El día de abandonar Zabrze. No para siempre, pues aún tendría (y tengo) clases en esa miserable ciudad. No era en principio del fin, era el fin del precipicio.
Remontemos la historia por puntos rápidos:
- Finales de Septiembre, llego y me hospedo en la residencia Alaska, en Zabrze (léase "ssapshse"). En español Hindenburgo. Se trata de una ciudad de 200.000 almas, antaño con una famosa metalúrgica dada la abundancia de pozos mineros en la región.
- Me doy cuenta de que Zabrze es de una miseria de proporciones épicas. Sólo salimos una noche por allí y no hay nada. Tras ello siempre saldríamos en Gliwice, la ciudad adyacente.
- Compañeros polacos. No demasiado agradables. El de mi habitación se llama Szymon es vegetariano, o al menos es lo que dice. Luego conocería a un polaco simpático que me dijo que probablemente Szymon no era vegetariano, tan sólo pobre.
- Todos los Erasmus salvo dos están en Gliwice.
- Hay esperanzas de cambiar de residencia a Gliwice, pero a mitad de curso, esto es, marzo.
- Vuelvo después de reyes y la vida sigue siendo asquerosa y los polacos (más bien el polaco y sus dos amigas de la habitación con la que compartimos baño y cocina) se me suben por las barbas.
- En febrero ya no aguanto más y me presento en la ORE polaca varias viernes muy temprano. A la tercera vez Agnieszka accede y me da el visto bueno para trasladarme ¡viva!
Así pues el día de cambiarme era el miércoles día 18. Ya sabía que podía cambiarme desde el sábado (un erasmus checo llamado Jan se iba e iba a ocupar su puesto), pero como tenía clase hasta mediados de semana decidí esperar. Voy preparando algunas cosas el martes por la tarde, pero con disimulo. Ni Szymon ni sus amigas saben que me estoy fugando de la residencia para buscar una vida mejor. El miércoles, el gran día, empaqueto todo lo que me quedaba por hacer mientras Szymon duerme su siesta y sus orejas están bloqueadas con los auriculares. Sana costumbre de dormirse siempre con los capítulos de "Cosas de Marcianos". Estaba tan dormido que hasta me dio tiempo de limpiar mi parte de la habitación como en plan que nadie hubiera vivido con él allí. Sin embargo su mesa con : fruta podrida de semanas, sus altas de cerveza, sus latas de red bull, sus vasos con muchas bolsitas de té, sus platos con comida, botella de plástico con multitud de cigarrillos dentro, tetrabriks de zumo sin zumo pero con pútrido olor, tarro de mermelada abierto por días y un sinfín más de roña...que limpiase su puta madre.
Me llevé mis cosas a la habitación de Sabela y una vez allí ella y sus compañeras polacas (que a diferencia del mío, saben lo que es la sociedad y los límites que hay en ella) me ayudaron a llevar las cosas con las que no podía acarrear, pues ellas también se estaban moviendo a Gliwice. Asíi que mis quejas sobre la ciudad no son de un triste y aburrido erasmus, no también de los nativos.
Había mucha nieve y el trayecto distó mucho de ser fácil a pesar de que sólo había que coger un autobús. Cuando llego a la residencia en Gliwice me dicen que tendré que ir a otra habitación, que ya había alguien donde se suponía que iba a habitar. Noe me quejé pues había otra habitación libre, claro que no sabía quien iba a ser mi compañero de presidio. Resultó ser el señor Mindo, que llegaría horas después. Erasmus delsegund o semestre, nativo de España y lo que es más increíble,..nativo del pueblo donde viví desde que nací hasta los tres años de edad. Si eso nos casualidad...
Y esa noche tras desempaquetar todo al fin pude dormir en paz. Sin polacos en un radio de 3 metros y sin escuchar "kurwa" o "ja pierdole" cada dos palabras. ¿Había alcanzado el nirvana?
Entonces lo comprendí,
Amaba al Gran Hermano.
(En realidad este final no tiene nada que ver con lo escrito. Sólo que se me vino a la cabeza un amado libro y quise poner una frase cone stilo para cerrar la entrada)
Gracias lectores. Como véis, innteto mantener mejor ritmo (eso dijo ella)
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