viernes, 27 de febrero de 2009

Last days on Earth II

Sábado, 10 enero de 2009

Ir empaquetando las últimas cosas, pensar en lo que tengo que dejar atrás y en lo que tengo que cargar de nuevo hasta el destino erasmusiano que el destino me ha designado: Zabrze. Alias Hindenburgo en castellano. Me tomé con calma mi último sábado.

No tenía pensado salir esa noche, pues me tenía que levantar a las 6 de la mañana del domingo. No se crean que es un esfuerzo sobrehumano, porque esa falta de sueño la compensaría más tarde en mi querida tierra polaca. Y con creces, sin duda. Pero finalmente dos cosas me hicieron salir de noche, en orden de menor a mayor importancia: la amistad y la falta de tinta en la impresora.

Bien. Ya sé que ahora os vendrán maternales ideas a la cabeza del estilo "¿por qué no imprimiste los billetes antes?" "¿por qué esperaste a última hora?". Queridos amigos, amigas y miembros del jurado. De hecho usé la impresora para otros documentos el viernes con total normalidad, y uno no se espera que las cosas vayan a fallar al completo en el último momento. No tiene sentido.
Espera, hay alguien para que sí tiene sentido...

amiguiño Jack Bauer, por mirar tanto el reloj no van a ocurrir menos catástrofes cada hora...

Afortunadamente tenía amigos a los que acudir. Por lo que molesté a la señorita Ara con un sms la noche del sábado y por mail los billetes a imprimir. El día anterior me había dicho que no se iba a Pontevedra el fin de semana, pero ya ves, necesitaba ayuda y el destino a veces se porta bien con lo que blasfeman contra él. De este modo quedamos los señores Jaime, Ara y yo, y al fin pude disfrutar de los billetes en mi mano. Nos fuimos primero a pub semi irlandés, más bien desnatado ¡allí descubrí que hay botellas de vidrio de Coca-Cola de 33 centilitros! nunca te acostarás sin saber una cosa más. No lo digo de broma. primero pensé que era una de esas cosas nuevas que surgen cuando estás fuera del país, pero al parecer llevaba ya algún tiempo. Mi gozo en un pozo. Y con alborozo en el pescuezo.

Domingo, 11 de enero de 2009 (es lo que tiene salir por la noche, que el día cambia a las 00:00)

Más tarde nos reunimos con unos de sus amigos, el señor Pablo, el señor Manuel (otro, y bien rubio) y el señor Fungi (¿para qué voy a perder tiempo buscando su nombre real en el Tuenti?). Estuvimos por la zona vieja de la ciudad pero no había demasiado ambiente. En un garito uno de nosotros -no recuerdo bien, la verdad- comentó lo cachonda que estaba la camarera justo cuando ésta estaba detrás, demostrando una vez que el macho ibérico cuando mete la pata, la mete. Por ironías del mi destino nadie de ellos se pidió ninguna bebida alcohólica, aunque prefiero pensar que lo hicieron en mi honor. Me despedí de ellos y junto al señor Jaime me fui a mi casa. La última conversación humana en suelo patrio hasta el verano del 2009.

Una vez en casa me puse a empaquetar algunas cosas de última hora, básicamente subfusiles automáticos y explosivos de mano. Por lo que al final sólo pude disfrutar de 5 horas de sueño en mi última noche en el Planeta Tierra. Tras esas horas me esperaba un viaje junto a mis progenitores a Santiago, trayecto en el cual mi padre habló de un tema que no estaba de actualidad pero mira tú por donde, hoy sí: corrupción en los tesoreros del PP ¡desde aquí un saludo a tran entrañables servidores de la cosa pública!

Mi destin oera el aeropuerto de Londres-Stansted, como la primera ocasión que volé a Polonia, pero después desembarcaría en Katowice en vez de Cracovia. A diferencia de la primera vez no pasamos la noche en la pérfida Albión, tan sólo esperamos un par de horas entre vuelo y vuelo, un gustazo. Tampoco es bueno que haya poco tiempo entre vuelo y vuelo, véase mi experiencia en el aeropuerto de Filadelfia en marzo de 2008. 15 minutos. Millones de kilómetros entre una terminal y otra. Un hombre corriendo por su libertad.

Llegamos a Polonia sobre las 8 de la tarde y otra vez nieve, frío y oscuridad. No echaba de menos que se hiciera de noche a las 3:15 de la tarde, la verdad.

lunes, 23 de febrero de 2009

Last days on Planet Earth

Viernes 9 de enero de 2008

Tenía que arreglar cierto papeleo en Santiago. Básicamente cómo conseguir más dinero a costa del Estado para financiar mis tropelías en el extranjero. Vamos, que me sentí como un pobre emprendedor de la pujante industria armamentística. Y como es habitual, decidí presentar los papeles el último día...pero esta vez no fue a mi voluntad, los simpáticos miembros de una de las oficinas administrativas de mi querida universidad decidieron que trabajar mucho es de idiotas, y aunque en un principio me dijeron que los documentos que necesitaba estarían listos en 5 días, ¡tachán, al final sólo fueron 12 días! y aún por encima supongo que tengo que agradecérselo. Conversación telefónica verídica:

Servidor: Necesito los documentos esta semana
Funcionario Bigotón: No te preocupes ¿es para lo de la beca?
S: Sí...
FB: Puedes rellenar la solicitud sin tener todos los documentos a tiempo. Luego sólo alguien de tu familia tendría que venir a entregarlos.
S: Vivo a 70 kilómetros
FB: ¿y?
S:...necesito los documentos esta semana

Así me sentía yo: perdido en un mar de árboles convertidos enfinas láminas empapados en tinta

Bien, finalmente tras tantos retrasos injustificados decidí presentarme yo mismo allí en la oficina, así no se podían escaquear. Así que la soleada mañana del viernes cogí un bus en Pontevedra para dirigirme a Santiago. El viaje se amenizó porque me quedé dormido. Recalcar que el primer año de mi carrera me la pasé haciendo ese trayecto todos los días de la semana, 130 kms al día durante todo el curso entre ir y volver es una experiencia tremendamente agradable que se la recomiendo a mis más odiados enemigos. Pues bien, desarrollé una gran habilidad, puedo despertarme automáticamente siempre a los 65 kms recorridos en cualquier medio de transporte, es como un reloj interno al estilo del sentido arácnido de Spiderman. Por lo tanto, me desperté en el autobús en el momento adecuado. Pero algo iba mal. El mundoe xterior que podía ver por la ventanilla había cambiado. El cielo estaba totalmente nublado y una neblina persistente llenaba el aire, además el paisaje estaba totalmente nevado...me asusté... ¡había cogido un autobús directamente a Polonia en vez de a Santiago!

Esto es más o menos lo que ví, sin duda el cambio climático acecha (foto robada de flickr, por supuesto)

Sin embargo me tranquilicé una vez vi palmeras cubiertas de nieve y vi que los nombres de las calles no correspondían a tales como Jagielloñska, Marie-Curie o Wolnosci (quienes hayan estado en Polonia sabrán a qué me refiero). Esto significaba una revelación cósmica: Santiago estaba nevado. Dejé la estación de autobuses para dirigirme a la UXA (unidad de gestión académica), un camino curioso pues a medida que iba descendiendo había menos nieve. Sin embargo al venir de un territorio siberiano-polar como es Polonia, no me causó gran sensación o pánico el entorno santiagués nevado. Simplemente era a lo que me había acostumbrado. Una lástima, el estudiante santiagués típico debió flipar en colores al volver de marcha y encontrarse copos de nieve cayendo sobre su sonrojada y alcohólica cara, un regalo caído -literalmente- del cielo para refrescar sus rasgos faciales. Estoy seguro que esa climatología salvó a Urgencias de Santiago de unos cuantos comas etílicos. En el UXA me marearon de nuevo pero al final me impuse yo y me dijeron que volviera en una hora. Donde tenía que entregar todo cerraba en una hora y cuarto, y estaba lejos. Perfecto. Me encanta cuando los planes tan sólo pueden salir mal. En ese tiempo sin sentido me dirigí a la facultad a leer periódicos y parecer un erudito. Allí me encontré con conocidos, compañeros de clase y más (Raquel Mila y Ana, un saludo a -8ºC). Les debí parecer como un fantasma tras tantos meses de ausencia, aunque bueno, hay gente que sólo se le ve el pelo en febrero y en junio, así que nadie me podía echar de menos. Sin embargo no disponía de mucho tiempo, así que tras contar las anécdotas más divertidas, violentas y sangrientas (vamos, las típicas de Polonia) me volví a la UXA donde al fin me dieron los documentos que precisaba ¡finalmente! me puse el mp3, alguna canción rápida y me puse a correr como un loco cuesta arriba hacia unas oficinas donde no sabía exactamente donde se situaban. Toda una obra de arte.

Pregunté en un edificio de la Xunta y afortunadamente era en el mismo pero por la parte trasera, una chica también acelerada preguntó por lo mismo y fuimos juntos. Se trataba cómo no de otra inconsciente Erasmus como servidor, presentando a última hora los papeles de la ayuda complementaria. La verdad es que no me acuerdo de su nombre, sólo que estaba en Nápoles. Joder, la ciudad más tercermundista que he visto sobre la faz de la tierra. La visité en una excursión del instituto allá por el año 2004, tan sólo decir unas detalles: edificios destrozados, marcas de bala en algunas fachadas y más ambulancias que taxis. Eso es Nápoles. Con algo de suerte el volcán sobre cuyas faldas se asienta la ciudad, entrará en erupción tarde o temprano llevándose por delante Nápoles y toda corrupción contenida en ella, en plan castigo bíblico. O no.

Tras entregar los papeles y todo eso, llamé al señor Álvaro con la poquísima batería que tenía en el móvil. Él me respondió con la poquísima voz que le quedaba tras una noche de juerga de proporciones históricas, que ya me llamaría después. Me llamó, quedamos delante de su facultad y también llamamos a la señorita Ara. Estábamos tan locos que fuimos a comer a un kebap, maldita sea nuestra suerte. Al menos no encontré pelos en el mío, como más tarde me pasaría en Polonia (estar atento a nuevas actualizaciones). Allí estuvimos casi dos horas hablando de aventuras y de la nieve de la noche anterior, la señorita Ara incluso se había levantado temprano para sacar fotos, luego me llaman a mí friki. La tarde la gastamos entre las viejas calles de Santiago, esquivando borrachos y hablando de nuestras cámaras de fotos (esto es mucho más divertido de lo que pueda parecer). Me despedí de ellos sobre las ocho y me fui a la estación de tren.

Santo cielo ¡hay figuras de acción de kebabs! y lo increíble es que hasta viene con su necesaria bomba y no se refiere a la salsa o a sus calorías precisamente...

Sinceramente no recuerdo más de ese día, pero me lo pasé bien. Muy bien. Gracias.

viernes, 20 de febrero de 2009

Feliz 1984 a un Mundo Feliz

Objetos imprescindibles en ocasiones especiales:

-Traje gris neutro de dos botones (comprado en enero de 2005)
-Camisa azul cortesía de...no recuerdo la verdad
-Corbata roja "prestada" de mi padre
-Calcetines negros comprados en el mercadillo local alias "a feira"
-Deportivas castaño marca Etnies compradas en Lawrence, Kansas, a 12 euros
-Reloj de pulsera plateado, enorme y amenazante cortesía de Catalina
-Pin presidencial de las elecciones en Estados Unidos cortesía de Catalina

Bien, ¿a dónde nos lleva todo esto? es simple....

Fin de año 2008 y bienvenida a un Feliz 1984 de un mundo feliz.

1 de Enero de 2009

Tras las campanadas y las 12 uvas de medianoche que sí, esta vez me las pude tragar sin atragantar, me dispuse a prepararme para la fiesta y destrucción de la última noche del año/primera noche del año. Sigo sin saber exactamente cómo hacerme la corbata, aunque esta vez, gracias a las avanzadas tecnologías del siglo XXI, o incluso mejor, del tercer milenio de nuestra era, pude ingeniármelas para sobrevivir. Tecleé "nudo corbata" en google, luego click en imágenes y...diagramas claros pero no lo suficiente para un hombre macho como yo. Pero dios creó también otras formas de buscar, concretamente en youtube, y tachán, unos cuantos vídeos muy útiles realizados por filántropos para adoctrinar a las masas sobre cómo quedar bien en fiestas sociales sin acudir a la ayuda de nadie, y por ende, quedar en ridículo. Lo que todo hombre de bien e hipócrita quiere evitar, como servidor.

Menos mal que no busqué "hombre de bien" en google, mirad que espeluznante espectáculo: padre y hombre de bien de aldea le dice a su hijo que vaya a la ciudad a buscarse una esposa, para así acabar con la malsana endogamia que está destrozando el populoso municipio de Ahogaborricos

Tras esa apasionante misión, me encaminé hacia la Peregrina (iglesia histórica y casi histórico adjetivo de las noches en Pontevedra), donde me esperaban Araceli, Iago, Álvaro, Jaime, Luna entre otros. No sólo me esperaban a mí, ni yo fui el primero ni el último en llegar, pero así dicho parezco algo más importante. Todos íbamos más o menos encorbatados y adecentados, excepto Luna e Iago, que al parecer iban disfrazados ¡de ni más ni menos que de raperos!¡¿quién se lo habría imaginado?! tras recuperarme de semejante shock, al fin nos pusimos en camino al bar Mamasunción, conocido también como el Mamas o el Senos. Allí no tardamos en robar bolsas de cotillón y apoderarnos de los bajos del local.

Bueno, también vino más gente que no he mencionado ¿pero para qué acordarme de ellos?¿son comparabables alguno de ellos a Jaime, con su increíble sonrisa exhalando su alma? ¿o a Álvaro, con su gorro de pimp?¿o a Iago, que parace photoshopeado ahí porque no pega ni con cola?¿o a Araceli, que está feliz?¿o a mí, con mis deportivas rechamantes?¿o incluso a Luna, salido de un festival de la Excepción? En realidad las respuestan son "sí", sólo que no me acuerdo del nombre de todos ellos.

No pongo esta foto para demostrar que tengo amigas bien simpáticas (y para que vengan a leer este blog), no, la pongo para que veais el monstruo que tenemos a nuestra espalda. Y no me refiero a esa mano con una copa. En la época de cámaras analógicas, el carrete se habría velado en autodefensa.

Tiempos felices que echo en falta.

Tras el Mamas nos fuimos a nuestro local de raperismo favorito y odiado, pues es el único de toda la ciudad (para fortuna de sus habitantes, pongan una bomba allí y se acabará con la mitad de la maldad de Pontevedra). Lo llamo Frostys porque nadie pronuncia bien Fifty-Fifty, dicen algo así como "fiti-fiti". Digo yo que puestos a ahcer el ridículo, hacerlo de solemnidad.

De camino al Frostys, Jaime y Álvaro hablando entre sí por móvil, sin saber que no les separaba una distancia de más de unos pasos. Las compañías telefónicas hacen su negociente con gente así. Esta gente son mis amigos.

El paso final: Sala Carma. Nunca había entrado allí antes, lo cual hasta casi resulta ofensivo para ser un pontevedrés medio. Tengo que admitir que me gustó. La montamos gorda y nos quedamos totalmente destrozados de tanto baile: el kebap, atún-xurelo-caixa, las llamaradas del infierno, el manzanas-pilón, el aspersor y un sinfín más.

He aquí típica conversación tras cerrar el Carma: "¡lo hemos conseguido una vez más! la próxima semana más"

Pero no todo acabaría aquí, no señor, aún nos quedaba más fiesta. Me convencieron muy a mi pesar de ir a un antro llamado Búho Azul, del que n isiquiera había escuchado hablar en la sección de Sucesos del periódico local, toda una decepción, sin embargo antes de partir hacia allí, tuvimos a un invitado especial:


Aparición estelar de Jaime, el hombre que desaparece por las noches y que a veces sabemos algo de él, y a veces no. Todo un gallego (quizás sí, quizás no)No me digáis que su expresión no dice "¡tío, no te vas a creer lo que me pasó!" sí, exactamente dijo estas palabras. Lo queremos de todas formas.

El último ridículo de la noche/mañana: de camino al antro nos encontramos con unos amigos de un amigo. Estaban con su chocolate con churros. Un chocolate que aprecía muy denso, véase lo que pasó:

Manuel (otro)-Mira, no he comida casi nada de chocolate porque está densísimo
Álvaro-Bah, no importa, te voy a ahcer una demostración, ya verás como no cae
(gira el vaso de chocolate hacia abajo, 180º)
¡PLOF! 20 centrilitros de chocolate ardiente esparcidos por la acera
Álvaro-¿Ves? demostración hecha
(¡y le da el vaso!)

A continuación esta conversación también surrealista:
Iago- Espera, voy a meterla en el vaso y le diré a alguien que me la chupe
Manu (servidor)-Uhm ¿chocolate con chorra en vez de con churros?
Iago-No, espera. Mierda, no la tengo dura, no puedo hacerlo

A continuación pasó uno de los camiones municipales de la limpieza sobre la mancha de chocolate y...¡no tenía suficiente presión en el agua como para limpiarla!ver para creer!

Ante tanta acumulación de sucesos extraños que se escapaban a mi control y comprensión, decidí retirarme a casa. Una decisión que aún lamento hoy en día.

PD: si alguien quiere comentar no lo morderé. Tan sólo tienen que cliquear en lo de "no cierran su bocaza". Es decir, quiero que me muerdan a mí.

martes, 17 de febrero de 2009

Coming back to Planet Earth

Martes 16 de Diciembre de 2008
La vuelta a casa. Primero se pensó en ir en taxi hasta el aeropuerto de Katowice. Sin embargo éramos muchos para dos taxis y demasiados pocos para tres. Así que los desafortunados erasmus de Zabrze nos tuvimos que conformar con ir en tren. Y tuvimos que ir unas cuantas horas antes del avión, ya que el penúltimo bus partía a las 21:30 al aeropuerto, y nuestra salida era ni más ni menos que a las 04:00. Todo un aprovechamiento del espacio-tiempo, sin duda. Einstein estaría orgulloso de nosotros.

Allí esperamos, en la estación de Katowice, conocida nacionalmente como una de las más peligrosas del país, e internacionalmente por su pésimo gusto arquitectónico. Nos metimos en una de las decadentes y soviéticas cafeterías. Sólo había un alcohólico jugando a las máquinas tragaperras, un matrimonio de aldeanos, un hombre con mochila a cuestas con toda la pinta de haberse perdido. Mientras estábamos sentados y hablando se sentó un chico cerca nuestra. Al poco rato de escucharnos nos preguntó si sabíamos español. Me encanta que me pregunten cosas así. Normalmente digo que no, pero a veces hago excepciones, y éste parecía un tipo simpático.

El chico en cuestión era Mateusz, un polaco que iba a visitar a su novia que está de erasmus en España. Necesitaba algo de ayuda, pues primero cogía un avión Katowice-Girona y después tenía que ir a Reus para coger otro a...¡Santiago de Compostela! no me digan que no existen las casualidades cósmicas en Polonia, porque si me dicen que no le puede caer casualmente un ladrillo silesiano en todo el cráneo ¡primero cogemos ambos el mismo vuelo y resulta que tenemos el mismo objetivo: la lluviosa y tropical Galicia! Mateusz no sabía castellano, y necesitaba que le apuntase en una libreta que tenía algo del estilo "¿cómo puedo ir de Girona a Reus en autobús o tren?¿qué es mejor?". trabé amistad con él y aparte de ayudarle en ese tema le escribí unas cuantas frases útiles, tanto en castellano como en gallego. Porque "ghastas pista, mosiña" es una frase que debería figurar más a menudos en obras clásicas. También alguna en catalán, pero me sentí miserable al no saber más que cosas como buenos días y muerte a los no-catalanes.

Cogimos el bus juntos y estuvimos de cháchara todo el trayecto, qué estudiaba, dónde. Mateusz es de Lódz, al igual que varias personas que ya conocí. le pregunté si sabía de ellas, y me dijo que no, que es una ciudad grande y todo eso. Tras explicarle una de las casualidades cósmicas (el caso de la chica de Lódz que había salido con el hermano de la única chica erasmus que conocí en España de esa ciudad) quedó convencido de que todo es posible, y eso que no tenía nada para amenazarlo en caso de disentimiento. Nos dio a probar una especie de rebanadas de plátano duras y algo dulces, que no estaban nada mal. A pesar de que se llama Aeropuerto de Katowice, hay toda una hora en bus (¡sin paradas!) hasta allí. A poco más y me fosilizo en ese soviético medio de transporte.

Una vez en el aeropuerto sólo nos quedaba esperar. Una hora más tarde o así llegaron los portugueses y las valencianas. Le presentamos a Mateusz y allí estuvimos esperando, sacando fotos y algunos tomándose la cerveza reglamentaria antes de subir al avión. Y no, no había ningún británico entre nosotros. Una vez arriba en el húngaro aeroplano de Wizzair, puse mi música e intenté dormir. Cerré los ojos y en lo que parecieron décimas de segundo, llegamos a Girona. Achaco esta distorsión espacio temporal a la distorsión-pérdida de tiempo en la estación de tren de Katowice. Mateusz estuvo un rato con nosotros, pero no tardó en irse a coger un autobús hacia Reus. le dije que total nos veríamos en Santiago ese mismo jueves por la noche, promesa que como podéis imaginar no cumplí. No por mí, el pobre hombre estaba visitando a su novia en un país extraño con extrañas costumbres de salir hasta tarde, y ellos a la medianoche ya estaba durmiendo. U otras cosas, pero juntos al fin de al cabo.

Miércoles 17 de diciembre de 2008
Estuvimos esperando muchas, muchas horas en el aeropuerto de Girona. Sentados en incómodos bancos cercanos a las puertas automáticas, nos estábamos muriendo por hipotermia. Sí, el aeropuerto de Katowice es mil veces más amigable. Yo llevaba una bolsa con chorizo en el bolsillo del anorak (siempre tuve miedo que en el control de rayos X alguien me exigiera explicaciones, a ver como lo explicaba en polaco...) y pan de molde que me había sobrado, y es lo que devoré con pasión a la hora de comer. Nota a destacar: ¿tan mala pinta teníamos? al señor Joao le dijeron que no podía recostarse en el banco. Y no se lo dijo un empleado, no, se lo dijo un policía nacional con las pelotas de acero. Quizás estaba resentido por una toalla demasiado raspadora, quién sabe.

Tras la interminable espera, cogimos el aeroplano de Ryanair rumbo a Oporto. Incluso éste vuelo se me hizo más largo que el anterior, algunos dirían por la falta de sueño, pero pienso que es más por esas cosas relativísticas. Allí me recogieron mis padres, que me llevaron en coche a mi hogar en la malsana ciudad del río Lérez. Gothamiña para los entendidos (este guiño va para el señor Iago, sino lees esta basura de blog, pues lo siento mucho). Esperaba conciliar algo de sueño en el trayecto, pero en vez de eso fui acosado por multitud de preguntas sobre mi estancia por unos preocupados padres ávidos de información: la pesadilla de la vuelta a casa había comenzado.

Cuando estás varios meses fuera notas diferencias en las cosas de tu anterior vida (leches, parezco que hablo desde la ultratumba) incluso aunque sean las diez y media de la noche. En Pontevedra vi unas cuantas tiendas nuevas y muchas más cerradas. Dirán que es por la crisis, pero yo creo que el olor corporal de la ciudad no ayuda.

Jueves 18 de diciembre de 2008
Tras dormir bien y por unas buenas horas, decidí que era buena idea hacer un sobrehumano esfuerzo y visitar Santiago la noche del jueves, y con ellos, a mis amigos. En este orden de importancia, sin duda. Cogí el tren a la capital galaica tras tantos meses sin pisarlo, y sinceramente, hasta casi se podría decir que lo echaba de menos. Claro que no tiene el mismo glamour que los trenes polacos, que no sólo comparten la línea de los trenes que iban a Auschwitz, sino que en muchas ocasiones siguen siendo exactamente esos mismos trenes. Encontrarme en España con un tren con luz durante los túneles me hizo maravillarme de tan avanzada tecnología que había creído olvidada tras varios meses sin disfrutar de ella.

Viernes 19 de diciembre de 2008
Estuve en la casa de unas amigas, y por mi boca salían atropelladamente frases inconexas, sin sentido, mal pronunciadas y sobre fantásticas hazañas difíciles de creer. Vamos, que mis conocidos me encontraron el el mismo estado en que me vieron la última vez, y hasta se alegraron de ello. Aunque creo que lo que tomaban no estaba en buen estado, pues hasta me dijeron que me veían más alto. Ver para creer, que dijo Stewie Wonder. Le mandé un sms a Mateusz, y eso que ya era tarde para salir, una lástima. Salimos a la zona vieja de Santiago, y como era el último jueves antes de Nochebuena como comprenderéis todo estaba bastante solicitado y la superpoblación estudiantil campaba a sus anchas, por lo que los garitos que visitamos tenían unos cuantos moles de personas y el aire escaseaba. Entonces sentí lo que sienten las sardinas dentro de una lata dentro de un bolsillo de un currante japonés dentro de un tranporte público en Tokio. Sentí que tenía que matar a la humanidad.

Sin embargo tales planes tenían que esperar, pues aparte de tener mucha competencia en ello, primero tenía que cenar algo. Fuimos a un 24 horas, y tras esperar casi 23, me dieron lo que pedía. Me despedí de los compañeros de clase que no había visto por meses, albergando la (falsa) esperanza de volver a verlo antes de irme de nuevo. Un saludo a Eva, Nuria y Eva desde aquí, si es que leen esto, que lo dudo :D

Lo peor de todo es que no podía quedarme a dormir ¿la razón? una buena: tenía que ir al dentista por la mañana a las ocho para que me quitaran (¡la última!) otra muela del juicio. Sí amigos, salgo un jueves por la noche y me voy al dentista a la mañana siguiente sin dormir. Esto si que es reenganchar y no los afterhours esos llenos de cocaína y ojos saltones. Por cierto, me hablaron de un garito afterhousr en Santiago que ni siquiera tiene música, se supone que todos los empastillados la llevan consigo en su cabeza (no, no es broma)

Así que sin más miramientos me despedí de mis camaradas, cogí el tren, llegué a casa y ya para el hospital. Sí, las quitan por la Seguridad Social, así que si tenéis algún problemilla con vuestro juicio o vuestras muelas, antes echarle un vistazo para cuando os dan cita y quizás os ahorréis 90 euros por muela. Al ser gratis el servicio y al ser yo español, me dije "¡hostia, que me quiten todas!" así hablé y así fue. Me quitaron tres antes de irme a Polonia y la última durante mi vuelta por navidades. A lo que iba. Llegué y me sacaron la muela en unos minutos, lo peor es la jeringuilla que te clavan en la encía y su asqueroso sabor. Una vez en casa tuve la osadía (ya la estupidez) de recostarme un poco pues estaba totalmente destrozado de la noche anterior y de no dormir, claro. Craso error. En una cirugía de estas proporciones hay que estar lo más vertical posible durante el mayor tiempo posible (esto te lo avisan ¿pero quiénes son esos intelectuales de dentistas para decirme nada?) así que me gané un negrón en la mejilla ¡cosa que en mi vida me había pasado! además más que hematoma oscuro era de este colorcillo amarillo moribundo. Sin duda todo un éxito.

A la noche, con hinchazón reglamentario en la mejilla izquierda me decidí a dejarme caer por el Mamasunción, pues mis amigos pontevedreses no son excesivamente imaginativos (lo digo con cariño, eh) y claro, allí me los encontré, dándoles una sorpresa, sobre todo al señor Álvaro. Pues los señores Jaime e Iago me vieron aproximarme, y les indiqué silencio con un dedo. Estaba el señor Jaime haciéndole algo en el pelo al señor Álvaro y yo me apunté a eso y a la conversación. Creo que el estado etílico ayudaba a sorprenderlos aún más de mi presencia en plan fantasmal. Otro éxito del día. Tras estar con ellos un rato por la zona vieja decidí retirarme. Demasiadas cosas desde que puse mi pie en el Planeta Tierra de nuevo.

martes, 3 de febrero de 2009

Last Weekend in Poland

Hola, queridos oyentes, admiradores, buscadores de porno que se han equivocado de página. sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que actualicé este blog. Pero no se preocupen, ha pasado más tiempo desde los hechos que voy a narrar en esta entrada. De hecho esta entrada trata del último fin de semana que pasé en Polonia, allá por el ya lejano diciembre de 2008.

Allá vamos en este viaje en el tiempo:

Preámbulo
El sábado 13 de diciembre salí en Gliwice con toda la muchachada Erasmus. Por dos motivos de menor a mayor importancia: era el cumpleaños de Miriam la madrileña, y necesitaba escapar del agujero en el que me encontraba, el cual algunos han bautizado arrogantemente como Zabrze. El ponerle un nombre ya denota un respeto que no se merece.

Bien, a lo que iba. Tras unas risas y algo de fiesta en su residencia, nos dirigimos al centro de la ciudad para poder disfrutar de las discotecas de esta negra tierra plagada de carbón. No tuvimos suerte el principio, el Spirala estaba cerrado para una fiesta privada de profesores, y no nos permitieron entrar. Seguramente si hubiéremos ido antes tan sólo nos hubiéramos encontrado con la fiesta privada de alumnos, más fáciles de sobornar y habríamos entrado en esto:

"Mateusz ¿porqué te metes la mano en el bolsillo? la gameboy sabes que la tengo yo"

Algunos no aguantaron semejante decepción y se fueron a sus respectivas (y vacías) camas. Así que fuimos a otra discoteca ¿algo soviética? ¡no!¡totalmente soviética! por sus paredes discurrían alegres imágenes de humoristas como Mao o Stalin. Si hasta me saqué una foto con una efigie de ni nada más ni menos que Lenin. Que su momia descanse en paz. También un gordo muy gordo cual barril me estaba empujando muchas veces en la pista de baile, pero tenía miedo de que si le devolvía la jugada volcara su contenido y el lugar se viese inundado por cientos de litros de vino. Además que yo no soy de esa madera. Creo que era roble.

Lenin y yo. Yo y Lenin. Pasión, traición y comunismo. Una historia de amor.

Ese día pensaba que era el último que iba a ver a mis camaradas Erasmus, pero estaba equivocado. El señor Samuel me propuso ir con él y algunos más a un parque natural situado en las cercanías de Cracovia. Si aceptaba significaba que sólo tendría 5 horas de sueño y que al día siguiente de ese viaje tendría que organizar todo para volver a España. Como es obvio, acepté semejante oferta. Así pues, me fui antes de la fiesta de lo que había planeado en un principio, pero daba igual porque el plan prometía. Saludé y felicité las fiestas a todos los que sabía que no iba a ver hasta el año próximo, tras ello me dirigí a coger el último tranvía de la noche.

Estaba tan tranquilo yo a unos cuantos pasos del cartel de los horarios de la parada cuando se me acercó un polaco alcoholizado. Obviamente no sabía de qué estaba hablando, es más, no lo sabría incluso aunque fuera español, pues su saturación en sangre debía estar por las nubes. Le dije que no hablaba polaco y me respondió con un inglés más o menos inteligible que me preguntaba por el horario de tranvías. Yo le respondí que estaba ahí al lado y su respuesta -literal- ¡es que estaba demasiado borracho como para leer! como veis, no estaba exagerando.

El hombre, a pesar de alcohólico y polaco no se mostró violento conmigo. De hecho hasta mantuvimos una conversación. Yo le dije que era de un sitio de España cerca del norte de Portugal. Bien, resulta que el muy cabrón era ingeniero y había trabajado en Oporto durante tres años. Coincidencias cósmicas. Ahora trabajaba en Gliwice, sitio que no le gustaba nada, pero ganaba unos 3000€ al cambio. No me extraña, esta ciudad tiene un plus de peligrosidad y fealdad bastante sabroso. También supo recitarme una buena docena de insultos y palabrotas en portugués, cosa que me hizo sentirme algo más cercano a mi terruño gallego. Y por una vez, no me sentí en peligro en el tranvía nocturno, pues aunque plagado de escoria humana, me encontraba al lado de un amigable y fuerte polaco blasfemando en un idioma reconocible para mí.

Los hechos: Domingo 14 de Diciembre de 2008
El plan comenzaba para mí antes que para los demás, pues tenía que levantarme temprano para preparar las cosas e irme a Gliwice. Me hice el correspondiente bocadillo de emergencia -quién sabe qué monstruos podrían habitar ese parque natural, seguramente no comestibles- y salí corriendo a la estación de tren. Ni me dio tiempo de comprar billete, aunque de todas formas no tenía miedo de revisores, era un domingo por la mañana y el trayecto era de 8 minutos. Lo malo es que iba demasiado abrigado y hubo un efecto invernadero dentro del tren y casi muero asfixiado. Me bajé en la estación y estuve esperando y esperando y esperando a por el coche Erasmus de expedición. No había apenas nadie por la calle. Imaginaos una cosa, en Polonia por la calle un día de semana cualquiera hay tanta gente como en España un domingo. Así que ese día era algo como (domingo)^2, por lo que el número de gente tenía el límite hacia menos infinito.

Cuando al fin llegó el coche, noté que faltaba alguien. La expedición estaba en un primer momento formada por los señores Omar, Samuel, Jacobo y Aycan (léase "Aillán", es un chico turco). Al parecer el señor Jacobo finalmente no se apuntó por estar destrozado de la noche anterior. Me monté el el vehículo fantástico y nos pusimos en ruta. Primero debíamos meternos en la autopista a Cracovia y al final pillar un desvió hacia el norte, dirección un pueblo llamado Ojców.


El señor Samuel demonstrando que comprarse un mapa a escala 1:1 no es la mejor de las ideas

Ni que decir tiene que nos pasamos de largo, como es natural en mentes jóvenes. Te ponen una raya de 5 cms y al final acabas en la cocina mentiéndote harina. O al menos es lo que me cuenta la gente que veranea por la Ría de Arousa.

Y mira que les dije que ése era el parque natural y no me creyeron

Sin embargo somos hombres de acción, y conseguimos encontrar la ruta correcta sin acabar a hostias. La zona era un sitio de colinas suaves y bosques dispersos, ligeramente Kanseño todo hay que decirlo, pero enclavado en el Tercer Mundo. Tras atravesar un espesísimo bosque, Omar aparcó el coche al lado de una capilla de madera, que al fin de al cabo era el único sitio con espacio -y que fuera gratis también-. Recordar este detalle para luego.

He aquí los integrantes de la odisea, de izquierda a derecha: Samuel, servidor, Omar y Aycan

Ahí se nos puede ver a las puertas de un castillo en ruinas. Lástima que estuviera cerrado. Sin embargo disfrutamos de largas caminatas a lo largo de senderos y más senderos codificados en unos colores sin sentido alguno, seguramente para despistar al enemigo. No se puede decir que ese día no caminamos (más tarde calcularía que hicimos sobre 14 kms). He aquí algunos documentos gráficos inéditos de ello:

Un avión de Oceanic Erasmus Lines se estrella en mitad de un bosque polaco, dejando sólo 4 supervivientes, 8 zapatos, 15 extremidades, 16 botones, 23 dientes intactos y 42 monedas....LOST IN POLAND

Portada de su último single

Omar se encontró con un profeta en la montaña considerablemente pequeño

¡Vamos, resguardaos de los francotiradores!

A medida que el día iba transcurriendo y el sol descendiendo, cada vez veíamos a menos gente. Y en uno de los senderos, cuando vimos que ya estaba algo oscuro decidimos volver. Podíamos volver por donde habíamos vuelto, una apuesta segura, o seguir por un camino totalmente inexplorado en un país en el que no conocemos el teléfono de emergencias. Como es obvio fui yo el que sugerí la última opción y la que triunfó. Tras un cuarto de hora llegamos a ver el pueblo que está a la entrada del parque, así que muy perdidos no estábamos. Sin embargo oscureció totalmente, en plan apocalíptico, y empezó a hacer un frío digno de Plutón. Decidí usar mi bocadillo de emergencia para tener energías suficientes, así que no tendría que comerme a ningún compañero como en la película "¡Viven!" aunque no estaba nevando, el nivel de congelación era tal que se comenzó a formar escarcha en mi cara. Notaba el frío y la muerte rondándonos, sin embargo, debido a que uno, teníamos muchas prisa y dos, tenía muchísimas ganas de mear, íbamos caminando a una velocidad considerable (velocidad puestazo para los amigos de la crew) por lo que creo que generamos suficientes julios de calor como para brillar.

La carretera en mitad del bosque estaba más que oscura, podías tocar su negrura. Esto era una señal de que Obama iba a ganar las elecciones. Bueno, la verdad es que aquel día ese señor ya estaba electo, pero a lo que iba: en la carretera a veces pasaban coches, más bien sus focos, porque no se veía absolutamente anda más, menos mal que no había desvíos. Vimos también un coche de policía. Menos mal que no nos paró porque sino a ver cómo explicábamos en polaco nuestra penosa situación. Además eso, reconocer nuestra humillación, por favor, tenemos una imagen que mantener. Finalmente llegamos a la capilla de madera, que era lo único que se podía ver desde cierta distancia debido a una gigantesca farola. Eran las 4:30 de la tarde (sí, en esos días anochecía a las 3:15) y sobre el parabrisas había un papel. Una multa. Puesta a las 4:20, seguramente por el coche de policía que nos había visto pasar, dios bendiga a Polonia. Tras descargar líquidos nos subimos al coche y pusimos rumbo a Gliwice. Me quedé absolutamente dormido durante el viaje, es decir, cerré los ojos en Cracovia y los abrí sólo a 5 kms de Zabrze, todo un éxito.

Epílogo
No ha sido necesario pagar la multa, ya que murió en una de las lavadoras de la residencia del señor Omar. Ahora crucemos los dedos para que la policía polaca no sepa español ni esté husmeando en este blog. Aunque por otra parte eso significaría más visitas...uhm, interesante.

PD: para los policías polacos: sé que hago muchas referencias al Tercer Mundo estando aquí. Es normal, no se ofendan. Todo surgió porque a raíz de que una vez le conté a un estadounidense que estaba de paso por España, que era un país del Cuarto Mundo ¡y se lo creyó! dios bendiga a América