sábado, 18 de julio de 2009

Dresde Berlín a Desde...espera ¡al revés la primera y última palabra!

Aclaración: ya estoy de vuelta en mi ciudad natal, gallega y lluviosa (como si fueran cosas que pudieran estar separadas) pero este blog no cejará en su empeño de contar las hazañas de este pobre ex-erasmus, para iluminar a propios y a extraños sobre lo que no se debe hacer y lo que se debe admirar por los parajes y poblaciones de Europa Central.

Domingo 5 de abril de 2009

La siguiente ciudad en la Asombrosa Travesía de Catalina y James (ATCJ) era la ciudad de Dresde. La principal razón de ir no eran los rumores de la belleza de sus calles y la tranquilidad de su río XX, en absoluto. En realidad el motivo que nos hizo detenernos allí es que en Dresde vive una amiga mía. No es que esté de Erasmus o emigrada, qué va, Jessica es alemana de pura cepa que estudió en Santiago el año pasado y era una de mis compañeras del terrorífico piso en en el que habité. No es desconocida mi afición por juntarme el destino con personas de diferentes países, el año pasado también incluyó dos italianas (¡un saludo a Delia desde aquí!), y el anterior dos estadounidenses (¡saludos a Drew y a Mike desde aquí!), un alemán gigante (un saludo a Michael desde aquí!) y un judío alemán-israelí (ya me diréis como traga uno con esa combinación, por cierto, no lo saludo desde aquí)

Por lo tanto una de las paradas indispensables del ATCJ era la ciudad de Dresde, situada en la baja Sajonia. Sin embargo retomemos el punto de partida.

Catalina y servidor casi nos perdemos el tren por quedarnos dormidos. Un día nublado sobre Berlín impidió que el colérico sol de Europa Central nos arrancase de las garras de Morfeo. Caray, cada día escribo con más inusitada y excepcional belleza. Afortunadamente fuimos lo suficientemente rápido para recorrer el recto (como todo lo alemán...esperen, no malinterpreten esto!) camino hasta la Estación Central de Berlín.

Pero ¿y las garras?

Pudimos disfrutar de un intermitente sueño en el avanzado tren germano de dos pisos y medio. Cuando lo comparo con el tamaño y perfil de su pariente gallego (las dos versiones, lento, y el más lento) me dan ganas de ser un buen germanófilo como los españoles de bien de los años 30, aunque como son trenes de reciente manufactura creo que dejar atrás la mano de obra esclava ha sido para bien. Además siempre nos quedarán los mileuristas.

En la estación norteña de Dresde nos estaba esperando Jessica, a quien veía desde hacía más de un año. Para mi alegría seguía siendo alemana, quiero decir, llegó allí a la hora exacta. El día también estaba nublado en la Baja Sajonia, la cual está plagada de pequeños montes y colinas, muy diferente del área que rodea Berlín, mucho más llana, y para mí mucho más ajena.

Nos dirigimos a su piso, que por un precio ligeramente más alto de lo que pagaba en Santiago estaba mil veces mejor. Es interesante hacer amigos de diferentes lugares aunque sólo sea para ver el estado de la burbuja inmobiliaria en España. Es como es esperpento de Valle Inclán, deformar la realidad para poder ve realmente lo que es la propia realidad. Pues bien, visitar diferentes países para conocer más profundamente el propio país. Perdónenme, estoy demasiado didáctico hoy.

Tras recordar viejos tiempos y viejas caseras en Santiago, además de descansar un poco, a la tarde nos dirigimos con Jessica como guía a hacer turismo a Dresde ¡en bicicleta!¡!como una buena película de adolescentes!con lo que me encanta contribuir al calentamiento global usando el coche para así disfrutar de leones y jirafas en Galicia en años venideros. Alemania como siempre, llevando años de retraso.

Un bonito paseo en bicicleta a lo largo del río nos llevó al centro histórico de Dresde, en el cual visitamos todo lo que pudimos y absorbimos Catalina y yo toda la información que Jessica nos iba lanzando. He aquí algunas fotos. Dresde es la ciudad más importante de Sajonia y a lo largo de su historia varios reyes, duques y demás importantes desempleados gobernaron desde ella. Fue totalmente arrasada en la Segunda Guerra Mundial por las fuerzas aéreas aliadas, que simplemente se centraron en esta ciudad sin defensas ni valor estratégico para aterrorizar a la población germana, incluyendo la destrucción del circo, elefantes incluidos. Tiene de sobrenombre la Florencia alemana (al menos eso creo recordar), supongo porque es una ciudad preciosa. En ella al fin pude catar un verdadero sabor alemán, pues Berlín es quizás demasiado aséptica y moderna en muchos sentidos, Dresde es una ciudad de carácter histórico, piedra negra y estatuas doradas. Me encantó.Increíble.

Por favor, si algunos de los lectores pasa cerca de ella, o incluso si uno va a Berlín, es necesario visitar esta ciudad, donde lo comunista de la República Democrática Alemana pierde espacio paso a paso pero donde sin embargo lo antiguo prevalece. he aquí algunas fotos de mi expedición:




Se supone que aquí puedes escuchar los aviones aliados sobre Dresde...¡de hace 65 años! espero que sea un efecto sonoro antes que llamar a Iker Jiménez.

Dos Rubias Muy Legales

Está cañón ¿verdad? (chiste fácil)

Tecnología Alemana Avanzada: autobús de dos pisos


Mural antiguo, al parecer hay un caballo trípode, pero fue imposible encontrarlo.


Recordando los viejos tiempos en Santiago.

Mural comunista.

Forma rápida de matarse: eutanasia en bicicleta, consiste en pedalear y sacar fotos al mismo tiempo.

Después de tomar un helado en la parte nueva de la ciudad, donde los centros comerciales de diseño vanguardista son una plaga, volvimos a coger las bicicletas, como se ve en la última foro. Nos volvimos al apartamento de Jessica para disfrutar de una cena en familia de estudiantes germana! quizás sea los más germanizante que he hecho en mi vida. Tras ello, un sueño reparados, no sin antes probador un contador Geiger de uno de los compañeros de piso de Jessica. Ejemplarizante.

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