domingo, 17 de mayo de 2009

Toruñ tiene otra órbita respecto a Gliwice

Transfondo y razón del viaje a Toruñ, ciudad de Copérnico:
Dos de nuestros colegas Erasmus de origen portugués, los señores Emanuel y Filipe, hicieron un curso de polaco durante el mes de Septiembre en Toruñ, antes de venirse al hogareño y siempre simpático pueblo de Gliwice. Allí conocieron a multitud de Erasmus con los que trabaron amistad, y lo que es más importante, chicas, muchas chicas. En Toruñ hay facultades de Humanidades mientras que en Gliwice sólo hay ingenierías. Como muestra aleatoria del estudiantado de aquí, nada más que ver la planta de mi residencia, en la que habitan 78 hombres y 2 mujeres, una de ellas Erasmus. Esto explica muchas cosas. Así pues, esos señores lusitanos viajan frecuentemente a Toruñ y una vez decidimos acompañarles, sobre todo porque la estancia ea gratis, en la misma residencia. Esto es más de agradecer de lo que uno piensa, porque 7 horas de viaje en tren no son en absoluto agradables. Que conste que me enteré de toda la expedición ya en la madrugada del viernes, así que ni tuve tiempo de organizar mucho ni de dormitar demasiado.

Viernes, 27 de marzo de 2009

Por la mañana nos reunimos en la estación de tren sobre las 9 (ya ni recuerdo si fuimos en taxi o caminando), con tiempo suficiente para coger los billetes Gliwice-Katowice-Toruñ. Obviamente como he dicho tantas veces en este famoso blog, las cosas nunca salen bien si la PKP (la RENFE polonesa) está envuelta. Dos miembros de la expedición, los señores turcos Can y Alper perdieron el tren. No porque llegasen tarde ni porque comprasen el billete a destiempo, qué va, si lo hicieron a la vez que nosotros. Sólo que en su caso la simpática señora de la estación se retrasó unos minutos de forma totalmente inexpilcable e inexplicada en su entrega de esos dos billetes, así que estos turcos señores perdieron en tren por escasos 15 segundos. Aún recuerdo sus caras de incredulidad mientras el tren en el que me sentaba cómodamente se alejaba. Tendrían que esperar al siguiente, pero tampoco hay demasiados trenes Katowice-Toruñ, así que su retraso total sería de unas 7 horas respecto a nosotros. Nada más. También los señores Jacobo y Fernando no llegaron a tiempo a la estación porque se quedaron dormidos. Al menos viajarían juntos.

Del viaje en tren ¿qué decir? 7 horas de desasosiego y malnutrición de las que no quiero acordarme para no meter el dedo en la llaga de la cutrez Erasmus. Ahí queda escrito para generaciones posteriores.

Llegamos a Toruñ sanos y salvos, y los señores Filipe y Emanuel nos guiaron por sus lares. El tiempo era lloviznoso y había un río de aspecto medianamente sano: vamos, que me sentía como en casa. La ciudad estaba mucho mejor que las que he visto en el sur de Polonia. Y esto lo podía jurar sobre una Biblia, una Constitución o sobre el libro "I'm America" de Stephen Colbert nada más pasados 20 segundos allí.

El único ser humano con las co***es de presentarse a la presidencia de los Estados Unidos de América. Por los DOS partidos. Y no estoy de broma.

Estábamos hambrientos y empobrecidos, así que nos fuimos a un kebap (sí, tendencias suicidas). A los Erasmus turcos no les sentó nada bien, y creo que hasta fue antipatriótico, que nadie allí en ese establecimiento hablase turco. Además la comida que sirvieron era tan apetitosa que nadie acabó lo suyo, absolutamente nadie. Menos yo, básicamente porque fui suficientemente sabio como para no haber pedido nada allí, disfruté de una zapiekanka nada más salir en la primer esquina que encontré un sitio para comprar una y dimos una pequeña vuelta por el centro.

Zapiekanka: ketchup, chanpiñoes y queso sobre pan. Dios bendiga a Polonia



Mediante transporte autobusístico en el que no pagamos, llegamos a la zona de las residencias, las cuales a diferencia de nuestras amadas prisiones de Gliwice no poseían ningún grado de individualidad como tener un nombre propio. No, señores, aquí en Toruñ las condenaron al ostracismo ¡otorgándole números! pobres bloques de hormigón.

Ya en la residencia conocimos a algunos erasmus encerrados en ella. Dejamos las cosas en la habitación de un Erasmus turco pues se suponia que ibamos a dormir allí. Como se verá más adelante estábamos equivocados y nuestra decisión no fue la más sabia, es decir, poner nuestras mochilas en la habitación de un Turkish lover.

Tuvimos algo de fiestecilla en la residencia para después irnos al centro, creo que fue en taxi, no estoy completamente seguro. Lo que si recuerdo es que los cuatro perdidos llegaron a tiempo para enrolarse en la expedición.

Una de las pocas series de la que me aficioné y para luego mandarla a la mierda. Siempre tendré 24 :_)

Sólo fuimos a un garito llamado Solaris ¡igual que una de la residencias de Gliwice! también es casualidad que la primera calle que pisamos tras salir de la estación de tren de Toruñ se llamase Kujwaska, exactamente como en la que situúan nuestras residencias. Creo que hay una falta de imaginación para poner nombres realmente originales. Está bien que toda ciudad de Polonia tenga su Ulica Wolnosci (Calle de la Libertad) pero llega un momento en en que te kansas...¡jajaja! ¿habéis visto que chistazo acabo de hacer? ¡y se me ocurrió a mi sólo! y mejor que sólo se os olvide... de todas formas, creo que repetir Solaris por todas partes es una buena incitación a la lectura del libro homónimo de Stanislaw Lem, uno de mis escritores favoritos. Pero por favor, si hasta hay una marca de autobuses del mismo nombre!


Esto mucho mejor...pero aviso, no es un libro erótico.

El garito en cuestión estaba bastante bien, y si a ello le añades conocer Erasmus de diferentes países la cosa dejó un buen sabor de boca. Nota: aquí en Gliwice hay 4 nacionalidades representadas: portugueses, españoles, francés (sólo uno que a motivos de su dominio del castellano iría incluido en el grupo anterior) y turcos. Vamos, un aburrimiento caracterizado por gente de pelo oscuro y cejijunta. También había unos detalles curiosos en Solaris, pasen y vean...

Los señores Alberto y Filipe hablan cordialmente mientras...¡un Alien acecha debajo de la mesa!

¿Maestro Yoda?¿qué será lo proximo, Darth Vader?

Vaya...debe ser el Lado Oscuro del Erasmus

Tras muchos bailar y montarlas- sobre todo adestacar lo que parecía ser un apdre de familia que abandonó a los suyos en pos del baile y de la droga- nos volvimos a la residencia. Descubrimos con pavor que la habitación de nuestro hospedador turco estaba cerrada ¿porqué? al parecer se había ligado a alguien y...no daré más detalles. Afortunadamente había plan B, uno de los Erasmus de Toruñ nos dejaba su habitación (pues los cabronazos pagaban dos alquileres y así las habitaciones dobles eran ocupadas por sólo una persona, que envidia) y él se iba a otra. A destacar que este buen hombre los confundimos con un polaco la primera vez, más tarde en un perfecto castellano de Ávila nos explicó su herencia genética a medio camino de España y Polonia. Nos dejó claro que en esa habitación no podía dormir ningún turco. Eso me gustó, el filantrópico catolicismo internacional unido una vez más contra los ayatolás, como en los buenos tiempos de las Cruzadas. Lástima que sólo la última fuera fructífera, la del 1936-1939, aunque esa vez contra la sangrienta hidra del Bolchevismo.

Había tres camas, pues pusieron una adicional. Dos dispuestas juntas y otra aparte. El señor Alberto se apropió de la individual, y me vi abocado a compartir las dos camas con dos alcoholizados señores J y F (así preservo su anonimato), los cuales estuvieron cantando cada vez a ritmo más lento y acordes más bajos hasta que cayeron irremesiblemente dormidos y próximos a un coma etílico, pues esa noche en vez de invitar a jóvenes mozas a chupitos para caer bajo sus encantos (o bajo sus bajos, vaya usted a saber) se dedicaron a bebérselos ellos mismos, y el influjo mortal de los grupos -OH hizo el resto.

Durante la noche el señor F se vio atacado por lo que nos apreció ver como convulsiones y arcadas producidas por una cogorza monumental, todo en mitad d euna negrurar mortal, así que nos temíamos lo peor y que estuviese vomitando. Más tarde descubriríamos que no había echado su cena contra la cama, sino unos mocos del tamaño de una mano extendida. Podía a ver sido peor. Esos ruidos preodcuparon incluso al alcoholizado señlor J, el cual creía que era servidor quien estaba agonizando, entonces me movía dicíendome "señor J, señor J, joder, que James está mal, que está muy mal". Supongo que por la oscuridad. La oscuridad que representa el vodka.

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