12 de Diciembre de 2008....actualizado
AntecedentesChristmas Integration Party...Fiesta de Integración Navideña para los que no sepan euskera. Aunque parezca diseñado por mí, el extraño nombre de la entrada no es obra mía. El nombre y la organización de la fiesta vinieron de la mano de Agnieszka y Kasia, nuestras queridas coordinadoras polacas referente a todo lo Erasmusiano.
Agnieszka y Kasia en todo su esplendor (lo pongo para diferenciar compadres Erasmus de los visitantes que no lo son...y para llamar la atención, claro) Con antelación se nos había mandado diversos mails solicitando los nombres de los que estábamos dispuestos a ir y todo eso. La fiesta tendría lugar en Katowice, la capital del voivodato de Silesia. En cristiano católico del sur: que tendríamos que coger por la noche un tren que tarda 20 minutos en llegar la ciudad MÁS peligrosa de toda Polonia. Katowice es con diferencia la ciudad con más alta tasa de criminalidad y crímenes de este amado país de adopción. El que la fiesta fuera en semejante lugar no era más que para comprobar si habíamos aprendido suficiente lucha personal durante estos meses, o al menos beneficiado al boyante industria rusa del tráfico de armas desde antiguas repúblicas soviéticas al comprar una sabrosa Kalashnikov. ¿a quién nunca se le ha hecho la boca agua con la idea de poder salir en Gliwice con una ak-47 bajo el brazo?¡así cambiarían las tornas, malditos bárbaros alcohólicos!
Polaco común a las puertas del Contrabás, reconocido sitio menos peligroso de Gliwice. Lo que yo dije, bárbaros alcohólicos. Espero que esto compense lo de la foto anterior. En uno de los mails Agnieszka nos puso en polaco lo que debía comunicársele a la (retorcida) empleada de la estación cuando comprásemos en billete. Y claro, mejor era escribirlo. Aunque soy de dejar todo a última hora, escribí esas enigmáticas frases en un post-it. Por otra parte quería ir como un aristócrata a la fiesta, por lo que me enfundé el traje y empuñé la corbata. Eso sí, con mis tenis, como ya es tradición (nunca me he puesto traje con zapatos más allá de Carnaval). Debido a esa falta de tiempo no pude hacerme el nudo antes de salir, pues teníamos que salir corriendo a la estación. No me toméis por un inconsciente, llegábamos con tiempo de sobra para el tren, con 20 minutos de adelanto. El problema es que íbamos antes por si había cola ¡y vaya si había! un cuarto de hora esperando en la soviética estación para que me atendiera la señora y aún por encima no me hizo descuento con el carnet de estudiante, manda cojones.
Vino el tren, y nos subimos. Su trayecto era Gliwice-Zabrze-Katowice...etc. Como no nos íbamos a ir a Gliwice para luego volver atrás, simplemente cogimos el citado trend e Agnieszka a su paso por Zabrze, con la esperanza de ver ya por las ventanas al nutrido grupo de erasmus asistentes. pero no vimos a nadie. Como era un tren bastante largo modelo transiberiano, pensé que estarían en un vagón a la distancia, pero cuando llegamos...
CONTINUARÁ...(es que me ha dado un ataque de sueño)
CONTINUADO
Bien, espera que acabo de recordar un anécdota en el tren. Como ya he dicho, no me dio tiempo a anudarme la corbata. Y como soy demasiado viril y torpe, nunca recuerdo cómo se hace. De hecho hasta le saqué una vez una foto con el móvil a unas instrucciones gráficas de cómo anudarse semejante invento. Desafortunadamente no llevaba el móvil encima. Pero le di lástima a un paisano polaco, que me vio enredando inútilmente con la corbata, y se ofreció a ayudarme. Quedó algo corta, pero como me resultó gratis no me podía quejar. Amén de que no sé quejarme en polaco. Más tarde llegamos a Katowice, salimos del tren. Miré hacia la derecha. Miré hacia la izquierda. Miré incluso en las entrañas del infierno. Y sólo encontré a Kasia y Agnieszka. Nadie más ¿cómo era eso posible? bien, esto es explicable, aunque no disculpable. Resulta que en el pelotón restante de erasmus (y estamos hablando de una veintena de personas) a nadie se le había ocurrido escribir en un papel cómo pedir el billete. Por una vez me sentí más inteligente que mis congéneres. Una especie de presión en mi mente que me hacía ver que todo el mundo era inferior, una palpitamiento que creía y se acaloraba, hasta que...hasta que comprendí que la corbata me apretaba demasiado y estaba estrangulando el riego sanguíneo a mi cabeza. Aflojado el nudo me volví a sentir un proletario más.
Hubo que esperar al siguiente tren proveniento de Gliwice para recibir en brazos abiertos a nuestros camaradas Erasmus. Ni qué decir tiene que yo era el único de traje, pero mi blindado anorak lo ocultaba. Todavía era temprano para dar lo nota, y más en la ciudad más peligrosa de toda Polonia. Un gasto de más de 10 euros en la ropa puesta podría significar la diferencia entre la vida y la muerte en esas calles, sin duda.
Los SucesosEntonces nuestras coordinadoras nos guiaron hasta un garito llamado Atmosfera. Creo que ese era su nombre. Allí todo estaba preparado para nuestro regocijo: muchas cosas para picar, dos camareras buenorras, y más mujeres erasmus provenientes de otras universidades. La gloria para todo alcohólico. Coño, ahora me doy cuenta que debería haber puesto dos puntos después de "picar"!
Nos tuvimos que dividir en pequeños grupos para hacer frente a los juegos que se avecinaban. Así estaríamos en la onda ¡y seríamos partícula a la vez! (si no pillas este chiste, por favor, vete del blog. Y vuelve sólo para aumentar el contador de visitas). El primer juego consistió en sacar un voluntario de cada grupo para hacerles preguntas, y el que acertara más ganaría...bueno, de hecho no recuerdo qué ganó el señor Samuel, que fue el victorioso ¡y de nuestro grupo!. El siguiente juego fue más proclive al suicidio: nos suministraron camisetas blancas, pinturas y pinceles. Había que dibujar algo relacionado con la navidad. Sinceramente era mi primera vez. No en dibujar algo navideño, no no, sino de pintar un camiseta estando servidor vestido de traje y corbata. Los integrantes de mi grupo pusieron sus esperanzas (que no su presupuesto) en mis habilidades artísticas desarrolladas a lo largo de incontables clases de matemáticas en el instituto. Dibujé lo básico y ellos (más bien ellas) me ayudaron mucho coloreándolo. Entonces, tras unos 10 minutos de mancharme los dedos de color negro y recordar nuestros amigos que recogieron chapapote tatachánnnn...vino el turno de poner en conjunto las camisetas y las coordinadoras de la fiesta decidirían cual sería la mejor.
He aquí los otros dibujantes de camisetas de la noche y de cómo acabamos. A qué no sabeis quien ganó? bueno, los que me conozcan creo que ya se lo imaginaban de antemano. Es decir, extorsioné al jurado para que me dieran la victoria.
He aquí mi obra. Bez Robotny significa sin trabajo, parado. ¡VICTORIA! creo que la última vez que gané algo respecto a mis dibujos fue durante el instituto. Un concurso sobre caricaturas de profesores. Gané unos libros de Castelao de caricaturas y dibujos muy hermosos. Irónicamente, el profesor de gallego que me
pidiera/había pedido participar (pues me
viera/había visto desatender sus clases en múltiples ocasiones) lo dibujé sin cara. Es decir, cabeza, orejas, pelo, cuello, mentón...pero nada más ¡y fue un éxito! todo el mundo lo reconocía. Increíble cómo las drogas durante el instituto hacen que las habilidades visuales de la gente se vean aumentadas exponencialmente. Luego causan muertes por accidente de tráfico, pero eso es otra historia. Pues bien, a lo que iba, mi grupo ganó el premio (el mérito no era sólo mío al fin de al cabo...mierda) ¡y era una botella de champán! maldición, esperaba algo de zumo, o incluso un mísero TANG, pero nada :( cuando me dirigí al cuarto de baño para suicidarme me di cuenta que alguien estaba dentro emitiendo gases prohibidos por la convención de Ginebra, así que me volví para celebrarlo con mis congéneres.
Yo si fuera ella los acusaba de delitos varios. Aunque si os fijáis, ellos FINGEN estar contentos.
Tanto alcohol hizo que algunos besaran a las personas equivocadas. Hubo más cosas, hasta hubo karaoke, en el cual predominaron canciones turcas con las que nuestros amigos turcos bailaron como locos. Y se veía que el nivel de alcohol estaba subiendo en general, la cosa prometía. Agnieszka me regaló un libro que le había tocado a ella en una de las pruebas, incluso con una dedicatoria y todo. Ah casi me olvido mencionar que nos dieron chocolates y una especie de caramelos en forma de barra tan duros que los usan para sostener puentes por estos lares. Tecnología soviética al servicio del hombre...no, espera ¡en este caso es al revés!
Curiosamente, cuánto más sureños, más pálidos.
Curiosamente no había ningún hijo de la Gran bretaña en la fiesta. Bien, siguiendo mi retahíla de idioteces, prosigo con mi relato de la Fiesta de Integración Navideña. Habría un bus preparado para cuando cerrase el garito, y llevarnos así a Gliwice. Sin embargo tan sólo 5 personas se montaron en él: dos erasmus, las dos coordinadoras y por supuesto, el conductor. Así pues salimos del Atmosfera y nos dirigimos al Spiz, no sin antes retrasarnos un montón de veces por el camino. Esta discoteca es una de las más boyantes de Katowice, según mi amiga Ania Hogaza. Tiene la peculiraridad de que allí dentro no puedes pagar en dinero real. Simplemente a la entrada cargas en una tarjeta que te dan el dinero que quieras, y después usas esa tarjeta para pagar. Si se te acaba recargas, y si te sobra, te dan el dinero a la salida. Me pregunto cuantas muertes han conducido a que se aplique este sistema.
Sinceramente creo que eran prostitutas. Ellas también lo creían. Estuvimos allí los que tenemos más resistencia, es decir, los que no habíamos echado todavía e lhígado por la boca, y no por ansias de donación de órganos, que conste. Bailamos, nos reímos de los polacos en general, sacamos fotos y algunos cenaron porque allí había hasta restaurante. La madre que los parió. Cuando todos ya estábamos destrozados decidimos que lo mejor era poner pies el polvorosa mientras aún nos quedaban fuerzas.
SecuelasPara volver cogimos un tren, en el cual hubo varias batallas de extorsión, protagonizadas principalmente por los señores David, Pierre, Samuel y Jacobo. Una batalla digna de ver.
Este chaval es un pobre polaco que iba en nuestro mismo vagón y se hizo el dormido, quizás para pasar desapercibido porque pensaba que las hostias que volaban por allí iban en serio.