Sábado, 28 de Marzo de 2009
No hay persianas. Sólo hay unos rayos solares, que junto a los cósmicos, atraviesan las delgadas cortinas y también mi piel como si ambas fueran de papel. Siento como millones de celulas gritan de agonía para a continuación ver como su ADN se deshace dentro de sus núcleos perdiendo con ello su único documento con el que atestiguar un viaje gratis el día de su jubilación. Millones de células mueren abrasadas como japoneses acurrucadas en sus casas de cartón en Hirosima en el caluroso del 1945 ¿me despertarontales gritos? no señor, fue el olor a inflamable gasógeno que inundaba la habitación, aunque en segundos me di cuenta que el motivo de semejante peste eran dos compañeros erasmus, los señores F y Jo que dormían plácidamente exudando los litros de alcohol que sus cuerpos no fueron capaces de metabolizar. Me sentía tan sucio como ellos, y necesitaba huir de aquella cámara de gas.
Un muy calurosos verano en Hiroshima, millones de grados, según el Departamento de Metereología del Departamento de Defensa de los EEUU
Espero haber gastado suficientees palabras en el anterior párrafo para poder continuar con otras más mundanas y de recuerdo más fácil. Mierda ¿quién en su sano juicio dice/escribe mundanas? sigamos. Sólo el señor Alberto reunía suficientes fuerzas para levantarse. Lo que me impresionó es que al salir de su cama ésta no se estuviese vacía ¡sino que estaba el señor Alper también durmiendo allí! (nunca se lo dijimos al dueño de la habitación, que como dije en una anterior entrada, lo que él no quería era la entrada de un turco en su habitación). Yo sabía que el señor Alberto era un tío muy macho, pero esto me demostró que estaba equivocado. En realidad era un tío más que macho, pues podía dormir junto a un hombre en la misma cama ¡y NO sentirse atraído hacía él!. Debido al insano e irrespirable ambiente del lugar, el señor Alberto y yo decidimos probar suerte y ver si el turco de Toruñ (quien conoció a una polaca la noche anterior y cerró su habitación...con nuestras mochilas dentro, dejándonos vendidos) estaba ya despierto y buscando la píldora abortiva por las farmacias del lugar. Pero no, la puerta todavía estaba cerrada. Decidimos tras esto irnos al supermercado de la esquina para comprarnos un lastimero suministro de comida para tener algo que desayunar.
La gente siguió durmiendo por una espacio de tiempo indeterminado, tras lo cual nos pusimos rumbo a la ciudad de Toruñ para poder verla en toda su gloria. No dispongo de apenas fotos debido a mi suerte: pilas descargadas y ausencia de lugares para comprar nuevas. Perfecto.
Toruñ es una ciudad muy bien cuidada y algo española en el sentido que parte de sus calles están levantadas y en perpetuas obras. Salvo eso es una ciudad a la que sí que me gustaría haber ido de Erasmus, con todos sus edificios recién pintados, su falta de polución por la industria minera y su ausencia de hooligans ¡incluso es casi totalmente peatonal en el centro! maravilloso, sin duda. Es una de las ciudades que más me gusta de Polonia, y no sólo porque había una maravillosa y gallega lluvia uno de los días en que estuvimos ahí que me hizo sentir como en mi tierra, sino porque es bastante acogedora y agradable a la vista. Así que queridos viajeros, si os pasáis por Polonia, no olvidéis de hacer una paradita en Toruñ.
Mientras estábamos caminando por las tranquilas calles de Toruñ me decidi a comer algo pues como dije el desayuno fue digno de Etiopía (con mis respetos a ese glorioso país que resistió a la conolización italiana. A sus intentos, vaya). Estaba delante de una panadería reflexionando sobre el ser y la nada, y un niño polaco al que definiré cariñosamente como Niño Rata me soltó algo en su fácil idioma, pero de todas formas tenía pensado entrar. Compré un bollo y a la salida él y sus amigos me pidieron un impuesto revolucionario, probablemente por haberme ayudado en la tediosa tarea de elegir dónde comprar parte de mi sustento. Los despaché rápidapente con un Nie mówie po polsku, lo que los dejó a cuadros y a mí satisfecho.
Los señores Jacobo, Fernando y yo decidimos despegarnos del grupo expedicionario Erasmus de Gliwice (el cual estaba comandado por los Erasmus de Toruñ, que muy amablemente nos hicieron de guías turísiticos totalmente gratis) porque nos estábamos muriendo de hambre. Nos decantamos por la más sana de las opciones, esto es, un McDonalds. Hete aquí que una vez estábamos comiendo y disfrutando de unos estúpidos videoclips en las pantallas planas del lugar ¡cuando el Niño Rata y su pandilla inexplicablemente aparecieron por ahí! como no pudieron cobrarme nada se dedicaban a rapiñar carroña como podían de esa educada gente que nunca recoge sus bandejas y deja toda la basura ahí. Como lo oís, rapiñar basura en una cadena de comida basura. Auguro un gran futuro a esos chicos, que tan educados eran que sepusieron a gritar a unas chicas a nuestro lado y nos lanzaron algunas patatas fritas.
Tras ir a un café donde nos atendió una camaera que no recuerdo si era extramadamente fea o extremadamente guapa, nos volvimos a la residencia donde nos alojábamos. Los señores Fernando y Jacobo pusieron sus vidas en mis manos cuando decidieron que un tío como yo podía llevarnos sanos y salvos por un camino y una dirección por la que sólo había ido una vez, de noche y en taxi. El que lloviera tampoco hacía la situación más fácil. Pero tuvimos éxito y fuimos en camino casi totalmente recto y no ocurrió ningún percance que nos hiciera prematuros donantes de órganos. Paramos en un supermercado para ser previsores y tener provisiones para el largísimo trayecto en tren de vuelta a Gliwice.
Volvimos a la residencia, en la cual horas depués concurría mucha gente para sistir al cumpleaños sopresa de un tal señor ¿David? un erasmus español. Una buena fiesta en la que me encontré con un compañero de universidad ¡y de carrera! sólo que del campus de Lugo. Coincidencias cósmicas, porque en mi facultad hay 9 plazas para Polonia y en la de Lugo no creo que haya más.
Tras mucha diversión y una traición por parte del seño Aberto que no me avisó de un zumo estaba cargado peligrosamente de vodka, nos dirigimos al centro por medio de taxis, toda una flota, serían 6 o 7. Nos gusta ayudar a la boyante industria taxísitica de Polonia, familias enteras han podido madnar a sus hijos a la unviersidad gracias a esto. Tras visitar diversos garitos que estaban demasiados llenos de gente acabamos en el Mockba (Moscú) que estaba aún más lleno y era aún más pequeño que los anteriores. Una delicia de oscuridad, lásers y humo que deleitan a cualquiera. Meando conocí a un polaco muy simpático que hablaba un español tan avanzado que conocía palabras como pantorilla o expresiones como dormir con los angelitos. Si hasta sabía de la existencia de...¡Dalminha! increíble.
Tras volver en taxi no nos esperaban demasiadas horas de sueño la verdad, pues había que coger un tren al mediodía, pero valió la pena.
Próximamente: domingo 29 asesinato en Toruñ y carreras por el tren
La gente siguió durmiendo por una espacio de tiempo indeterminado, tras lo cual nos pusimos rumbo a la ciudad de Toruñ para poder verla en toda su gloria. No dispongo de apenas fotos debido a mi suerte: pilas descargadas y ausencia de lugares para comprar nuevas. Perfecto.
Toruñ es una ciudad muy bien cuidada y algo española en el sentido que parte de sus calles están levantadas y en perpetuas obras. Salvo eso es una ciudad a la que sí que me gustaría haber ido de Erasmus, con todos sus edificios recién pintados, su falta de polución por la industria minera y su ausencia de hooligans ¡incluso es casi totalmente peatonal en el centro! maravilloso, sin duda. Es una de las ciudades que más me gusta de Polonia, y no sólo porque había una maravillosa y gallega lluvia uno de los días en que estuvimos ahí que me hizo sentir como en mi tierra, sino porque es bastante acogedora y agradable a la vista. Así que queridos viajeros, si os pasáis por Polonia, no olvidéis de hacer una paradita en Toruñ.
Mientras estábamos caminando por las tranquilas calles de Toruñ me decidi a comer algo pues como dije el desayuno fue digno de Etiopía (con mis respetos a ese glorioso país que resistió a la conolización italiana. A sus intentos, vaya). Estaba delante de una panadería reflexionando sobre el ser y la nada, y un niño polaco al que definiré cariñosamente como Niño Rata me soltó algo en su fácil idioma, pero de todas formas tenía pensado entrar. Compré un bollo y a la salida él y sus amigos me pidieron un impuesto revolucionario, probablemente por haberme ayudado en la tediosa tarea de elegir dónde comprar parte de mi sustento. Los despaché rápidapente con un Nie mówie po polsku, lo que los dejó a cuadros y a mí satisfecho.
Los señores Jacobo, Fernando y yo decidimos despegarnos del grupo expedicionario Erasmus de Gliwice (el cual estaba comandado por los Erasmus de Toruñ, que muy amablemente nos hicieron de guías turísiticos totalmente gratis) porque nos estábamos muriendo de hambre. Nos decantamos por la más sana de las opciones, esto es, un McDonalds. Hete aquí que una vez estábamos comiendo y disfrutando de unos estúpidos videoclips en las pantallas planas del lugar ¡cuando el Niño Rata y su pandilla inexplicablemente aparecieron por ahí! como no pudieron cobrarme nada se dedicaban a rapiñar carroña como podían de esa educada gente que nunca recoge sus bandejas y deja toda la basura ahí. Como lo oís, rapiñar basura en una cadena de comida basura. Auguro un gran futuro a esos chicos, que tan educados eran que sepusieron a gritar a unas chicas a nuestro lado y nos lanzaron algunas patatas fritas.
Tras ir a un café donde nos atendió una camaera que no recuerdo si era extramadamente fea o extremadamente guapa, nos volvimos a la residencia donde nos alojábamos. Los señores Fernando y Jacobo pusieron sus vidas en mis manos cuando decidieron que un tío como yo podía llevarnos sanos y salvos por un camino y una dirección por la que sólo había ido una vez, de noche y en taxi. El que lloviera tampoco hacía la situación más fácil. Pero tuvimos éxito y fuimos en camino casi totalmente recto y no ocurrió ningún percance que nos hiciera prematuros donantes de órganos. Paramos en un supermercado para ser previsores y tener provisiones para el largísimo trayecto en tren de vuelta a Gliwice.
Volvimos a la residencia, en la cual horas depués concurría mucha gente para sistir al cumpleaños sopresa de un tal señor ¿David? un erasmus español. Una buena fiesta en la que me encontré con un compañero de universidad ¡y de carrera! sólo que del campus de Lugo. Coincidencias cósmicas, porque en mi facultad hay 9 plazas para Polonia y en la de Lugo no creo que haya más.
Tras mucha diversión y una traición por parte del seño Aberto que no me avisó de un zumo estaba cargado peligrosamente de vodka, nos dirigimos al centro por medio de taxis, toda una flota, serían 6 o 7. Nos gusta ayudar a la boyante industria taxísitica de Polonia, familias enteras han podido madnar a sus hijos a la unviersidad gracias a esto. Tras visitar diversos garitos que estaban demasiados llenos de gente acabamos en el Mockba (Moscú) que estaba aún más lleno y era aún más pequeño que los anteriores. Una delicia de oscuridad, lásers y humo que deleitan a cualquiera. Meando conocí a un polaco muy simpático que hablaba un español tan avanzado que conocía palabras como pantorilla o expresiones como dormir con los angelitos. Si hasta sabía de la existencia de...¡Dalminha! increíble.
Tras volver en taxi no nos esperaban demasiadas horas de sueño la verdad, pues había que coger un tren al mediodía, pero valió la pena.
Próximamente: domingo 29 asesinato en Toruñ y carreras por el tren