló del comunismo, de sus desgracias y sus glorias. Resumiendo mal y rápido, lo que la gente hecha de menos es que antes tenías un trabajo para toda la vida, y que hoy esto no está asegurado. Pero l oque no se hecha de menos es la coerción y falta de libertad. De elegir, por ejemplo, en el instituto sólo los dos mejores de cada clase tenían la posiblidad de ir a la universidad. Si bien es cierto que es uan proporción de éxito mucho mayor que algunas clases de España donde predomina ser Cromañón, el hecho de los demás tuviesen que hacer un examen de selección que te enviaría sin otra opción a trabajar en lo que el resultado dijese no parece uno de los mejores sistemas. Después de la cena, mientras Catalina y Jessica estaban hablando de ausenté un rato junto a unas tijeras, salí a la calle y me agencié con una bandera de Alemania que había visto por el barrio en una valla. Sé que está mal, pero es cierto también que busqué banderas de Alemania de pequeño tamaño rodo el tiempo que estuve en el país y no encontré ninguna. Como prueba (de mi voluntad, no de mi delito) compré banderas de Austria, Hungría y Polonia en Berlín ¡pero no encontré ninguna del propio país! sé que suena estúpido, y lo es. Porque queridos patriotas, tengo malas noticias:


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