sábado, 27 de junio de 2009

DeustcheBanhof Uber Alles

Sábado, 4 de Abril de 2009

Misión Boitzenburgo. Un pequeño pueblo a 90 kilómetros al norte de Berlín ¿por qué ir allí? no sólo por una capilla enteramente hecha de chocolate, allí más secretos aguardaban por nosotros, tan oscuros y decadentes que me veo en la obligación de autocensurarme en estas líneas (aparte de impronunciables para los comunes mortales)

El día anterior fuimos a la Estación Central de Berlín para informarnos de horarios y todo eso. Al parecer hay una opción (santo cielo ¿estoy dando consejos útiles a mis lectores en este bloj?¿a cambio de NADA?) los fines de semana en que puedes comprar un billete por 35€ con el que pueden viajar de 1 a 5 personas por el espacio temporal de un día, por todos los trenes regionales. Así la DB (la Renfe germánica) promociona el transporte público y el viajar en grupo. Cuánto tienen que aprender España de estas cosas. Como usuario de tren semanalmente en España para volver a Pontevedra desde Santiago noto como lenta pero de forma inexorable Renfe trazan planes de conquista...no, esperen, me refiero a que poco a poco van subiendo los precios por encima de la inflación. Esto provoca mucho amor hacía esta compañia. Al menos lo que puedo decir a su favor es que en tres años de coger (coger, otro guiño a mis lectores latinoamericanos) regularmente el tren en España es que sólo se vio retrasado un par de veces, ambas por una de esas gallegas tormentas que arrasan con árboles y llenan las vías de desperdicios. Nada comparable a Polonia, que la última vez que intenté ir a Cracovia había un retraso de 100 minutos. Me quejaría sino fuera porque en el panel había otro destino con un retraso de ¡190 minutos!

Cuando llegas tarde por culpa de los continuos retrasos de los trenes polacos, lo único que necesitas es coger el coche. Lo necesitarás para llegar a la hora.

Simplemente cogimos el primer tren por la mañana que nos marcaba la ruta hecha por el ordenador del puesto de información. Había que parar en mitad de la nada y después coger un último tren hasta el mismo Boitzenburgo. Parecía fácil. Parecía.

Bellos paisajes. Parecían.

El primer problema es que una vez llegados a la parada Schwein Sud (sinceramente no recuerdo bien el nombre) tardamos en descubrir que teníamos que coger el siguiente tren en la plataforma opuesta, así que perdimos el primero que nos tocaba por lo que nos tocaba esperar más de dos horas. Pero Catalina y yo (al fin de al cabo yo sólo soy el protagonista secundario) somos gente de recursos, y nos habíamos hecho unos bocadillos para casos de emergencia. Decidimos explorar la zona un poco en busca de enemigos, y vaya si los encontramos. En el corazón de Alemania... ¡se encontraba una avanzadilla norteamericana!

Personas normales se verían afectadas por un ataque de pánico y correrían hacía un escondrijo seguro, pero Catalina y yo somos personas de acción y decidimos quedarnos allí para sacar testimonio fotográfico de aquellos sucesos de invasión militar en toda regla. He aquí el que creemos que era el jefe de las operaciones:


El tiempo corría en nuestra contra y debíamos abandonas nuestros puestos de rerporteros de guerra pues Boitzenburgo noes esperaba. O eso creíamos. Volvimos a la parada de tren y nos montamos en el tren correspondiente. Tras unas horas llegamos a lo que creíamos que era Boitzenburgo. Tardamos poco en darnos cuenta de que ese pueblo de mala muerte no poseía castillo alguno. Además se llamaba Boizenburgo ¿cómo? ¡pero si le dijimos a la mujer de la oficina de información que queríamos ir a Boitzenburgo!

Veamos las diferencias que no supo apreciar la agradable mujer:

Boitzenburgo<--------->Boizenburgo

Ahora a la inversa por si no ha quedado claro:

Boizenburgo<---------->Boitzenburgo

Y ahora la distancia entre los dos:

Boizenburgo<-----235 kilómetros----->Boitzenburgo

Aún así dimos una vuelta por el desdeñable y desdeñado Boizenburgo, sólo para descubrir que era un pueblo fantasma. En un hotel nos informaron de cuan lejos estábamos de nuestro destino real, y sinceramente, creo que le dimos mucha lástima. Nos ayudaron imprimiendo rutas para volver, hicieron llamadas y...era imposible ir a Boitzenburgo ese día. Una decepción, pues al día siguiente no teníamos tiempo. Nos despedimos de ellos y como nos habían mostrado lo cerca que estábamos de Hamburgo, decidimos ir allí! aunque sólo fuese por no mucho tiempo. Total, el billete no sea iba a gastar. O eso creíamos.

Montamos en un tren hacía Hamburgo y llegamos en un par de horas. Lo malo es que el tormentoso tiempo de la ciuddad nos hizo desistir de visitarla en profundidad, así que poco vimos. Tras ellos cogimos el primer tren que iba a Berlín. Ahora voy a relatar a todos mis lectores la conversación el día anterior en la Estación Central de Berlín (traducida):
Mujer-Hay un billete que por 35 euros pueden viajar hasta 5 personas. Válido por un día. Catalina-¿Y que tipo de trenes? Mujer-Podéis viajar en todos.

Al parecer no era así. La chica podía ser muy simpática pero debería estar más informada para no causar desgracias. Desgracia para nosotros. Tras unos minutos de estar en ese tren dirección Berlín pasó la revisora, le enseñamos el citado billete de 35€ y nos dio a entender que no valía. Un pasajero nos hizo de traductor, y nos contó que este tren era diferente, un InterCity, que al ser más rápido y no hacer paradas era más caro y más rápido. Me preguntó si en mi país no había trenes así. Como buen gallego le dije al pasajero que donde vivía sólo había trenes lentos. Así que de nada sirvió nuestra ingenuidad y que el amable pasajero intentara convencer a la revisora de que pagásemos como mucho un billete, pues no había sido nuestra intención colarnos sin pagar. Ni por esas. Tuvimos que pagar la friolera de 60€. Por persona. Llamadnos idiotas, pero confiaba en los servicios de información ¡más aún si son alemanes!. Y más pena me da contar este tipo de verguenzas en un medio público, pero oye todo sea por al audiencia! diez minutos después de pagar semejante extorsión, la revisora pasó junto a nosotros y nos dio dos cajitas de bombones a Catalina y servidor. Cada una con dos bombones. O sea, a 30 € el bombón. La madre que...

Cuando llegamos a Berlín decidimos ir la la Estación Central para explciarles nuestros problemas y a ver si nos podían resarcir en algo. Pues bien, en la oficina de reclamaciones nos dijeron que los trenes disponibles con el billete de grupo están especificados (en alemán) y que ellos no tenían ninguna responsabilidad. Le comentamos lo de la oficina de información y muy encabronado el señor nos soltó que estábamos en Alemania y teníamso que SABER alemán. Mearse en el Tratado Schengen y en los derechos de los consumidores en dos frases es un hito que pocos humanos pueden igualar. Aunque estaba cabreado no perdí las formas y le pregunté para qué tienen gente que habla inglés en la oficina de información si total lo que hay que saber es alemán. Su respuesta: apagar las luces cerrar la ofiina de reclamaciones, es decir, para qué discutir con dos ineptos extrangeros. Al menos no nos dispararon mientras salíamos por la puerta.

Tras un día de decepcion tras dececpión decidí que lo mejor para regocijarse era visitar la Catedral de XXX, que al resultar casi totalmente destruida en la última Guerra Mundial nos podría brindar algo de alegría por ser una desgracia ajena. Así que allí fuimos, llevándonos como último monumento visitado en Berlín un clima de aspecto fantasmagórico.



Próximamente en sus pantallas: Expedición a Dresde

martes, 23 de junio de 2009

¿La Gran Alemania?

Anotación al margen
Me acabo de dar cuenta de que mi estupendo y único viaje de Catalina y servidor no transcurrió por cuatro diferentes naciones, en realidad prácticamente por un único país: La Gran Alemania.

Nuestro viaje en el año 2009


















Alemania: Berlín-Boizenburg-Hamburgo-Berlín-Dresde
República Checa: Praga
Austria: Viena-Salzburgo-Viena
Polonia: Gliwice-Oswiecim-Gliwice-Cracovia-Gliwice

Nuestro viaje 70 años antes, 1939:

















Gran Alemania: Berlín-Boizenburg-Hamburgo-Berlín-Dresde
Protectorado de Bohemia y Moravia: Prag
Gran Alemania: Viena-Salzburgo-Viena-Gleiwitz-Auschwitz
Gobierno General (antes Polonia): Krakau
Gran Alemania: Gleiwitz
Nótese en cursiva las ciudades que estaban control alemán y su nombre adoptado.

¡Cómo cambian las cosas en Europa! para mejor, afortunadamente.

sábado, 20 de junio de 2009

Berlín: Día Dos

Viernes, 3 de abril de 2009

Nuestro primer amanecer en Berlín ¡finalmente! el hecho singular, de hecho no tan singular en Europa central, de la inexistencia de persianas hizo que el amanecer nos despertara lo suficientemente temprano para molestarnos, para luego quedarnos dormidos de nuevo y que se nos pasase la hora planeada de salida del hostal. Ni que decir tiene que el exceso de luz me está volviendo literalmente loco. Pero eso ya es otra historia para otro Best-Seller, o como se diga.

Esta vez nos dirigimos al centro de la ciudad por otra ruta más urbana, el día anterior habíamos atravesado el parque (en el cual millones de turcos hacía una barbacoa, que se olvidó comentar). Pasamos delante de una prisión de la cual no guardo fotos, lo cual es una lástima pues podría publicar un bajorrelieve en fachada en la que se encontraba una especie de balanza con dos jaulas, en una un hombre salía libre y el otro no. Esperen que me sumerja en google un poco:

Esperen, esta no es.

¡La encontré!¿humor alemán?

A lo que iba...tras media hora llegamos a un paraje cercano a la estación central o Hauptbanhof para luego tomar dirección sur y dirigirnos a las explanadas donde se sitúan en Bundestag y el Reichastag, lugares ligeramente famosos donde los haya. Sin embargo no pudimos entrar en éste último como habíamos previsto, pues había algo relacionado con obras o así. Pero no fue una decepción, simplemente la entrada de turistas se había postpuesto para la tarde. Así Catalina y yo decidimos ir más dirección sur para ver estos ¿edificios?


Va a ser que no, se trata en realidad del Memorial del Holocausto. Un lugar que hay que visitar, cuyo museo se encuentra bajo todos esos bloques. En él aprendí que tan sólo 4 países no vivieron la búsqueda y deportación sistemática de judíos: España, Reino Unido, Portugal e Irlanda. En todos los demás e mayor o menor medida tuvo lugar la persecución. Me pregunto cuántas historias sobre esto pueden contar los abuelos a sus hijos y nietos en los demás países europeos que los nuestros no pueden. Nunca conocía a mi abuelo materno pues murió tiempo antes de que yo naciese, pero tenía muchas historias que contarme, pues no no soy el primero de mi familia en visitar Polonia (ni sería el primero en Rusia) dado que por aquel entonces la única forma de viajar en masa a otros países con gente de tu edad no era el Erasmus precisamente.

Tras el Memorial nos dirigimos a un parque cercano a descansar un poco. Curiosamente en él sólo se veían chicas. Puede parecer cómico, pero cuando ves que toda familia estaba compuesta por dos mujeres y sus hijos pienso en que más de un cardenal español se tiraría de un puente. O puede ser algo totalmente distinto, que los alemanes tengan aspecto de mujeres. Esto sería una promesa incumplida, pues todo folleto turístico indica que las alemanas tienen aspecto de hombre. Vivir para ver.

Tras esta sarta de pensamientos sin sentido y de dudoso gusto que han sido introducidos por mi editor para abarcar un mayor espectro de lectores (los que buscan palabras clave de dudosos gusto en Google, todo un filón) vuelvo al viaje. Una vez dormida una siestecilla en plena hierba sin miedo a que nadie nos acuchillara volvimos al Reichstag. Aquí es donde Alemania dirimía sus más importantes asuntos cuando era un país ambicioso pero incomprendido, no como hoy en día que no hay forma de convencerlos para que invadan a nadie más allá de las Baleares. Aviso a navegantes: suele haber bastante cola, y no da sombra cuando uno está esperando, así que ir tempranos y lllevaros mucha agua y munición.



Catalina demostrando que este folleto SÍ que es exacto

Después otra vez dirección sur, no para encontrarnos con pingüinos como uno podría esperar tras tanto ir hacia allí, sino que la Postdamer Platz era nuestro objetivo. Tanto rascacielos (bueno, casi) me recordaba a mis viejos tiempos en Kansas City (bueno, tres días).

Catalina sumida en la oscuridad otorgada por los rascacielos

Tecnología puntera españ...¿cómo?¿que eso está en pleno Berlín?

Dirección este para tras unas cuantas calles encontrarnos con el Checkpoint Charlie, punto de (des)encuentro entre esas dos simpáticas asociaciones de padres de alemanes con armas de disuasión nuclear llamadas OTAN y URSS. También por el camino nos topamos con parte del infame Muro de Berlín y con un oso pintarrajeado, en vez de Cow Parade al parecer tienen Ursen Paraden (digo yo que algo así es) pues este simpático animal es símbolo de la ciudad.

Oh, esperen, no es esta.

Oigan, pues tienen un parecido...¡no lo nieguen!¿es Berlín una California enfurecida?

Curiosamente ahí aparecen los cuatro países de nuestra gira europea. En un oso.

Éste es el Checkpoint Charlie. Mi antiguo compañero alemán de piso, Michael, me explicó que ahbía otros dos checkpoint, Alpha y Bravo, y éste fue designado Charlie. Podría comprobarlo en la wikipedia pero ahora estoy concentrado escribiendo para luego irme a estudiar ;)

Al lado había un museo del comunismo (me pregunto que capital de Europa central no lo tiene) pero como aún nos quedaban varios miles de kilómetros de viaje decidimos ahorrarnos la entrada. Amén de no disponer de excesivo tiempo ni de ser lo suficientemente poperos/modernillos como para entrar en sucesivos museos del comunismo que nos encontramos. En lo que sí entramos fue en la tienda, donde me compré las banderas de Polonia, Hungría y Austria. Es curioso que no encontrase ni UNA sola de Alemania. Y que justo encontrase la de los países que conformaban la Gran Alemania deja abierto toda clase de conspiraciones y teorías suculentas. Ah, la razón para comprarlas fue que quiero una bandera de cada país que visite. Este objetivo me dará una aventurilla en Dresde como veréis en dos capítulos en el futuro.
American Way of Life, según Catalina

Guardia Civil de Alemania.

Una vez anochecido nos dirigimos al norte hasta un kebap que me habían recomendado Troel y Lin (los dos daneses que me guiaron en mis primeros pasos en Berlín), y de paso volvíamos a pasar por el centro. Mis amigos, mis lectores y mis abogados saben que no soy un gran fan de esta comida turca, ya sea por ver cucarachas en un local o por encontrarme pelos en el rollo de kebap. Pero albergaba la esperanza de ser servido por altos y disciplinados teutones en el corazón de su imperio. Aunque el local no estaba regido por alguien así, mis queridos daneses ya me recomendaron el lugar diciéndome explícitamente que en Alemania todo es más y higiénico. ¡Mucho más vaya! por el mismo precio de un kebap servido en España, esto es, 3,50€ disfrutamos de uno mucho más grande, limpio. sabroso y seguramente más sano, además de que el local no atraía a criminales, quizás tan sólo a crimen organizado de alto standing. El local en cuestión está en Friedrichstrasse, justo debajo del puente del tren. No se preocupen, ya sé que en España debajo de un puente sólo hay vagabundos, en este caso vi un par de ellos pero supongo que serían figurantes para sentirnos como en casa.

Tras esto nos volvimos a nuestra guarida en Alt-Moabit (nuestro barrio de adopción) caminando, y es curioso lo seguro que me sentía en esa ciudad. Tranquila, irradiaba silencio y paciencia, como si no estuviera habitada. Esto no significa que algún extranjero se dedique a hacer el idiota:

Por lo menos es un chiste que no me pasé horas desarrollando...

Al fin podía descansar pues lo que nos esperaba al día siguiente era tren. Mucho más de lo que esperábamos.
Próximamente en el emule y megavideo...

Día de Expedición Tres: Infortunio y Desinformación

jueves, 18 de junio de 2009

Berlín: Día Uno

¡Novedad en el Blog!: ahora debajo del mapa de Gente Naufragada Aquí (a la derecha) hay un botón con nombre Geovisitors. Podéis cliquear en él para saber exactamente dónde se encuentran mis enemigos y por consiguiente regalarles un plácido y cálido merecido. Gracias. Larga vida a los colectivos revolucionarios que tanto apoyan a este blog (ninguno por el momento). Idea robada de Diario de un Copépodo.

Bien, ahora a lo que iba, a relatar mis viajes de antaño. Los exámenes tienen la culpa de este retraso totalmente justificado.

Jueves, 2 de Abril de 2009

Aeropuerto Tegel de Berlín. Un James, Una Catalina en un esperado reencuentro que trajo más alegría a servidor de lo que puedo expresar en un mediocre blog como esto, por lo que estoy preparado para dar una declaración a los medios de comunicación que considere suficientemente importantes. Esto también me recuerda que tengo que aprovechar cualquier espacio publicitario gratuito como este grandioso blog para publicitar mi último libro.


Dormir en un aeropuerto alemán esperando a tu novia es una experiencia menos fantástica y romántica de lo que puede parecer en primera instancia. Sobre todo cuando necesitas una bandana puesta a modo de condenado a fusilamiento para preservar la integridad de tus pupilas ante los omnipresentes fluorescentes y por lo tanto poder dormir algunas horas. Al fin de al cabo no fueron más que cuatro o cinco, pues un amable policía germano me despertó cual vagabundo del banco en el que disfrutaba de un dolor de espalda y de un sueño ligero.

Al fin sobre las 9:3 llegó Catalina y le pude dar el ramo con girasol que estuvo languidenciendo en un autobús a lo largo de 490 kilómetros. La verdad es que en esos momento semejante planta me estaba dando verdadera vergüenza ajena, lo malo es que Catalina llegó instantes antes de de que decidiera darle una justa y merecida eugenesia. Perdón, eutanasia. Si es que en Alemania ya se sabe, en cuanto menos te lo esperas te encuentras con un brazo en alto e invadiendo Polonia (lo cual traería consecuencias imprevisibles a mi acuerdo de estudios con la Universidad Politécnica de Silesia)

No teníamos tiempo que perder, pues debíamos dirigirnos al hostal. Sin embargo sí que pedimos tiempo averiguando cómo funcionaba la máquina expendedora de billetes de autobús, tecnología obsoleta que hemos superado en España mediante la creación del Conductor Malhumorado. Una vez, cogiendo (me encanta meter esta palabra para contentar a mis -desconocidos- lectores del otro lado del charco, y sobre todo para aparecer en sus buscadores más concurridos) un autobús para la playa en Galicia el conductor me dio una vuelta menor de lo que correspondía. Tardé en darme cuenta algo así como tres o cuatro pasos, tras los cuales volví junto al conductor y le expliqué amablemente que me dio de menos. Tras refunfuñar palabros ininteligibles accedió a darme lo correcto. Mi mano recoge monedas y mi cuerpo se dirige al asiento, mi cabeza piensa en tías en bikini a tan sólo 45 minutos en el futuro. ¿Todo bien? ¡ja! el conductor esta vez se esforzó para vocalizar y dijo: ¿a dónde vas?¡te he dado de más ahora y no has dicho nada!. Un episodio lamentable.

A lo que iba. Nos bajamos en una parada antes de lo previsto debido a mi previsión, pero aunque soy hombre y a mucha honra heterosexual (no falta una coma) no dudé en preguntar las suficientes veces para llegar sanos y salvos al hostal. Así lo decidí y así fue, tras caminar como 10 minutos tras la parada de autobús nos dimos cuenta de que era un barrio turco pues había más kebaps que baldosas en la calle. Pero llegamos sin ningún problema.

El hostal estaba regentado por uno/una británico/británica llamada Paula. Y no escribo así para contentar al Ministerio de Igualdad, sino porque nació hombre y en algún punto de su vida se sintió mujer, sé que se dice que Berlín cambia a la gente, pero no tanto. Era muy amable, demasiado, pues con ello intentaba ocultar la maldad que se esconde en detalles como tener que pagar aparte si queremos derecho a toalla o tener que rellenar múltiples formularios. Yo estaba cansadísimo, pero Catalina decidió que debía demostrarle a Paula que el acento británico no es tan especial como parece. Había también un chico estadounidense con una guitarra, pero quizás era un vagabundo. Como buen novio desconecté totalmente de lo que pasaba a mi alrededor y me puse en piloto automático. Afortunadamente tiempo más tarde pudimos alcanzar nuestra correspondiente habitación y descansar al fin de tantas horas de transporte público que tanto ofenden a snobs como nosotros.

Tras descansar decidimos darnos nuestro primer paseo por Berlín: Columna de la Victoria, Puerta de Brandeburgo, diversos museos (pues los jueves son de entrada gratuita a las últimas horas, queridos viajeros) y no mucho más pues anocheció relativamente pronto y hacía un frío que relativamente te helaba hasta las neuronas. Sobre el Museo de Historia, puro negacionismo, oigan. Nos negaron aprender cosas ¡ni que estuviéramos en España! pues no lo llegamos a visitar debido a que los simpáticos administradores lo habían cerrado ese jueves a una hora especialmente temprana. Para evitar visitantes gratuitos.

Como mil imágenes valen más que una palabra, he aquí una selección de fotos, con ruta incluida:

Bicicleta para 5 personas. Seguramente españoles, por lo de ahorrar de viaje. Una fiambrera para los 5, supongo.

¡Catalina se convierte en Katarin la Comunista!
Lost. Perdidos. En Berlín.





Próximamente: Día Dos....inesperado ¿verdad?

domingo, 7 de junio de 2009

Autobus über Alles

Atención a la extraña conversación de hoy mantenida por servidor y por el señor Alberto.
-Servidor: Escucha ¿cuándo te vas de Polonia?¿el 17?
-S. Alberto:Gùagaaraghhg (atragantándose con una botella de agua. Bueno, con su contenido. Y me ha salido una "u" con la tilde reversa al azar. Es el destino)
-Servidor: joder, el agua te va a matar
-S. Alberto: me voy a tomar una ducha.

A falta de métodos legales para una eutanasia efectiva, si no quieres caldo, siete tazas.

Sigamos pues, con el propósito del blog: iluminar a pobres y a extraños con mis vivencias allende los Pirineos.

Miércoles, 1 de Abril de 2009

El día antes del día D. Unas buenas horas antes de la hora H. Esto es, recoger a Catalina en el aeropuerto, tras unos cuentos meses sin vernos. Lo del aeropuerto suena fácil hasta que un ose entera de que es el aeropuerto de Berlín. Que conste que no es culpa de ella, de hecho he de confesar que soy el autor intelectual de semejante crimen. No sé porqué se me vino a la cabeza que sería una fantástica idea que nosotros dos hiciéremos un tour por Europa adelante empezando en Berlín, luego yendo a Boitzenburgo, tras ello Dresde, después Praga, que no falte Viena ni tampoco Salzburgo. Descansar un par de días en Gliwice para más tarde visitar Auschwitz y Cracovia. Cuatro países en 20 días, en tres de los cuales jamás he puesto mi pie con anterioridad.. Cualquiera diría que es un plan digno de un cerebro medio demente y medio genio, pero tras saber que es producto de mi imaginería cualquiera de ustedes, esclavizados lectores, comprenderán que era una salida lógica a mis ansias de invadir países.

¡Invadiendo que es gerundio, hombre ya!

Semanas atrás había visto las posiblidades para un pobre español para llegar a Berlín sano y salvo. A pesa de que las ofertas de caravanas de pioneros cruzando el Lejano Este de Europa parecía radiantemente atractiva, al final me decanté por coge un autobús, pues ni tenía suficientes balas para matar a posibles asaltantes de la caravana. Amén de que es más rápido que el tren y también más barato (no pregunten porqué, ni idea tengo, y no hagan chistes siniestros).

Por la mañana tuve clases (se preguntarán porqué cuento esto. Bien, 1º-me pagan por línea escrita y 2º-me gusta contar en este blog cosas inusuales para la vida Erasmus) en las que estuve especialmente nervioso, pues tenía la mente en otro lugar, incluso en otro continentes. Tras volver de Zabrze ultimé los últimos detalles, en los que se incluía un ramo adornada con un único girasol. Quien conozca a Catalina sabrá el porqué. Y sino, que busque en la wikipedia. He de decir que el ramo no estaba en sus mejores condiciones físicas, y éstas no iban a mejorar pues no a pesar de que algún polaco de la residencia es de otro mundo, no tenía a ET cerca para revitalizar el girasol.

El autobús salía a las 18: 30 del simpático y acogedor Gliwice, así que como buen paranoico llegué allí a las 17:00, no sólo para ver si había francotiradores en las cercanías, sino que también porque no tenía mucho que hacer y los nervios me estaban matando. Y más vale prevenir que curar, como dijo el mesiánico George Bush cuando invadía Irak. Más y más autobuses llegaban y se iban de la estación Internacional de Autobuses (sic) de Gliwice. Tras mucho esperar y ver docenas de autobuses que se iban sin mi en dirección a Alemania llegó el que me correspondía. A pesar de mi aspecto negroide y por tanto inferior para los lugareños, nadie me impidió la entrada al autobús una vez enseñado el consabido billete. Intenté acomodarme lo mejor posible, pues me esperaban ocho horas de viaje. Era la primera vez en Polonia que me iba en dirección oeste, siempre visite lugares al norte, sur o este de donde vivo. Silesia es la región que no tardé dejar atrás, donde se concentra mucha población y mucha industria minera. Eso es queridos lectores. Sé que vuestras mentes han diseñado una visualización de cielo negro, altas torres que escupen humo negro que tiñe el cielo como una miasma mortal que no deja pasar la luz del sol, sacrificios humanos, esclavos trabajando en las minas hasta caer exhaustos para después ser parte del menú del día de sus compañeros de pozo, todo ello protegido por hordas de salvajes que no dejan de luchar entre sí. Pues bien, damas de dudosa reputación y caballeros, todo es medianamente falso. Excepto la primera y última parte ¿Porqué comentaba yo todo eso...?...ah, sí, Silesia. Aparentemente siempre disfruté de la más funesta parte de Silesia. Uno se va un poco más al Oeste que Gliwice y ya se encuentra con un paisaje muchos más verde y acogedor. Una joya vamos.

Como no hay foto, imaginaos un paisaje de suaves colinas y pequeños bosques dispersos. Casi como la Comarca. Pero con orcos.

El autobús paró un par de veces en gasolineras y entre sueño y sueño recostado de una forma absurdamente dolorosa, me di cuenta que había dos individuos en aquel transporte que no hablaban polaco. Bueno, conmigo eramos tres, así que decidí que debía aprovecharme de ellos, o al menos saber quienes eran. Pues un extranjero en Gliwice es casi tan común como en el País Vasco.

Tras perder por completo la noción del tiempo por culpa de las cabezaditas de autobús (el primer año de carrera hacía 130 kms entre ida y vuelta a Santiago de Compostela. Por lo que soy un experto en dormitar en autobuses.) noté un cambio de ritmo en el autobús y me desperté: estábamos ya en autopista alemana¡mi primera vez en Alemania!...a la 1 de la mañana en un autobús lleno de polacos, dos extranjeros y un agonizante girasol. Siempre había sido mi sueño. Casi se me derramaban las lágrimas, pero sólo tenía una botella de agua y no iba a desperdiciar H20 inútilmente.

Llegados a la estación de autobuses Berlín algo antes de tiempo, nos bajamos todos y en 30 ya fui a hablar con el chico y la chica divisados anteriormente. Les pregunté si eran alemanes y me dijeron que no. Primera decepción. Pensé que podrían haber sido de las Juventudes Hitlerianas y que me podrían enseñar un par de bailes de sus tiempos de acampadas. Les pregunté de qué forma podría ir al aeropuerto y muy amablemente me dijeron que ellos también tenían que salir de aquel agujero, y que por tanto podría acompañarles.

Sus nombres eran Troel y Lin (chico y chica respectivamente) y procedían de Dinamarca. pero se quedaron a vivir en Berlín pro unos meses buscando trabajo (juro que debió ser la 8 vez que escuchaba eso de alguien, muchos se quedan en esta ciudad). Que conste que el chico tuvo que escribir su nombre para que yo pudiera entender realmente cómo pronunciarlos, una especie de "tghu-oel".

Caminamos durante 30 minutos por las desoladas calles de Berlín. Sin sentir miedo a pesar de la total inexistencia de vida humana a las 2 de la mañana de un incipiente jueves. Como estudiante lo veo intolerable. Me explicaron como funcionaban los billetes de metro y de autobús en la ciudad, y muchos pequeños detalles de Berlín. Y que estuvieron en Gliwice de paso tras ir a Cracovia a visitar a unos amigos. También me dijeron que autobuses debía tomar para llegar al aeropuerto, todo esto mientras cogíamos juntos el primero de ellos. Este autobús pasó por todo el centro histórico de la ciudad, así que me sentí como una especie de tour guiado por dos danenes por Berlín al precio de 2 euros y poco. Me encantó.

Me despedí de tan simpáticos y útiles hijos adoptados de Berlín y me bajé para tomar un bus, lo cogí, para más tarde esperar como 40 minutos en lo que parecía la mitad de la nada por otro. AL fin llegó el bus TXL que me llevó plácidamente de ese lugar al aeropuerto (concretamente durante 8 minutos....podría haber ido andando). Me moría por dormir totalmente recostado, así que una vez en los pasillos del aeropuerto busqué un banco cómodo, pero no los había. Me tuve con conformar una especie de mobiliario de difícil definición. Quedaban 4 horas para que Catalina llegase desde un avión que hacía escala en Amsterdam y yo estaba terriblemente cansado.

Me gustaría escribir más pero tengo exámenes en un par de días, así que hasta entonces...

Próximamente: Catalina and James. Reencuentro en Berlín

lunes, 1 de junio de 2009

El Gran Toruño

Domingo, 29 de Marzo de 2009

Otro día en el Toruñ donde calor proveniente de la más cercana de las estrellas, llamada Sol, me vuelve a despertar. Pocos minutos después uno de los móviles de mis camaradas Erasmus también suena: es hora de recoger nuestros bártulos e ir a la estación de tren para comprar un billete hacia las tinieblas, llamadas Gliwice en esa ocasión. Embutidas nuestras cosas en las mochilas, nos despedimos del grupo de Erasmus de Toruñ, que nos habían abierto sus puertas a la fiesta y sus brazos a enloquecidos bailes.

Cogimos un bus cerca de la residencia. Coger no es la palabra adecuada (y no me refiero a Latinoamérica) más bien lo capturamos por tan sólo unos segundos. Mucha suerte. El señor Fernando ya se había ido más temprano junto a los turcos, es un vago recuerdo que mantengo pues mientras dormíamos alguien vino y lo dijo. También otra persona abrió la puerta y e intentó dialogar con esos cuerpos humanos sin vida y sin dignidad que yacían por la habitación (me estoy refiriendo por si cabe alguna duda, a los Erasmus de Gliwice). Mientras intentaba mantener el equilibrio en el autobús de manufactura soviética, vi en un parque una escena estremecedora:
entre unos árboles había un coche, un poco más allá un cordón policial y en su centro una bola de plástico negra alargada. Ahí lo dejo, sin verificar ni nada, pues busqué en periódicos polacos pero mi dominio del idioma sigue siendo escaso.

En la estación de tren el señor Jacobo pudo disfrutar de un perrito caliente que tenía una lechuga especial. Habíamos visto como la señora del puesto de comida asesina se le había caído un par de hojas de esta simpática planta al suelo. Las recogió sin problema alguno y las puso de nuevo en el perrito caliente. Un ejemplo de seriedad e higiene que me gustaría exportar a España sino fuera que ya está extendido. Por el otro lado supongo que la gente tiene menos asma y las defensas más altas. Pero incluso unas defensas más altas no impidió que Alemania los invadiera con facilidad. Esto es porque en el país germano directamente pisoteaban sobre el barro las salchichas antes de comerlas.

¿Es que nadie va a pensar en las pobres salchichas?

Al entrar al tren nos dividimos, los portugueses no se creían que un tren pudiera dividirse en dos partes y las dos tomar diferentes caminos. Tardé más de media hora en convencerles para irnos a los primeros vagones (que seguro iban a Katowice) junto a los españoles, y tardamos más de media hora caminando desde el último vagón hasta donde los demás nos esperaban, pues era muy largo. Esto tiene sentido porque en Portugal al igual que en Galicia, nuestros sobredesarrollados sistemas ferroviarios disponen de tan sólo una línea norte-sur, la envidia de las naciones de la OCDE.

Nos esperaban siete horas de viaje hasta nuetro hogar de adopción. Estas fueron amenizadas por diversas tonterías y un ser humano polaco que caminaba por el pasillo fuera de control y con la que practicamos nuestras palabras más básicas en polaco: al fin habíamos encontrado un interlocutor polaco de nuestro nivel. Una niña de 3 años. También nos repartimos por varios compartimentos (recordemos que es el tipo de tren Willy Fog) para dormir en precarias condiciones, que fueron interrumpidas una docena de veces por la misma revisora de tren que nos pedía nuestros billetes. Los señores Alberto, Jacobo y servidor fuimos a la cafetería para estirar las piernas, situada unos cuantos vagones atrás. Tras 15 minutos de caminata y casi un accidente grave por tropiezo por mi parte, llegamos a la cafetería del tren donde Jacobo y Alberto disfrutaron de dos cafés y yo de un zumo de Pomarañcza y Brzowski. O algo así.

Pero hete aquí que el camarero (repito, ¡el KELNER!) nos pidió los billetes. Repito, el camarero nos pidió los billetes. Anonadados se lo mostramos, y sonidos raros comenzaron a salir de su boca, tras unos segundos desciframos lo siguiente: ese no era nuestro vagón y que sí, nuestras sospechas eran ciertas, el tren se iba a dividir ¡corred por vuestras vidas, insensatos! os recuerdo amados lectores (los de márketing me han dicho que tengo que decir esto de vez en cuando), que tardamos 15 minutos en llegar hasta la cafetería y que el tiempo no se iba a detener por nosotros. Comenzamos a correr como posesos mientras el tren se paraba y un millar de personas quería subir y otro tanto se disponía a bajar, un caos total. Le pisé la maleta a un polaco y me gritó tanto que pensé que había secuestrado a alguien, metido en una bolsa y que yo lo había mancillado. Decidí ante la imposibilidad de correr por esos pasillos salir al andén, Jacobo y Alberto no tardaron en hacer lo mismo. En su caso tenían dificultad añadida: el café. Exacto, iban corrieron por untre n con su vasito de café en la mano. Toda una muestra del señorío e hidalgúía que seguimos profesando los españoles de bien. Si a esto le juntas el factor lluvia más español en camiseta corta la ecuación puede llegar a ser de un grado de proporciones épicas. Afortunadamente llegamos a nuestro vagón donde estaban nuestros compañeros portugueses (y nuestras carteras y móviles) y nuestro destino asegurado a Katowice. Lo llamarían ironía si yo no lo llamara españolidad (más bien 66% de galleguidad, 18% de extremeñez y 18% de madrileñismo. Nación de naciones)

El tiempo iba empeorando mientras nos aproximábamos a nuestra querida y contaminada Silesia. En Katowice cogimos otro tren par a Gliwice y una ve z allí estábamos tan cansados y nos sentimos con nuestras carteras tan llenas que decidimos vaciarlas de forma inútil metiéndonos en un taxi para llegar a la residencia. Sólo me acuerdo que me fui directamente a la cama y poco más.

Visitar Toruñ: ¡misión cumplida!
Conocer nuevos erasmus: ¡misión cumplida!
Ir a discoteca con nombre de un depresivo pero afamado libro: ¡misión cumplida!

Próximamente: mis viajes con Catalina. Nazis, trenes, confusión y un transexual.