martes, 22 de septiembre de 2009

Praga: Second Round

Miércoles, 8 de abril de 2009

Otra vez nuestro querido astro rey nos quemó las retinas a través de nuestros párpados, despertándonos en un mundo infernal sin cortinas. No podemos culpar a nadie en concreto, sino a toda la civilización centro-europea. Sin embargo, al igual que Superman, esto nos dio poderes y vitalidad, por lo que no tardamos mucho en ponernos en camino para explorar Praga en un segundo día. En primer lugar nos decantamos por visitar la torre de televisión para poder disfrutar unas visas prácticamente aéreas de la ciudad que nos acogía.


Se preguntarán por qué no escrito alguna estupidez antes de comenzar a mi historia, como suele ser habitual. No desesperen, queridos fiscales. Yo no olvido mi compromiso con la degradación mental de la sociedad humana, no, por supuesto que no. Se preguntarán porqué los obispos de la Conferencia Episcopal se oponen al aborto. No es por la salvación de almas ni muchísimo menos. Se trata como ven de esto:

¡Exacto, es loque ustedes estaban sospechando! durante décadas, los laboratorios de genética avanzada situados bajo la plaza de San Pedro han estado desarrollando bajo alto secretismo uno de sus más secretos planes: un virus que se propagará a través de las hopstias consagradas de la misa, haciendo que las mujeres porten en sus genes una bomba de relojería cromosómica, que hará que sus descendencia sea de gigantes y deformes superbebés, repito, SUPERBEBÉS, cuyos lóbulos frontales sintonizan la COPE, siendo ésta sustituto de toda otra lealtad familiar. El mundo temblará una vez más. En la foto vemos como atacan la torre de televisión para acabar de una vez por todas con esas emisiones libertinas.

Como buenos intelectuales progres de izquierda pro-marxistas y amantes del Gran Hermano decidimos tras la torre de televisión gastar casi la mañana entera visitando el Museo Nacional, que se encontraba tan sólo a 10 minutos andando. Tiene un aspecto bastante solemne en su fachada, muy palaciego. Nadie habría dicho que se trata de un museo a partir de su apariencia. Quizás alguna dependencia gubernamental o algo nobiliar. Afortunadamente República Checa es como indica su nombre una república.


El museo tenía un poco de todo: minerales, vasijas viejas, fósiles, animales disecados, y un largo etcétera. La colección de esa fauna paralizada es bastante impresionante, casi podrían montar un ecosistema en stop-motion. Aunque me veo obligado a usar por ser más práctico juegos como SimEarth o Spore.




Sólo tengo que objetar que la parte histórica de la República Checa se veía algo incompleta, amén de que no se podía sacar fotos en ninguna estancia. O quizás se nos olvidó alguna sala, que no sería de extrañar debido a que por motivos matemática y físicamente imposibles, el volumen interior del edificio era muchísimo mayor en su interior que lo que sus muros podían contener. Un misterio que sólo avezados físicos con parálisis podrían resolver.


El único que podría combatir la geometría no-euclidiana de Irem, la ciudad de los muchos pilares, o de R'Lyeh, la que yace bajo el mar.


Cuando salimos el cielo se tornó amarillo y comenzó a caer masivamente algo que algunos lares llamamos agua. Estábamos hambrientos y desamparados. Así que una vez cruzada la calle sólo encontramos una embajada que nos acogió felizmente como buenos capitalistas y expoliadores del mundo que somos. La embajada en cuestión se trataba la de Estados Unidos, camuflada bajo el nombre de McDonald’s. Muy a pesar mío en esos momentos nosotros dos, refugiados como éramos, no disponíamos de un sitio mejor para saciar nuestros estómagos, así que ahí comimos.



Tras tan desagradable experiencia y habiendo esperando lo suficiente para que escampara, decidimos proseguir nuestro viaje por la ciudad de Praga. El primer paso era organizar nuestro trayecto a Viena, la siguiente parada de nuestra famosa expedición (La de Livinsgtone era una nadaría en comparación). Visitamos la estación de tren, pero nos pareció un claro timo de tiempo y dinero su propuesta. Después buscamos la de autobús. Como hombre recto y viril que soy no pregunté donde era incluso cuando mi sistema de guiado estaba totalmente errado y no lo encontrábamos. Sin embargo he de decir a mi favor que el mapa del que disponía no ponía todas las calles ni tenía suficiente resolución (no como yo, que me sobra resolución). Así que no culpéis al James intrépido y sus pocas ganas de preguntar, culpar al James que no dispuso de un mapa en condiciones. Tras una total pérdida de fe en mi por parte de Catalina encontramos una oficina de viajes en autobús. Los regentes eran rusos y no nos dieron buena espina.


La película parecía la plana de mis profesores de Polonia.


Sólo tenían un asiento libre en su autobús para el día siguiente, así que declinamos sus favores. El olor a pólvora era a todas luces sospechoso. Salimos de allí y al fin encontramos después de un rato la estación de autobuses. En ella nos topamos con una compañía que nos ofrecía precios decentes a horarios decentes y suficientes asientos. El chico del mostrador de Eurolines (toma spam del bueno) hasta nos preguntó si éramos estudiantes para hacernos una rebaja. Tras meses de experiencia en el este europeo esto supuso un golpe muy bajo, no me esperaba esa amabilidad. Y felices con nuestros billetes proseguimos nuestra misión de búsqueda y destrucción en Praga.

Hubo muchos sucesos extraños, dignos de Lovecraft o Swift. O incluso de esa obra maestra llamada Fringe. Haciendo un descanso en un banco Catalina y yo para comer algo de fruta, vi una pareja joven. Él llevaba una mochila a modo de carga, y ella nada. Para hacerme el mártir, le dije a Catalina: mira, esos somos tú y yo en el universo B. Es una interferencia. Bien, sonaba a broma, pero en cuanto me di cuenta que había más semejanzas superficiales, mi mente empezó a bullir. Cuando vi que el chico le dio a ella una sudadera igual a la que llevaba Catalina pero de color blanco me di cuenta que lo que se trataba de un comentario sin sentido alguno se reveló como total y fatídicamente cierto. Definitivamente el multiverso (en este caso biverso) se había mostrado ante nosotros en una clara violación de las leyes de la física.




Tras tan chocante sucesos, no pudimos hacer nada más que retornas a nuestros vicios para olvidar semejante crimen contra el orden natural de las cosas, en una clara intención de enterrarlo en los más hondo de nuestro busconsciente (lo que parecía ser un error al escribir subconsciente se reveló como un nuevo término relativo a ser un buscón)


Como veis yo me decanté por la cocaína.


Catalina se decantó por jugar con una kafkiana estatua.



No es el único suceso que se salió de lo normal y comportaba una grave amenaza a nuestro universo. Fui lo suficientemente rápido para sacarle una foto a este otro crimen, una clara burla a todos los mutilados e impedidos del mundo:


El anochecer no estaba lejano, y tras callejear durante toda la tarde (en la que demasiados dependientes nos asaltaron con sus armas automáticas para que entrásemos en sus tiendas) decidimos visitar el río de nuevo, pues la noche le daba un aire bastante mágico. Y esto lo digo sin ninguna intención de ser ñoño, pues Praga no es París.




Vimos algunos jóvenes haciendo botellón en la isla. No eran erasmus españoles por extraño que pudiera parecer. Quizás, y llego a esta hipótesis tras sesudos meses de estudio, eran parte de un universo paralelo C donde arriba es abajo, abajo es arroz con leche ylos checos en vez de gustar de verveza están obesionados por el calimocho.

Para acabar, volvimos al centro de Praga de nuevo ya con todas las farolas encendidas y un aspecto difícil de recordar (el de la ciudad, no el nuestro). Esta vez, en vez de irnos a un restaurante de cocina fusión como el última noche (lo que sí que es difícil de recordar era un restaurante checo-tejano), nos decantamos por uno italiano para degustar unas pizzas. Me quejé soberanamente a Catalina sobre esta decisión mediante mi embajador, pues siempre había deseado ir a un sitio donde sirvieran comida albano-vaticana o al menos una simple gallega-soviética. He aquí su respuesta:

Algo kafkiano. Sin duda. Lo digo sin duda proque es una palabra que sustitute a "raro" fácilmente y que es usada indiscriminadamente por miles de personas que nunca jamás han leído ningún libro de Kafka, entre lo que incluyo. Y nótese que había más sucesos de este tipo:

¿Cartel de reclutamiento de la policía local?

¡Totalmente KAFKIANO!



martes, 25 de agosto de 2009

Good Bye Lenin! Hello Prague!

Martes, 7 de abril de 2009

A Catalina y a servidor nos tocaba otro viaje tras descansar dos días en Dresde. Tras dejar en la cama de Jessica una taza de Bob Esponja a modo de regalo furtivo (tenía que agradecerle el servicio de cinco estrellas ofrecido durante nuestra estancia), personaje del que ella es fanática, herr Konrad condujo una vez más para nuestro deleite hasta la estación. Allí nos esperaba el señor alemán que nos llevaría a nuestro segundo destino: Praga. Jessica habló con el señor para decirle probablemente que nadie daría un duro por nuestros órganos en el mercado negro.

Ni que decir tiene que la despedida fue emotiva, ver a una compañera de piso tras 13 meses no es algo que pase todos los días. Ni conocerla, tampoco...Junto a nosotros viajaban junto al germánico señor dos chicos, con los que no hablamos pues nuestro dominio del Hochdeutsch ya no es lo que era. ¿A que parezco guay escribiendo Hochdeutsch? mis asesores de imagen me dicen que de vez en cuando ponga palabras cool.

¡Muerde el polvo Cervantes!

Del viaje en si no recuerdo mucho. Retazos, pues estaba cansado y mi cuerpo pedía a gritos dormir. No fue gran idea llevar el anorak puesto dentro del coche, pues a pesar de ofrecer una gran comodidad y ser mullido, el coche no contento con contribuir al efecto invernadero, decidió creas uno interno. Catalina, obviamente más lista que yo por razones varias entre las que se encuentra ser mujer, no trajo ni un sólo abrigo en esta expedición, así ya no tendría que preocuparse por dichas cosas. O eso pienso yo. De todas formas para sorpresa de propios y extraños, una maleta de tamaño medio-pequeño era todo su equipaje! a los fabricantes de supermaletas y packs les sangrarían los ojos al ver todas sus estrategias de mercado de público femenino se van a hacer gárgaras con tan sólo un poco de voluntad de Catalina. Admirable.

Durante el trayecto Catalina durmió y yo me entretuve generando varios terajulios de energía dentro de mi anorak. Pude divisar muchos bellos paisajes, las modernas autopistas y sobretodo la sobriedad alemana. Nadie dijo nada durante las dos horas y media que duró, tan sólo el conductor para pagarle. Muy profesional.

Muy profesional.

Nos dejó justo al lado de la estación de tren de Praga y tras ello nos pusimos en marcha para localizar el hostal en el que había reservado una habitación. Era un día bastante caluroso, lo cual no ayudaba a retener agua dentro de uno mismo y la transpiración reinaba por doquier. Tras un rato subiendo maletas cuesta arriba llegamos al sitio en cuestión, que más bien era un piso en el que alquilaban habitaciones. No hay queja pues no había nadie más en ninguna otra estancia, era barato y a 5 minutos del centro. Dejamos las cosas allí y tras una merecida ducha nos pusimos en marcha.

Primero estuvimos en un parque muy cercano a nuestra base de operaciones, degustando la deliciosa radiación solar y teniendo al fin un poco de tranquilidad solos. Pero tan sólo era una ilusión, pues nos esperaba muchísimo por ver y por caminar. Y como buena mula de carga que era también llevaba una mochila bien cargada de provisiones y raciones de emergencia. Después, como buenos intelectuales, nos acercamos al museo nacional para ver las tarifas que cobraba, aunque decidimos posponerlo para el siguiente día pues sabíamos que necesitaríamos una mañana para muscular nuestras mentes. Aquel día sólo merecía relax de respirar aire libre y caminar sin cesar.

Decidimos bajar hasta la parte más vieja de Praga, primera parada fue el famoso reloj astronómico y a continuación la propia plaza vieja, he aquí algunas fotos para demostrar que Catalina y James ya estuvieron allí:


Millones de sectarios alzaron sus cámaras a la vez para honrar con miles de flashes al gran Satán en forma de reloj. (Amo esta foto)

No me pude resistir a sacarle una foto al reloj, lo admito.

Pasamos dirección oeste por lo que al parecer fue el barrio judío, con sus sinagogas y tal, aunque esa calle hoy en día estaba más bien llena de carísimas tiendas de ropa del último grito. Bueno, alguno podría buscarle alguna relación entre esto y sus antiguos habitantes. Yo ya no me arriesgo. Aunque admito que mi único contacto con ejudaísmo ha sido un compañero de piso que nunca limpiaba, se levantaba a las 3 de la tarde y fumaba porros hasta que era una hora razonable para emborracharse. Así 6 meses. El que dejase olvidado el gas de la cocina siempre abierto puede dar lugar a múltiples bromas sobre nostálgicos recuerdos, pero destacar que era un peligro tal que el otro chico que fumaba de la casa consiguió dejar el vicio debido a esos olvidos generalizados. Nunca tanta inutilidad había hecho tanto por la salud de otra persona.

No lo intentés en casa, niños.

Después cruzamos el puente de Carlos, que tiene estatuas a sus lados y un montón (docenas) de artistas ganándose el plan haciendo caricatura, acuarelas y demás obras de arte. Es muy interesante verlos todos afanosos aprovechando hasta el último minuto. Al atravesar el puente nos dirigimos a lo que es el castillo propio de la ciudad, al que no dudamos de entrar. Sin embargo empezó a llover (Praga y sus lluvias repentinas da para hablar un rato largo, al menos las dos veces en las que estuve en la ciudad). Irónicamente esto pasó minutos después de que Catalina y yo comprásemos un helado. Como buen gallego a mi la lluvia no me importó demasiado, pero esperamos a que escampase para proseguir nuestra misión: subir las empinadas cuestas que nos llevarían al citado castillo. En él han residido emperadores, reyes y hoy en día el presidente. La verdad me esperaba bastante más. Bueno, al menos dentro hay una catedral, la de San Vito (risas enlatadas). He aquí algunos documentos gráficos:

Nuestro objetivo.

Antes de cruzar el puente firmamos un seguro de vida. Por eso Catalina estaba tan feliz.
Arte.

Adoro cuán siniestra aprece la estatua en esta foto.

A Catalina sólo le pareció divertida, ella se ríe de la adversidad y tenebrosidad. Por eso sale conmigo.

Esto me recordó a Mónaco. Guardia del palacio, supongo.


San Vito Rocas/Saint Vitus Rocks



Bajamos por otro lado mientras anochecía. Praga es incluso más bella de noche. Debido a que sus edificios parecen pintados antes de ayer con sus colores pastel, de noche con la amarillenta luz de las farolas parece ciertamtente como de chocolate, digo del cuento de Hansel y Gretel. Fuimos a cenar a un restaurante Tejano-Checo, o Checo-Tejano, ciertamente no sé cual combinación suena más rara. Una extraña elección por parte de Catalina, sin duda. No la culpo, las costillas estuvieron bien ¡la repugnante agua con gas, no!

El castillo de noche.

Realmente lo mejor de Praga éramos nosotros.

¡Siento haberos hecho esperar tanto, queridos lectores y miembros del jurado!

miércoles, 29 de julio de 2009

Subiendo y Bajando en Dresde



Errar de es humanos: el estar de vuelta en mi ciudad natal me hace olvidar mi blog un poco. No me culpen a mí. Culpen a estas delicosas playas con su helada agua y sus tías buenas.

Lunes 6 de abril de 2009


Catalina y yo seguimos en Dresde. A pesar del fantástico viaje en bicicleta a la ciudad, aún nos quedaba por ver una cosa de suma importancia: subir al Rathaus/Ayuntamiento para poder disfrutar de las vistas de la ciudad. Así que tras un lento desayuno del que quedó esta foto para la posteridad, un mundo unido:


Uno de los compañeros de piso Jessica, Herr Kocielski, nos llevó en coche al centro de la ciudad en un desgraciadamente nublado día. Doble pérdida, la primera y más importante, la paisajística. La segunda, la atmósfera y nuestra contribución al cambio climático al tener que movernos en coche.

La ciudad presentaba otro cariz al estar en un día típicamente gallego. No por ello se me hizo más cercana, pues esa majestuosidad que vi allí no la tiene mi ciudad natal. Y mi ciudad tampoco tuvo años de comunismo, ahora que lo pienso. Pero tras la guerra la parte histórica se recontruyó de forma exacta (o al menos lo intentaron) como había sido antes de la total destrucción que sufrió Dresde. Lo vi más auténtico que Varsovia, sin ninguna duda. La capital de Polonia parece un decorado de televisión, todo tan limpio (nunca pensé que podría decir eso). Y que no se me olvide decir que parte de Varsovia fue remodelada siguiendo las simpáticas órdendes de Moscú.

Otro a las órdenes de Moscú ¡no0o0o0!¡corred insensatos!

Subimos a la torre del ayuntamiento, lo malo, como ya he comentado, era el mal tiempo, cuya acumulación de nubes no dejaba ver demasiado. Aún así las vistas eran muy buenas, en un día soleado hubieran sido inmejorables. ¡Unas fotos para constatar que Catalina, Jessica y yo estuvimos allí!
Mis rubias compañeras

Comparación con el doloroso pasado:


A la tarde aceptamos la invitación de Herr Kocielski de irnos a hacer algo de escalada. O como se llame. No es exactamente ese nombre, pero mi alemán dejaba mucho que desear (y bueno, mi Castellano también, para qué engarlo), así que no lo recuerdo exactamente. Junto a él, Jessica y un montón de cuerdas, Catalina y yo fuimos a un paraje cerca de la localidad de Pirna donde había unas paredes de roca bastante estimulantes.

Primero Herr Kocielski subio a pelo poniendo los pernos para que los simples mortales no tuvieramos que protagonizar Mar Adentro 2 (cruelded sin límites, el lema de este blog). Una vez dispuesto todo fui el segundo en subir tras él, pues como buen primate tenía que demostrar ante todos y especialmente mi novia que nadie es más macho que yo (aunque ahora que lo pienso, éramos dos hombres y dos chicas, así que fui el último chico en subir....maldición). Aunque no haya fotos de servidor subiendo por aquellas escarpadas paredes, créanme, estuve allí dándo ejemplo a toda una generación de jóvenes decarriados. Una vez estuve abajo pude dsifrutar sacando fotos de mis compañeros de expedición.

Catalina cruzando los dedos por lo que pudiera pasar.

Jessica antes del accidente...chiste sin gusto, lo sé.

¡Pudimos y vencimos!

Tras esta estimulante experiencia visitamos la universidad de Dresde. No recuerdo cúal, al menos es en la que estudia Jessica. Aunque su facultad era digna de un campo de refugiados, el campus disfutaba de muchos edificios de reciente construcción de línea muy moderna. De hecho la biblioteca parecía un búnker atómico de lujo que daría envidia a más d eun habitante de Kansas. La respuesta de tanta modernidad es que tras la unificación hubo mucha inversión de infraestructuras en las zonas deprimidas de Alemania del Este. Como gallego absorbedor de millones y millones de fondos europeos de cohesión territorial no pude nada más que sentir una profunda empatía.

Una vez volvimos al piso Jessica nos ayudó con el siguiente paso de nuestra misión. Nuestro plan inicial era ir a Praga en tren, pero mi germánica amiga, organizada como alemana que es, nos propuso otra vía: ir en coche. Pero no de la forma habitual, sino que hay una página de internet alemana (¿de qué país si no?) en el que la gente que viaja en coche pone a su disposición los asientos libres de su vehículo a un precio bastante reducido. Es decir, en nuestro caso buscábamos a alguien que viajase de Dresde a Praga y que tuviera dos asientos libres para Catalina y servidor. El conductor sale beneficiado porque la gente que viaja con ellos le paga la gasolina (o incluso peude ganar dinero, peo no son tan arastrados) y...no, conversación no. Nada de eso ¡por favor, son alemanes! siento no recordar el nombre de la página., pero quien sepa un poco alemán creo que podrá encontrarla fácilmente en google. Esto y el austoestopismo es algo que se esitla mucho por Europa Central. En España dada nuestra mentalidad ágil y abierta obviamente sospecharíamos de todo eso y nos preguntaríamos cuánta gente fue asaltada, robada y asesinada gracias a la ayuda de esa inestimable página.

Jessica tuvo éxito en su misión, pues tras un par de llamdas consiguió quedar a la mañana siguiente con un señor que hacía la ruta que queríamos ¡bravo por Jessica!¡nos costaría 15 euros por persona en vez de los 36 del tren! tras ello (¿o fue antes? mi blog está demasiado oxidado, pero mi mente está peor) cenamos con sus compañeros de piso, que a pesar de ser alemanes era bastante simpáticos, y eso que no había subtítulos. Se habló del comunismo, de sus desgracias y sus glorias. Resumiendo mal y rápido, lo que la gente hecha de menos es que antes tenías un trabajo para toda la vida, y que hoy esto no está asegurado. Pero l oque no se hecha de menos es la coerción y falta de libertad. De elegir, por ejemplo, en el instituto sólo los dos mejores de cada clase tenían la posiblidad de ir a la universidad. Si bien es cierto que es uan proporción de éxito mucho mayor que algunas clases de España donde predomina ser Cromañón, el hecho de los demás tuviesen que hacer un examen de selección que te enviaría sin otra opción a trabajar en lo que el resultado dijese no parece uno de los mejores sistemas. Después de la cena, mientras Catalina y Jessica estaban hablando de ausenté un rato junto a unas tijeras, salí a la calle y me agencié con una bandera de Alemania que había visto por el barrio en una valla. Sé que está mal, pero es cierto también que busqué banderas de Alemania de pequeño tamaño rodo el tiempo que estuve en el país y no encontré ninguna. Como prueba (de mi voluntad, no de mi delito) compré banderas de Austria, Hungría y Polonia en Berlín ¡pero no encontré ninguna del propio país! sé que suena estúpido, y lo es. Porque queridos patriotas, tengo malas noticias:


sábado, 18 de julio de 2009

Dresde Berlín a Desde...espera ¡al revés la primera y última palabra!

Aclaración: ya estoy de vuelta en mi ciudad natal, gallega y lluviosa (como si fueran cosas que pudieran estar separadas) pero este blog no cejará en su empeño de contar las hazañas de este pobre ex-erasmus, para iluminar a propios y a extraños sobre lo que no se debe hacer y lo que se debe admirar por los parajes y poblaciones de Europa Central.

Domingo 5 de abril de 2009

La siguiente ciudad en la Asombrosa Travesía de Catalina y James (ATCJ) era la ciudad de Dresde. La principal razón de ir no eran los rumores de la belleza de sus calles y la tranquilidad de su río XX, en absoluto. En realidad el motivo que nos hizo detenernos allí es que en Dresde vive una amiga mía. No es que esté de Erasmus o emigrada, qué va, Jessica es alemana de pura cepa que estudió en Santiago el año pasado y era una de mis compañeras del terrorífico piso en en el que habité. No es desconocida mi afición por juntarme el destino con personas de diferentes países, el año pasado también incluyó dos italianas (¡un saludo a Delia desde aquí!), y el anterior dos estadounidenses (¡saludos a Drew y a Mike desde aquí!), un alemán gigante (un saludo a Michael desde aquí!) y un judío alemán-israelí (ya me diréis como traga uno con esa combinación, por cierto, no lo saludo desde aquí)

Por lo tanto una de las paradas indispensables del ATCJ era la ciudad de Dresde, situada en la baja Sajonia. Sin embargo retomemos el punto de partida.

Catalina y servidor casi nos perdemos el tren por quedarnos dormidos. Un día nublado sobre Berlín impidió que el colérico sol de Europa Central nos arrancase de las garras de Morfeo. Caray, cada día escribo con más inusitada y excepcional belleza. Afortunadamente fuimos lo suficientemente rápido para recorrer el recto (como todo lo alemán...esperen, no malinterpreten esto!) camino hasta la Estación Central de Berlín.

Pero ¿y las garras?

Pudimos disfrutar de un intermitente sueño en el avanzado tren germano de dos pisos y medio. Cuando lo comparo con el tamaño y perfil de su pariente gallego (las dos versiones, lento, y el más lento) me dan ganas de ser un buen germanófilo como los españoles de bien de los años 30, aunque como son trenes de reciente manufactura creo que dejar atrás la mano de obra esclava ha sido para bien. Además siempre nos quedarán los mileuristas.

En la estación norteña de Dresde nos estaba esperando Jessica, a quien veía desde hacía más de un año. Para mi alegría seguía siendo alemana, quiero decir, llegó allí a la hora exacta. El día también estaba nublado en la Baja Sajonia, la cual está plagada de pequeños montes y colinas, muy diferente del área que rodea Berlín, mucho más llana, y para mí mucho más ajena.

Nos dirigimos a su piso, que por un precio ligeramente más alto de lo que pagaba en Santiago estaba mil veces mejor. Es interesante hacer amigos de diferentes lugares aunque sólo sea para ver el estado de la burbuja inmobiliaria en España. Es como es esperpento de Valle Inclán, deformar la realidad para poder ve realmente lo que es la propia realidad. Pues bien, visitar diferentes países para conocer más profundamente el propio país. Perdónenme, estoy demasiado didáctico hoy.

Tras recordar viejos tiempos y viejas caseras en Santiago, además de descansar un poco, a la tarde nos dirigimos con Jessica como guía a hacer turismo a Dresde ¡en bicicleta!¡!como una buena película de adolescentes!con lo que me encanta contribuir al calentamiento global usando el coche para así disfrutar de leones y jirafas en Galicia en años venideros. Alemania como siempre, llevando años de retraso.

Un bonito paseo en bicicleta a lo largo del río nos llevó al centro histórico de Dresde, en el cual visitamos todo lo que pudimos y absorbimos Catalina y yo toda la información que Jessica nos iba lanzando. He aquí algunas fotos. Dresde es la ciudad más importante de Sajonia y a lo largo de su historia varios reyes, duques y demás importantes desempleados gobernaron desde ella. Fue totalmente arrasada en la Segunda Guerra Mundial por las fuerzas aéreas aliadas, que simplemente se centraron en esta ciudad sin defensas ni valor estratégico para aterrorizar a la población germana, incluyendo la destrucción del circo, elefantes incluidos. Tiene de sobrenombre la Florencia alemana (al menos eso creo recordar), supongo porque es una ciudad preciosa. En ella al fin pude catar un verdadero sabor alemán, pues Berlín es quizás demasiado aséptica y moderna en muchos sentidos, Dresde es una ciudad de carácter histórico, piedra negra y estatuas doradas. Me encantó.Increíble.

Por favor, si algunos de los lectores pasa cerca de ella, o incluso si uno va a Berlín, es necesario visitar esta ciudad, donde lo comunista de la República Democrática Alemana pierde espacio paso a paso pero donde sin embargo lo antiguo prevalece. he aquí algunas fotos de mi expedición:




Se supone que aquí puedes escuchar los aviones aliados sobre Dresde...¡de hace 65 años! espero que sea un efecto sonoro antes que llamar a Iker Jiménez.

Dos Rubias Muy Legales

Está cañón ¿verdad? (chiste fácil)

Tecnología Alemana Avanzada: autobús de dos pisos


Mural antiguo, al parecer hay un caballo trípode, pero fue imposible encontrarlo.


Recordando los viejos tiempos en Santiago.

Mural comunista.

Forma rápida de matarse: eutanasia en bicicleta, consiste en pedalear y sacar fotos al mismo tiempo.

Después de tomar un helado en la parte nueva de la ciudad, donde los centros comerciales de diseño vanguardista son una plaga, volvimos a coger las bicicletas, como se ve en la última foro. Nos volvimos al apartamento de Jessica para disfrutar de una cena en familia de estudiantes germana! quizás sea los más germanizante que he hecho en mi vida. Tras ello, un sueño reparados, no sin antes probador un contador Geiger de uno de los compañeros de piso de Jessica. Ejemplarizante.