lunes, 9 de marzo de 2009

Apocalypse Snow


entrada súper corta y súper desagradable:

sábado, 25 de enero de 2009
No me apetece cocinar. Después de un paseo nevado me meto en un kebap. Pido uno normal enrollado. 8 zlotys. Me ponen la salsa blanca que tanto odio. Tras un par de mordiscos me encuentro un pelo, corto pero grueso, como afeitado. Desenrrollé el kebap y sólo me comí los trozos de carne que estaban intactos. Nadie me iba a hacer renunciar a mis 8 zlotys.

Vale. ahora cosas más divertidas y menos nauseabundas.

¿Qué sería de nuestra querida Universidad Politécnica de Silesia sin sus viajes gratuitos? seguiríamos aprobando asignaturas por la cara, pero sin duda sería un lugar menos divertido donde dispondríamos menos dinero para malgastar. Sin embargo tuvimos suerte al elegir a ciegas este recóndito lugar de frío polar y de nueve blanca y negra. La última debida a la contaminación por carbón, supongo que los madrileños se sentirán algo nostálgicos con semejantes elementos nocivos en el aire que respiramos.

El primero de estos viajes fue nuestra expedición a Zakopane, que se cobró innumerables vidas, incluida la del pirata de madera del hostal. El segundo, que relataré a continuación, tuvo lugar en Cracovia, la antigua capital . Los eventos que van a leer no ocurren en tiempo real, y absolutamente todo lo que voy a contar ha ocurrido en este planeta en esta dimensión, para consternación de sus protagonistas.

viernes, 31 de enero de 2009

Salimos de Zabrze (los dos pobres desafortunados que vivíamos. More info will be provided later) hacia Gliwice, dónde estaba el punto de encuentro con todo el mundo. Estábamos dispuestos a ir al viaje alrededor de una veintena de Erasmus y dos coordinadoras polacas de la Oficina de Relaciones Exteriores. Siempre necesitamos pastores para que guían a las ovejas hacia las fauces del lobo. Exacto, pastores sobornados por esos cánidos lupinos.

Hasta el billete de tren fue comprado amablemente por nuestras queridas agentes de la universidad. Nos esperaban alrededor de dos horas de viaje. Afortunadamente para nuestros traseros y nuestras ganas de hablar como animales, fue uno de los simpáticos trenes transiberianos, que ya he descrito en algún post anterior. Pondría un enlace, pero soy demasiado vago y así os leéis más entradas de este blog. Es el típico que vemos en grandes series documentales como "La Vuelta al Mundo en 80 Días" en el que hay un pasillo a un lado del tren y al otro hay pequeños compartimentos. Viajando así uno se siente importante, y que también retrocede atrás en el tiempo. Cuando alguno esté en Polonia verá que la segunda afirmación no es una metáfora.

Tras el trayecto, en el cual tuve el conocimiento a través de otro español de la existencia de un polaco llamado Tomek Kawa ¡literalmente Tomás Café! bajamos en la estación principal Cracovia, al lado del centro histórico, y nos pusimos en marcha hacia el Hostel Atlantis, donde nos hospedaríamos a cuenta de la universidad por una noche. Allí dejamos las maletas o mochilas y después debíamos reunirnos todos de nuevo en el hostal para participar en la visita guiada por una guía profesional. Joder ¡los de la Politécnica es que están a todo!

Nos llevaron primero al distrito cracoviano de Kasimierz. Es una zona más deteriorada que las demás, y hace años tenía mucha delincuencia y mala fama, pero con el paso del tiempo se convirtió en un punto de referencia para la muchachada que quería salir de marcha. Una revolución como la de Chueca. En él habitaban los judíos hasta que los alemanes los metieron en el gueto durante la Segunda Guerra Mundial. Visitamos pues una de las sinagogas que quedan y un cementerio judío. Éste último realmente es reconstruido, o eso me pareció entender. Las lápidas realmente las encontraron enterradas y datan de hace siglos, pero las dispusieron como un cementerio real. Tuvimos un tiempo para ir a comer donde quisiéramos. Eso sí, esto no lo pagaba nuestra amada universidad de adopción.

Si no traías sombrero/gorro de casa, la sinagoga te ofrecía un kippa durante tu estancia ahí

El cementerio y la nieve

Tras volver al punto de encuentro, nuestro segundo objetivo era en castillo de Wawel. Éste ya lo había visitado junto a mi amiga Ania Hogaza, pero esta vez hasta era gratis, y como buen español que soy: lo gratis hay que aceptarlo siempre. Y bueno, la vez que estuve allí era un día soleado tras un chaparrón gigantesco, y esta vez todo estaba nevado, así que era como visitar otra ciudad. Escuchamos más mitos de Cracovia, recordar el del zapatero y el dragón con indigestión me hizo gracia, pero sin embargo la concurrida estatua ya no funcionaba ni con SMS. Maldición. Ayudé al señor Alberto a subir a la roca, y en tal acto filantrópico a poco más me rompo un dedo. Ya saben, queridos lectores, nunca ayuden a nadie.

¡Libera al dragón!-->se verá el significado de esta frase más adelante

Tras la visita guiada teníamos cierto tiempo para desperdiciar como nosotros prefiriésemos hasta una hora determinada en la que nos llevarían a un restaurante ¡otra vez costa de la universidad! mira, en esto si que me gusta que gasten los impuestos. Aunque no sean los míos, claro. Los señores Alberto, Samuel, Jan (chico checo) y servidor entramos en un garito de poca luz y poca gente, al ladito de la plaza central del casco histórico. Después de gastar parte nuestro tiempo y nuestro dinero allí, nos reunimos con todos en esa citada plaza. Eso si la gente fuese puntual, pues en general se retrasaron (verbo y no adjetivo, que quede claro) y hasta nos dio tiempo de ver el mercado central, donde se pueden ver muchas joyas relacionadas con el ámbar.

Esto me lo compré por unos pocos zlotys en Cracovia ¡y zas! a clonar dinosaurios

El restaurante no era de comida tradicional polaca, ¡afortunadamente! creo que tuvimos suficiente con el restaurante del día de orientación. Cierto es que soy un tío que ha comido los tres primeros cursos de la carrera todos los lunes lo mismo, todos los martes el plato era repetido...etc. Y aquí también casi cada día de la semana es el día de un plato determinado. Vale que esto sea raro. Pero es que a) la sopa agria de huevo b) las empanadillas (pierogi) mojadas con cebolla y c) tarta de manzana con tanto azúcar en polvo como cocaína tiene Galicia, son productos servidos y destinados para que el comensal empiece a odiar el país en cuestión y se dedique a sacar la Wehrmacht de paseo. Estoy seguro que el odio de el tipo ese de bigote de cepillo de dientes, alias Tío Hitler, empezó por algo así. Y menos mal que a ese desdichado vegetariano no le dieron carne, que si no...en fin, vuelvo a la historia. Era un restaurante bufé libre (pero sólo un plato) por persona, había bastante variedad, tomé un par de porciones de pizza (una vez cada 3 meses no hace daño) y un delicioso pescado. Caray, cuánto echo de menos pescado cocinado en condiciones. Como gallego analfabeto gastronómico en una región donde comer pescado es parecer de otro mundo, os podéis imaginar lo gallego que me siento en ocasiones.

Al fin llegó la noche (en realidad lo era desde las 15:30, pero ese es otro tema) y tras la cena nos fuimos a un pub llamado Club Clu en el que nuestras agentes de la universidad ¡habían reservado espacio para nosotros! la verdad tantos buenos comportamientos con nosotros me inducían a pensar de que había una trampa del estilo que nos iban a abrir en canal y robar todos nuestros órganos. Al final sí que hubo una trampa parecida, pues horas más tarde más de uno quiso echar algún órgano fuera, especialmente el hígado.




Disfrutando del Club Clu

Sin embargo no hubo necesidad de alcohol (todavía no) para que el señor Jacobo me contara dos historias apasionantes a la par que terroríficas. He aquí, en exclusiva para el mundo mundial, Dificultad para aprobar y el Enano Cabrón:

Acto Uno: dificultad para aprobar
¿Mantendré el anonimato de sus protagonistas? sí, pero no porque los respete, sino porque así me doy aires de importancia.
Facultad de Minas de Politécnica Slaska. Fecha sin determinar. Tras un exitoso examen en el que muchos Erasmus scararon 4/5 o 4,5/5, el profesor pregunta si alguno quiere más nota. La señorita E y los señores S, F y J levantan sus manos, y el educador les conmina a ir a su despacho. Allí se suceden los siguientes diálogos, aunque absurdos, son reales:

Profesor- ¿Cómo te llamas?
Señorita E-Me llamo E de tal.
Profesor-¿Dónde vives?
Señorita E-En Madrid.
Profesor-¿Qué tipo de minas hay en Madrid?

Señorita E-Hay...bla bla bla
.
Profesor-Bien, bien, toma, un 5/5.

Profesor- Siguiente ¿cómo te llamas?

Señor F-Me llamo F de todos los santos

Profesor-¿Dónde vives?

Señor F-En Madrid
.
Profesor-¿Qué otras cosas hay en Madrid?
Señor F-Pues hay unas cementeras y bla bla
Profesor-Bien, bien, toma, un 5/5.

Profesor- Siguiente ¿cómo te llamas?

Señor S-Me llamo S de Aziborralieta Norte

Profesor-¿Dónde vives?
Señor S-En Madrid.
Profesor-¿Qué otras cosas hay en Madrid?

Señor S-Es que ya lo han dicho todo ellos.

Profesor-Bien, toma tu 5/5 .
Señor S- !!!

Profesor- Bueno, último ¿cómo te llamas?

Señor J-Soy J hijo de Théoden
.
Profesor-¿Dónde vives?

Señor J-En Madrid, pero soy de Coruña.
Profesor-Ah, una ciudad cercana a la central térmica de As Pontes ¿qué queman allí?
Señor J-¿Lignito nosequé?
Profesor- Pues no, queman carbón nosecuanto. Toma tu 5/5.

Es dura la vida del Erasmus ¿verdad? se parece mucho a Monthy Python. Sólo faltaba que les preguntasen por su color favorito. Ciertamente esto lo transcribo aquí para dar envidia a los que están todavía estudiando en España, porque ni de lejos lo demás es tan fácil y estos señores tuvieron que aprobar antes un examen. Aunque bueno, yo todavía tengo otro año más de sacrificio en España. Qué desgracia.

Ahora tiene sentido que haya puesto esta imagen al principio.

Acto Dos: el Enano Cabrón
Esta historia transcurre en otro apartado lugar, no en el oscuro y siniestro Gliwice, sino en la oscura, siniestra y demente ciudad de Bratislava, en la República Eslovaca. Este relato también me fue comunicado por el señor J, que a su vez es la estrella invitada al mismo. Estaban algunos Erasmus en un garito de mala muerte en alguna fría calle de Brastislava, cuando el señor J trabó amistad con uno de los nativos. Este nativo en cuestión medía alrededor de un metro y poco. Esto no interfirió para crear un ambiente de camaradería . Tampoco fue problema que ninguno hablar el idioma del otro, ni de que no tuvieran otra lengua en común. El alcohol hace milagros.

Cuando tenían que volver a otra zona de la ciudad, era demasiado tarde para ir a pie. El hombre de baja estatura decidió acompañar a los Erasmus en su búsqueda de un taxi. Cuando lo encontraron, fue el pequeño nativo fue quien se puso en el asiento de coplito. Antes de arrancar el señor J llegó a un acuerdo con el taxista sobre el precio: les cobraría 3 euros hasta su destino. Durante el trayecto, el diminuto estuvo hablando con el taxista. El no saber eslovaco dificultaba ligeramente el seguimiento de la conversación por parte de los erasmus. Llegado al destino, el taxi se paró y el conductor exigió 5 euros ¡5 eurazos! el señor J se olió la pérfida maquinación del enano (si os fijais no he usado anda ofensivo hasta este momento de enfado, el señor J supongo que lo mismo) habló con el taxista para cobrarle más al indefenso Erasmus y de paso llevarse su tajada proprocional. Y no hay broma en la última palabra de la frase anterior.

Tras el timo, vino la escena final. Poética y desgarradoramente, se bajaron del coche y el señor J dejó sólo al hombre minúsculo, el cual trató de seguirles el paso. Los Erasmus iban a ritmo normal, pero él no podía seguirlos ni corriendo. Además estaba nevando fuertemente. Así que se paró, y la última imagen que conserva el señor J de ese señor es la de un maldito eslovaco de baja estatura en mitad de una calle y con la nieve literalmente al cuello. Allí lo dejaron.

Volvamos a Cracovia, el hilo principal de la historia. En el Club Clu, nuestras dos Erasmus valencianas, las señoritas Teresa y Carmen, se encontraron con troas dos valencianas que estaban de Erasmus en Cracovia. Casualidades cósmicas la de este país. Afortunadamente las recién encontradas no se llamaban exactamente igual, sino hubiera sido para suicidarse arrodillado ante la magnitud del destino que nos depara nuestro universo material. Como ellas sabían más que nosotros de la vida nocturna de la ciudad, unos cuantos del grupo de la Politécnica de Silesia decidimos seguirlas a otro garito, junto a un húngaro gigante y pelirrojo y un alemán bajito. Tras un par de bolazos de nieve a unos jóvenes amantes nos pusimos en marcha. Durante el camino alguien llamó al señor David al móvil. Era el señor Jacobo. Había salido del Club Clu él solo hacia un rato y estaba totalmente perdido. Tuve que hablar yo con él porque David estaba ligeramente perjudicado. Ni que decir tiene que Jacobo también, y la conversación fue algo como:

Señor Jacobo: Tiiiio estoy perdido y solo. ¿pero no estaba llamando al Deivid?
Servidor: Da igual, ¿pero dónde estás?
Señor Jacobo: no sé tío, no sé que calle es.
Servidor: mira, vete a un cruce de calles que te pondrán los carteles de las dos.
Señor Jacobo:¡vale!
2 minutos después, sin colgar ni nada
Señor Jacobo: es la Chicaguapawska y la otra Garabatolinka.
Servidor mirando en un mapa: pero si esas no están en el mapa que nos dieron...
Señor Jacobo: ¡noooo, joder!¡lo siento tío!
Servidor: ¿no sabes lelgar al hostal?
Señor Jacobo: lo siento tío, lo siento tíooo. Estoy perdido ¡lo siento mucho!
Servidor: ¡pero espera!
Señor Jacobo: lo siento tío, voy a colgar. Lo siento tío, pero pase lo que pase libera al dragón.
Servidor: ¿qué?
CLICK

El señor David delante del Hostal Good Bye Lenin. Su abuela lo mataría a besos. Sí, es asturiano.

Intenté llamarlo, pero desisití. No comprendía el móvil del señor David y él en su estado tampoco. Tras un rato de caminar llegamos al Kistch. Un garito de los que me gustan, con ese saborcillo okupa y luz de un color determinado. En Budapest era roja, aquí era un azul pálido. Perfecto. Dios bendiga a Europa del Este. No es que me gustase ese lugar atestado de ruido y gente. Me encantaba. Tendrían que hacer algo así en Santiago, convertir una casa vieja en una especie de discoteca con personalidad. Quizás en la Catedral haya espacio suficiente para todos. En el Kistch encontramos a otros Erasmus de nuestro grupo, que habían ido algo antes. El señor Samuel fue llamado por ...¡el señor Jacobo! y casualidades de la vida, atendí yo otra vez el teléfono a petición de Samuel, que no veía el número gracias a los grupos -OH en vena.

Señor Jacobo: Tiiiio estoy perdido y sólo. ¿pero no estaba llamando al Sámuel?
Servidor: Da igual, no te oigo bien.
Señor Jacobo: no sé tío, no sé dónde estoy.
Servidor: mira, vete de nuevo a un cruce de calles...
Señor Jacobo: no importa, no importa, ¡estoy perdido!¡lo siento tío!
CLICK

Ambientazo en el Kistch: hay grandes razones


Qué locura. En el Kistch conocí a un polaco que sabía bastante español como para tener una conversación. Se apellidaba Sobieski, que es un apellido derivado de búho. Imagínate, el señor Búhez. Del nombre no me acuerdo, una lástima. Era un tío muy simpático y estuve hablando con él un buen rato, pero de pronto surgió otra casualidad cósmica. Tras tantos acontecimientos paranormales no os extrañéis de que mi blog se titule la Muerte del Cielo.

¡me encontré con el señor Denis!

Algún día los guapos dominarán el mundo ¿no, Fon?

Denis es un compañero y amigo del instituto y de Pontevedra. Un día el año pasado me llamó para preguntarme que cuál de sus opciones de Erasmus era la más recomendable en mi opinión. Le dije que Polonia podía ser un lugar simpático, y allá fuimos/estamos los dos. Sabía que estaba en Cracovia, pero con mis compañeros de excursión sólo iba a estar una noche en la ciudad, así que no le llamé- Pero me lo encontré. Quiero decir, Polonia es un país más o menos grande, y Cracovia no es una ciudad especialmente minúscula. Pues resulta que al segundo garito al que voy en la primera y única noche de la expedición ¡voy y me encuentro al señor Denis!¡tengo que jugar a la lotería pero ya!

Tras intercambiar personalmente nuestras impresiones sobre este nevado e interesante (para bien y para mal) país, y tras confundirme uno de sus amigos con uno de los agresores nacionalistas de María San Gil -esto fue épico, la verdad- decidí que estaba cansadísimo y teníamos que levantarnos temprano para la excursión a las minas de sal. Así que me fui con los señores Tiago y Samuel al hostal, éste último quería ir en taxi, pero lo convencí racionalmente con un par de puñetazos de que no hacía falta. Tras 8 minutos de caminata llegamos, y estaba eñ checo Jan haciéndose un café en calzoncillos en el pasillo del hostal. Conmovedor. Teníamos que levantarnos en dos horas, así que me tomé una ducha de media hora pues sabía que al despertar todas estarían ocupadas y no tendría tiempo. Eché del baño a un asiático que quería ducharse, en realidad lo acojoné con unos cuantos gritos, y estuve bajo el agua por muuucho tiempo. Me moría de sueño, quizás por eso estuve tanto tiempo sin reaccionar. Salí de la ducha, me vestí de nuevo, me puse en mi litera (fuimos los últimos en llegar), me puse el mp3 y a dormir por hora y media.

Próximamente: Sábado 1 de Febrero de 2009
(es que todo en una solta entrada quedaba excesivamente largo. Además este día tiene hasta una historia de suicido. De verdad. permanezcan atentos a sus pantallas.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

La historia del "señor bajito" en la nieve ha conmovido mi corazón podrido corazón. Que lo sepas.